CASSANDRA La idea de una pijamada era algo que me entusiasmaba, pues no suelo compartir mucho con otras mujeres, principalmente estaba con mi abuela pues mi hermana no es que me quiera mucho, así que ella no cuenta. — ¿Estás segura de esto? — preguntó Gabriel con evidente desacuerdo. Después de la tercera vez que me preguntó lo mismo, se me hizo evidente que no quería que yo estuviera sola con ellas, pero entiendo su renuencia, así que agaché la cabeza pensando en como les diría a las chicas que ya no iría. — Perdóname Cassandra — dijo Gabriel después de un minuto — sé que es tu vida, ve — me miró como si hubiera hecho algo malo — Tal vez necesitas un respiro de tantos hombres que te cuidamos últimamente, tal vez hasta necesites un respiro de mí. No me gustó como había sonado esa últ