48.Hermosa, millonaria y divorciada
Juan Luis
—Darío, Oscar, me da gusto verlos. – Mis amigos se acercan a saludarme a pesar de que sus esposas lo miran con algo de suspicacia.
—Hola hermano, pensamos que ya no vendrías. –Me siento cómodo al ver caras que no me miran de mala manera.
—Tuve mucho trabajo, pero ya estoy aquí. ¿Algún problema porque los salude? –ambos sueltan una carcajada. Para mí no era broma, pero parece que para ellos es algo gracioso.
—No, por mi parte, hablé con Angie y le dije que la amistad contigo no se vería afectada. Además, si estás aquí, es porque Amelia lo permite, así que ellas no tienen por qué opinar. –Lo escucho hablar, pero miro a Darío para saber si opina lo mismo.
—Bueno, Cony no fue tan condescendiente, pero tampoco me lo prohibió. Aunque
