6. Defenderse como una leona

1460 Words
6. Defenderse como una leona —Definitivamente tienes talento. Pero también es evidente que te falta conocer las técnicas. Pero esto se puede aprender. Si te interesa trabajar conmigo, puedo ayudarte a desarrollar todo tu potencial. Hay algunos de los modelos que vienen en tu portafolio que son muy interesantes. –-La señora Dorantes me ha dedicado dos horas de su valioso tiempo. Eso me hace sentir muy importante. –Pero quiero advertirte. Te necesito con completa disponibilidad. Sé que tienes hijos, pero habrá ocasiones en que pasarán a segundo plano. No quiero decir que siempre será así, pero cuando vayamos a lanzar nuevas temporadas, el trabajo es muy arduo. Tengo un grupo de diseñadores que tienen tiempo trabajando conmigo, y sus diseños ya están dirigidos a cierta población. Me interesa que apoyes a la persona que se encarga del grupo femenino de 20-30 años. Es uno de los más difíciles, pero por lo que veo en tus dibujos, te basas en la imagen de tu hija, y eso puede servirte para empezar. ¿Qué dices? ¿Te animas a trabajar 48 horas diarias? Aún estoy tratando de asimilar todo lo que me ha dicho. «En primer lugar, le gustó mi trabajo, palomita. En segundo lugar, me enseñará muchas cosas de este mundo que tanto me gusta, palomita. Podré seguir diseñando para mi nena, palomita. ¡Trabajo, trabajo, trabajo, siiii! Palomota, jajajaja» —No necesito pensarlo señora. Estoy muy agradecida con la oportunidad que me está dando. Por supuesto que acepto. No me da miedo el trabajo arduo. He trabajado esas horas y más cuidando de dos niños y un esposo desde que cumplí dieciocho años. Le aseguro que no voy a defraudarla. –La señora me mira complacida y sonríe ante mi pequeña broma. Me siento en las nubes. La mujer que fui hace apenas unas semanas, se está diluyendo con cada lágrima que sale de mis ojos. El dolor del engaño me está purificando, sacando de mí, anhelos que estaban dormidos. Que mis hijos me apoyen al igual que mis padres, y que la señora Dorantes me dé una oportunidad, me hace sentir poderosa. Entonces, bienvenida querida. Cony me contó algo de tu historia. No creas que fue chisme, jajajaj. Solo que la línea de la relación vendedora-clienta fue cruzada hace muchos años y ahora somos buenas amigas. Y te entiendo perfectamente. Yo pasé hace años por una situación similar a la tuya, y mira, aquí estoy, triunfando, pésele a quien le pese. Eso deseo para tí y por eso voy a ayudarte a conseguirlo. Tus sueños cumplidos serán algún día tan deslumbrantes, que cegarán a esos que te hicieron o desearon el mal. Las palabras de aliento de esa dama tan importante, me conmueven el corazón. Si JuanLu llegó a pensar que me dejaría devastada por su traición, se va a sentir muy decepcionado. Quien lamentará haber sido una mierda con quien lo amó por sobre todas las cosas, será él. Algún día llorará por mí, puedo estar segura. —Te aconsejo, que todo esos sentimientos que estás experimentando en estos momentos en tu alma, lo saques a través de tus diseños. El dolor es un buen motor para sacar la inspiración dormida dentro de nosotros. Quiero dejarte como tarea, crear cinco modelos, los que tu quieras, puedes elegir para que el público que desees, y me los presentes el siguiente lunes. Los mostraré a dos de mis valiosos colaboradores, y ellos se encargarán de darme sus opiniones. Si pasas la prueba con ellos, te daré un bono de bienvenida, ¿Qué dices? Comienzo a parpadear sin comprender muy bien sus palabras. Me froto los ojos para saber si no es un sueño. Pero no, cierro y abro los ojos y ella sigue aquí frente a mí, sonriéndome. —¡Por supuesto que sí! Este fin de semana, lo pasaré trabajando. Le aseguro que no le defraudaré. –Sin pensarlo, me acerco a ella y le doy un beso en la mejilla y un abrazo. Estoy tan emocionada de que alguien me dé una oportunidad. –Y ahora me despido. Tengo que ir a recoger a mis hijos y comprar lo necesario para hacer los bocetos. ¿Puedo retirarme? La