Vicenzo
Llego a casa, exhausto, con ganas de no hacer nada.
Sí, tal vez fue el mejor pinche fin de semana que he tenido en toda mi vida, pero he terminado exhausto.
Y, como si la vida se empeñara en joderme la vida, la puerta de mi habitación se abre sin previo aviso y veo entrar a papá, con una adormilada Antonella colgándose de su cuello.
—Entonces...resulta que tienes novia, y no fuiste capaz de decirme nada —dice Massimo, cruzándose de brazos y mirándome con ojos amenazantes —. ¿Por qué siempre me tengo que terminar enterando de todo lo que suceda en tu vida por boca de otras personas?
—Ay, ya, papá. No seas dramático —me tapo la cabeza con la almohada —. Hablaremos de eso mañana. Ahora solo quiero dormir. Estoy muy cansado.
—Luciano llegará mañana. Tendrás que aguantarlo t
