Pasado

3642 Words
10 años atrás... Italia Sicilia. En la mansión Mancini, en una noche fría de invierno fue cuando comenzó el infierno de Dante. Él, acostumbraba a divertirse sin preocupaciones sabiendo que tenía responsabilidades que su padre le había asignado en una orden. Dante Mancini, tenía casi veintiuno años cuando el legado de su padre Demetrio Mancini fue pasado a él. No es algo que él haya elegido, pero su futuro ya estaba formado y no podía dar paso atrás para rechazar su crudo y oscuridad destino. Por eso él prefirió divertirse el tiempo que le quedara, después vendría el trabajo, las responsabilidades. Desde los quince años comenzó a trabajar a lado de su padre, quería enseñarle todo lo que era el negocio y la organización que estaba creada desde décadas. Al principio para Dante todo eso fue como un entretenimiento, más que trabajo. Nunca desobedeció a su padre, siempre fue un buen hijo, como cualquier hijo de un mafioso poderoso. Pero, aun así, él aprovechó cada minuto, cada momento para divertirse a su manera. Esa noche se encontraba en un burdel tomando y divirtiéndose con sus amigos de casi toda la vida. El trío chiflado, como él les llamaba. Siempre lo acompañaban a sus juergas. Lo único que quería era pasar el rato e intentar olvidar por un momento lo que le deparaba el futuro. Y no es que no quisiera ser un líder del cartel de Italia, sino que dudaba en llegar a hacer tan bueno o más que su padre, creyendo que las alianzas no lo llegaran a respetar al igual. Y ahí era cuando él temía decepcionar a su padre. No quería que eso sucediera, por eso tenía que esforzarse hacer mejor cada día. Su padre lo amaba, estaba orgulloso del hijo que había formado, solía decir que ya estaba preparado para irse y poder así descansar tranquilamente, para dejarlo ya a cargo. En las mafias así suele pasar, un líder debe dejar su lugar ya sea por retiro de envejecimiento o por disfunción. En el caso del padre de Dante fue por la muerte. Y es así como subió al trono, como muchos le dicen. Dante salió del sitio muy ebrio, a su lado llevaba a una chica despampanante y guapa con la que había pensado tener sexo lo que restaba de la noche. Ya se habían divertido en cada esquina del burdel, así era él, un hombre sin contemplaciones, que iba por lo que se le plazca. Sus amigos se habían quedado en el sitio mientras seguían tomando y tenían sexo con otras chicas. Él ese día salió sin sus guardias, pues en ese entonces Franco era el encargado de proteger al actual líder de la mafia Italiana. En ese entonces él no era el jefe del escuadrón armado, sino otro hombre, que desapareció el mismo día que el señor Demetrio. Dante subió a su auto junto con la chica, mientras ella iba metiendo mano por debajo de su camisa. Después de encender el vehículo y tomar camino por las calles de Sicilia, la morena seguía en lo suyo, y sus caricias fueron subiendo de tono hasta comenzar de complacerlo con su boca por de bajo de sus pantalones. Mientras la chica hacía lo suyo, él intentaba concentrarse en el camino, pero también estaba demasiado ebrio para distinguir muy bien al su alrededor. Pero de un solo golpe el auto se estampó contra otro. Las bolsas de aire salieron en una gran expulsión, el impacto hizo que él quedara aturdido y con un dolor de cabeza, pero aún seguía consciente. La chica estaba completamente inconsciente debajo del volante y en sus piernas. Cuando intento reaccionar para poder salir de ahí. Alguien abrió bruscamente la puerta del lado del piloto. Era un tipo grande, vestido completamente de n***o, con el rostro cubierto por un pasamontañas. La vista de Dante no lograba visualizar bien al hombre, pero, aun así, no se dejó agarrar cuál el sujeto intentó sacarlo. Era como una alarma que se había actuado en su cabeza, diciéndole que se acercaba el peligro. Mientras él luchaba contra su contrincante, el hombre saco un arma y golpeó