señora Dorantes suelta una gran carcajada. No entiendo la risa, pero sonrío también. Ella se da cuenta de que no entendí el chiste, si es que hubo alguno. —No me burlo de tí, solo que pareciera que soy una maestra y estás en el salón de clases. No necesitas pedirme permiso, anda, ve por tus hijos. Nos vemos el lunes a las diez de la mañana. –Mi sonrisa se ensancha, por lo que tomo mis cosas y hago una reverencia. La verdad es que la última vez que tuve una maestra, fue en el bachillerato, así que estoy acostumbrada a pedir permiso. Veo que muchas cosas deben cambiar en mi conducta y comportamiento. Soy una niña atrapada en el cuerpo de una mujer de treinta años. Cuando salgo del gran edificio, me doy la vuelta para mirarlo de frente. Voy a trabajar aquí y no puedo creerlo. Comienzo a dar saltitos y hago el baile de la victoria que me enseñaron mis hijos. Estoy tan feliz que no me importa que la gente me juzgue loca. Al terminar mi pequeña celebración, me acomodo la ropa y vuelvo a ser la madre confiable. Rayos, se me está haciendo tarde. Así que corro inmediatamente a mi auto. Espero no tener que pasarme algún semáforo en rojo para llegar a tiempo. Decido que es mejor llegar tarde, que no llegar, así que me retraso algunos minutos. Me estaciono en la acera, y camino a la entrada de la escuela, pero lo que veo, hace que la sangre me suba a la cabeza, y la furia nuble mi vista. Camino como leona enjaulada, dispuesta a defender a sus cachorros. —¿Qué está haciendo usted aquí? –le grito a la mujer que se atreve a venir a molestar a mis hijos. Sus caras tristes me dicen que ya habló con ellos, y no fue una charla agradable. —Tengo derecho de ver a mis nietos. Y ahora que saben que su padre al fin se ha separado de la mediocre de su madre, es decir, de ti, quiero que sepan que tienen las puertas abiertas para venir a vivir conmigo. Tú no podrás darles a lo que mi hijo los ha acostumbrado. Me voy a encargar de que te deje en la calle, y no puedas mantenerlos, y como eres una inútil que no sabe hacer nada, el estado puede decidir que es mejor vivir con nosotros. Solo quiero que esté enterada que te los voy a quitar, para que Juan Luis no te dé ni un solo peso. Y ve despidiéndote de la casa, porque me la quedaré yo. Estás advertida. La mujer se marcha y sube al coche que la está esperando. No puedo creer que venga aquí a mortificar a mis bebés. Sé que nunca los ha querido, muchos menos a mi Tony, por parecerse a mí, pero amenazarlos, eso si que no se lo permitiré. Si antes pensaba estar de acuerdo en que solo nos otorgara lo que marca la ley en pensiones, ahora me encargaré de dejarlo hasta sin calzones como dice el abogaducho de mamá. —¡Mami! –mi Lily corre hacia mí. Está llorando copiosamente, mientras que Tony se mira alterado. Es obvio cuando está molesto, porque tiene el mismo problema que yo. Cuando nos enojamos nos ponemos tan rojos como el color de mi cabello. —Entonces papá nos quitará todo y no nos dará dinero. ¿Por qué mami? ¿Por qué papá nos odia? –miro la carita llorosa de mi hija. Yo tampoco entiendo que está pasando. ¿A dónde se fue el hombre que he conocido tanto tiempo, con el que he vivido doce años y que decía que me amaba? Tal vez nunca existió. Lo único que sé, es que no voy a permitir que esa mujer vuelva a acercarse a ellos. —No llores Lily, por lo que dijo la madre de papá. Ella nunca nos ha querido. Pero debemos hacernos a la idea que solo somos nosotros. Nos toca cuidarnos y querernos los tres. —esa señora ha perdido el título de abuela frente a sus nietos. Espero que nunca se arrepienta de esto, porque la vida siempre nos devuelve al mismo lugar. Pero lo que realmente conmueve mi corazón, es que ,mis hijos están madurando a una velocidad asombrosa. Gracias Juan Luis. Esto también te lo voy a anotar, para cuando nos toque ajustar cuentas, pienso mientras abrazo a mis hijos. Han despertado a la fiera que hay dentro de mí.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD