29. Me gusta como suena su nombre
Amelia
Cuando cerré la puerta, me detuve un momento y me recargué en ella. Ni siquiera puedo imaginar cómo es que llegamos hasta este punto. Me parece tan lejana la última vez que nos despedimos. Tan distante, como si se tratara de otra vida. El hombre que tanto amaba, que tanto adoraba, ya no existe. Ahora solo queda un enemigo al que debo hacer caer. Y no solo por mi orgullo de mujer engañada, sino porque es tan tonto, que permite que lastimen a los seres más indefensos que dependen de nosotros. A dos niños inocentes que lo único que nos han dado desde que llegaron a nuestras vidas, fue amor. Pero si él va a seguir permitiendo que los dañen; si solo vuelvo a ver los ojitos rojos de tanto llorar de mi niña, haré que se arrepienta de lo que nos hi