con mucha fuerza detrás de la nuca de Dante, haciéndolo caer en un sueño profundo. Minutos más tarde, se encontraba amordazado y atado en una silla. Al abrir los ojos intentó comprobar en donde se encontraba, comenzó a moverse inquieto para desatarse, pero era inútil si lucha. En ese momento entro un hombre junto con otros, estaban vestidos igual que el otro hombre que lo había secuestrado. — Vaya, vaya. Por fin tenemos al primogénito del gran Demetrio Mancini. — mascullo uno de los tipos. Las risas se escuchan en él sitió, pero eso solo hace enfurece más a Dante, los miro con desprecio y asco. Uno de ellos le quita la mordaza para que hable. — ¿¡Qué mierda quieren!? — lanzó sus palabras en el momento que le descubrieron la boca. — Lo queríamos la lo tuvimos — se acerca uno de ellos hasta él y pasa su arma por su cara — Tu padre es un gran imbécil, teniendo una mujer tan bella como esposa y no sepa complacerla como se deba. Vuelven a reír en unas carcajadas malévolas que resuenan en la oscura habitación. — ¡Ni se les ocurra tocarla! — grita Dante. El tipo chasquea la lengua mientras niega con la cabeza. — Demasiado tarde para decir eso. — se acerca y le susurra — Esa perra es muy buena en la cama… No terminó de seguir con su confesión porque Dante le escupió en la cara, se sentía asqueado y muy, muy enfurecido, mientras volvía a luchar por desatarse. Deseaba sacarle los ojos y quemarlo vivo, eso pensó. Se habían atrevido a tocar a su santa y hermosa madre. No se los perdonaría. Pero no entendía por qué razón se empeñaban con hacerle mal a ella, efectivamente eran enemigos de su padre, pero no comprendía por qué se ensañaban con una mujer que nunca le haría daño a nadie. Quiso llorar por ella, por el dolor y terror que a deber vivido cuando la violaron. Pero se tragó sus lágrimas, para que no lo vieran derrotado, y afectado por sus asquerosas palabras. — ¡Malditos! — siguió gritando y luchando — ¿Qué han hecho con ella? — Pronto sabrás que haremos con ella, y con el desgraciado de tu padre. Pero lo mejor de todo, es que tú lo podrás presenciar. El hombre que hablo con Dante, les dio una orden a los otros, hablan ruso. Con eso se dio cuenta él que eran los enemigos de su padre. Demetrio le había enseñado todas las habilidades de matar, torturas, trabajar con la mercancía y otras cosas más, pero lo primero y que mejor le mostró fue tenerlo al tanto de quien era el enemigo y como se trataba a uno y el cómo también se le hace pagar a un traicionero. Un traidor, eso era el jefe encargado de proteger al líder de la mafia Italiana. Carlo, no era la mano derecha de Demetrio, pero si en alguien que él confió mucho, y fue el que lo apuñaló por la espalda, llevándolo a él y a su familia a la boca del lobo. Dante se dio cuenta de eso, cuando el tal Carlo entró por la puerta como si nada junto con otros que jalaban a sus padres. El señor Demetrio estaba completamente golpeado hasta estar casi inconsciente, y Fiorella, su madre, estaba casi en las mismas condiciones, solo que consciente, pero muy apenas podía sostenerse de pie. Su maquillaje estaba corrido por su cara, parecía que había llorado, sus ojos rojos por el llanto y muchos moretones le cubrían su cuerpo y rostro. La habían golpeado hasta casi cansarse. Dante quería matarlos a todos por haberles hecho daño a sus padres, pero lo que no esperaba era lo que iba a suceder en unos momentos más y ante sus ojos. — ¡¿Por qué haces esto?! — dice Dante — Mi padre confió en ti. — con sus palabras se dirigía a Carlo. — Siempre te lo dije, los negocios son solamente negocios, y tú eres un estúpido niño que no entiende. — respondió. — Pero traicionar del que te dio de comer en su mano y te recibió como parte de la familia — sigue cuestionándolo. — Ya te dije. Yo solo cumplo órdenes. — Al fin de cuentas eres un maldito perro — se burla Dante — Creí que eras un hombre inteligente y respetable, pero me equivoqué. Me das asco. — Y yo por un momento creí que en el futuro hubieras sido un buen líder. Pero también me equivoqué. Nada más eres un niño mimado y problemático. — Carlo se la regreso. No agrego nada más y se alejó para ayudar a los otros a colocar al padre de Dante con unas cadenas, quedando colgando con los pies casi tocando el suelo. Estaba solo atado de sus muñecas. La madre de Dante se encontraba sujeta por un tipo, el hombre que había confesado lo que habían hecho con Fiorella, la tomo del cabello y jalo de ella, tan fuerte que hizo que un quejido de dolor saliera de su boca. — Quiero que veas esto y se te quede bien grabado en tu mente, bueno… por el poco tiempo que te quede de vida. — dijo el tipo malo. Fiorella traía un vestido que casi ya no le cubría, ya que lo habían rasgado anteriormente. Y ahora lo estaba volviendo a hacer ese malnacido como decía Dante. Tomo a la madre de Dante y la inclinó en una mesa que se encontraba en la habitación, levanto la tela de la prenda y después de ello, él sacó su m*****o para penetrarla de una sola estancada. La mujer gritó como si la estuvieran matando, era un grito desgarrador y u bramido de dolor mientras suplicaba para que parara esa dolorosa tortura. — ¡No! — Dante se unió al grito de su madre, pero era muy distinto — ¡Te mataré maldito cabrón! El sufrimiento era atroz, repulsivo, pero él no podía hacer nada, más que insultos y gritar. Quito su mirada de esa escena, no soportaba más ver eso, era algo que definitivamente lo iba a marcar de por vida. Minutos después, cuando habían terminado de torturar a la pobre mujer, que se encontraba casi desmayada sobre la mesa. El hombre que se encargaba de dar órdenes, les pidió a los otros que le inyectaran una sustancia al padre de Dante. Luego de esperar a que hiciera efecto la droga que le colocaron, él sujete se dirige a él para hablarle. — Por fin… necesitaba que ya despertarás, me urge desarme de ese malcriado — le dice como en una charla normal, mientras señala a Dante con el arma. Demetrio aún no respondía del todo, pero abrió los ojos y fijo su mirada en su hijo, que se encontraba unos cuantos metros frente a él — Sí hoy toca matar al niño de papi. Veremos, primero le estamos dando una despedida hermosa, para que se vaya tranquilo al infierno, y pueda descansar tu maldito bastardo — mascullo lo último. — Podría decir que nunca olvidaría este día si quedara vivo, pero eso es una lástima… no será así, hoy le toca morir. El señor Demetrio reaccionó cuando dijo que "hoy le tocaba morir a su hijo" pero antes de que dijera alguna palabra. El sujeto hizo una seña con su mirada para indicar algo. Los dos hombres grandes y corpulentos comenzaron a golpear al padre de Dante, usaron armas blancas para torturarlo. Otra vez tenía que ver como torturaban a uno de sus padres, mientras él seguía atado a una silla sin poder hacer nada, y mientras luchaba por liberarse y matarlos a todos. — ¡Paren! — pidió — Haré lo que quieran, pero no sigan golpeándolo. — súplica. — Lo único que me interesa de ti es tu vida, bueno… es un trabajito que tengo pendiente y lo tengo que cumplir. — responde. — Cara — lo llamo Carlo, se dirigió así a él con ese apodo — Creí que solo estaríamos a Demetrio y a ellos solo los torturarían. — Cambio de planes — mascullo — Yo trabajo más que nada con él que quiere ver muerta a esta familia. — Sé muy bien que él te lo pidió, pero tú quedaste con el jefe en matar únicamente a Demetrio, ya sabes a quién me refiero. — dice Carlo. — Me vale mierda lo que haya pedido, debo liquidar a este hijo de puta, de una vez por todas. — levanta la voz — No debo impedir que este sea el líder de la mafia Italiana en el futuro, ese trono es para otro y su rey está esperando que quite su maldito estorbo con una bala en la cabeza. Dante, no sabía a quién se referían, hablaban de varios, no se dirigían solamente a un jefe, eso quería decir que entre ellos mismos se traicionaban todo por obedecer órdenes de esos jefes que querían el territorio de Demetrio. No siguió discutiendo con su compañero y se dirigió a Dante, con el arma en la mano le apuntó en la frente, entre ceja y ceja. Estaba a punto de asesinarlo, Dante se calmó y solamente dejó que pasara lo que tuviera que pasar. Cuando el seguro de la pistola fue retirado, la voz del padre de Dante, detuvo la escena mientras suplicaba. — ¡Detente por favor! — con algo de dificultad levanto la voz para que lo escucharan — Toma mi vida por la de mi hijo. — pidió. El hombre malévolo carcajeó a risa muy fuerte y que daba miedo para los débiles si lo escucharan. — Eso no creo que pueda ser posible — negó con la cabeza. Mientras seguía apuntado con el arma en la cabeza de Dante. — Él dice que quieren la mía — se refería a Carlo — Te doy mi vida por la de mi hijo. Y si no te importa eso, te ofrezco también dinero, ¿cuál es tu precio? — dijo Demetrio. Él haría todo por salvar a su hijo, si era necesario dar su vida a cambio, lo haría sin pensarlo. — Si estuvieras muerto, ¿cómo supones darme el dinero? — cuestiona el asesino. — Le diré a mi hijo y mi mujer que lo hagan, ellos te entregarán el dinero que podías — concluye — Pero necesito que los dejes libres y fuera de esto, a los dos. — Déjame pensar — finge estar concentrado mientras piensa — Bien… Quiero diez millones de dólares. Y un cargamento completo de cocaína. — Está bien, lo tendrás — respondió. — Pero primero tengo que hacer algo, el nene se tiene que despedir de papá. Y que mejor forma que así. — finaliza al momento que le tira un golpe en la cara a Dante. Golpea varias veces más, dándole con el metal del arma. Hasta hacerlo sangrar engañan hilos de sangre, dejando moretones en su rostro y un ojo hinchado. — ¡Maldito, ese no era el trato! — grita Demetrio. — Lo sé, pero me gusta divertirme. Y que mejor para que te vayas con una gran despedida. — les hace señas a los mismos tipos que golpearon al padre de Dante, y les ordena que hagan lo mismo con él — Mientras tú miras como golpean a tu querido hijo, yo disfrutaré torturarte a ti, así. — termina de decir. Da un disparo en una de sus piernas, él grita de dolor. Los otros siguen golpeando a Dante, a diestra y siniestra, sin ninguna contemplación, sin parar en ningún momento, al igual lo apuñalan haciéndole dos heridas en el abdomen y una al costado. La sangre brota por su boca escupiéndola automáticamente, se encuentra débil, pero aún sigue consiente y puede presenciar lo que está pasando frente a él. El tipo que lo apodan Cara, se quita el pasamontañas, mostrando su rostro a Demetrio. — Para que no me olvides, y te lleves contigo mi bello rostro hasta la tumba. — le dice. De bello no tenía nada, su rostro estaba lleno de cicatrices, pero en su mejilla izquierda tenía una, como rajada muy larga, que llegaba desde su labio a casi el ojo. Su fachada era repugnante, como él lo era todo. Era un tipo que daba miedo y que hacía temblar a sus víctimas, con solo verle. Dante ve como ese hombre hace sufrir a su padre mientras dispara en varios lados de su cuerpo, pero lo que termina por hacerlo reaccionar y gritar en un alarido. Es lo que termina acabando con él. Cuál una bala atraviesa la cabeza de su padre para acabar con su vida. Podría decirse que le dolía más eso, que los golpes y las heridas que tenían su cuerpo. No sentía dolor por ello, dolía más ver morir a su padre, ver como se le apagaban los ojos y nada más miraba frío atreves de ellos. Era algo devastador y un dolor muy fuerte para él, uno que nunca pensó que llegaría a vivir. Las lágrimas amenazaron por salir otra vez, pero quiso seguir mostrando fuerza. Su madre seguía débil y viva, recostada en la mesa. Ella al notar lo sucedido también grito e intento moverse para llegar hasta su amado esposo. Pero fue detenida por el mismo hombre, la jalo nuevamente del cabello y la hizo retroceder. — No te preocupes por eso, tú también le harás compañía a tu estúpido esposo — le escupe las palabras en su cara — Es una lástima, deseaba divertirme más contigo — pasa su rostro por su cuello y su melena — Te extrañaré, eres lo mejor que me he follado. Jala de su cabeza hacia atrás para que su cuello quede estirado y lo vea a la cara. Después hace que fije la mirada en su hijo y ella lo ve. En sus ojos hay dolor, tristeza, pero esperanza para su hijo, ella sentía que él saldría de esto, y era lo que más deseaba en ese momento. — Despídete de tu bastardo — dice el asesino. Sigue jalando de ella. Ella aprieta los dientes del dolor que le está haciendo sentir, varias lágrimas caer de sus ojos. — Siempre estaré contigo… Me llevarás ahí... — digo refiriéndose en su corazón — Nunca... no lo olvides… — se había forzado para sonar bien, sin ninguna dificultad, pero, aun así, salió todo en sollozo. — Madre… Tú no… Te necesito… — pedía Dante como si hubiera sido decisión de ella morirse. — Solo recuerda eso, mi niño. Te amo — dijo. — Y que conmovedor, madre e hijo. Me parte el podrido corazón que tengo. — se burla la Cara. — Yo también te amo, madre — Dante ignoró al desgraciado. Para así decirle las últimas palabras a su madre, que nunca creó que así sería. Los ojos de ella se encontraban llenos de lágrimas, no dejo de mirar a su hijo hasta él una bala atravesó su cabeza, al igual que su esposo. Haciéndola caer al suelo de golpe, cuál el tipo la soltó. Dante gritó — ¡No! — un "no" completamente desgarrador y lastimoso, se sentía a morir él también, deseaba irse con ellos. Una que otra lágrima se le escapó, no podía aguantar más, lloro de tristeza, dolor e ira. Ver los cuerpos de sus padres sin vida y como los asesinaron, era algo que nunca olvidaría, era algo que nunca podría superar, sería una gran pesadilla de la que nunca despertaría. Vivir ese momento era lo peor que podría presenciar, era el comienzo de su infierno. En eso timbra un celular, toma la llama Cara, era su móvil. El jefe le llamaba y pedía de su presencia rápidamente. — Desháganse de los cuerpos, y de él también — pidió el tipo, después de finalizar la llamada. — ¿Lo dejas libre? — pregunta Carlo. — Por supuesto que no, hazte cargo. Yo tengo otros asuntos pendientes — responde — Pero dale cuello. Es una orden. Carlo asiente y les pide a los otros que le ayuden con los cuerpos. Media hora más tarde se encontraban en un muelle, los cuerpos del señor Demetrio Mancini y su esposa, son arrojados desde el muelle. Enrollados en mantas y cordones. A Dante, lo habían vuelto a golpear y lo terminaron por drogar con una gran cantidad de heroína hasta quedar casi muerto. A él lo fueron y lo tiraron más retirado del muelle, rumbo a una carretera. Ya lo daban así por muerto, pues no creían que iba a salir de esa, ya con mucho veneno en sus venas, y sin que nadie lo encontrara. Pero no fue así, se habían equivocado. Habían cometido un error en no haberle matado como sus padres. No contaban con que gente de confianza llegarán a dar con él. Y es que nunca habían dejado de buscarlos. Edgardo, el amigo y mano derecha del padre de Dante, no se dio nunca por vencido, dio con él y después con los cuerpos de sus padres. Pasaron dos días para que lo encontraran y cinco para encontrar a sus padres. Después de eso él estuvo en recuperación por un largo tiempo, él en pasado había tenido problemas con las drogas, y con la sustancia que le inyectaron en las venas era casi mortal para él. Pero con el tiempo pudo salir adelante, dejando atrás el vicio maldito. Logro enterrar a sus padres como era adecuadamente y como él lo había querido. Se despidió de ellos, pero ahí mismo les prometió vengar su muerte, aunque le costará su vida, pero no iba a dejar a ninguno de los asesinos vivos.
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