DEAN
Soy Dean Wared, hijo mayor del Beta Care de la manada Rio de fuego. En este momento, un gran golpe a mi torso me deja sin aire y me hace retroceder unos metros.
Instintivamente, corrijo mi postura y mis brazos toman posición de defensa. Mi atacante está nuevamente sobre mí, así que bloqueó el nuevo golpe y con agilidad viró sobre mi eje logrando quedar atrás de él y golpearlo fuerte para hacerle perder el equilibrio y caer con todo el peso de mi cuerpo.
—Suficiente, —grita mi padre, quien es el que dirige este entrenamiento —pueden retirarse, grupo 1 y grupo 2, en dos horas deberán presentarse con Gamma Tristan para conocer las nuevas asignaciones. Dean, ven acá.
Sin muchas ganas me acercó a mi padre, quien me mira sin expresión alguna en su rostro.
—Estabas distraído, eso no es propio de ti, sabes que debes dar el ejemplo, debes esforzarte serás el próximo beta de esta manada, la seguridad de todos estará en tus manos —sus palabras como siempre, ponen ese peso de responsabilidad en mis hombros, como si no lo tuviera claro ya.
—Si beta, me esforzaré —Mi respuesta sale fuerte, sin titubeos.
Mi padre me crio junto a mis hermanos para ser fuertes, nuestros genes beta nos hacen fuertes, pero el duro entrenamiento también ayuda. No solo mi padre nos entrena, en casa mi madre también lo hace, aunque de manera diferente, nos entrena en cosas como diplomacia, etiqueta, costumbres de las diferentes manadas, en palacio somos educados en temas como política e historia.
Es increíble la cantidad de información que debemos tener los betas en la cabeza, no quiero ni imaginar el entrenamiento adicional que deben recibir los futuros alfas.
Pese a todo lo estricto que puede ser mi padre en los entrenamientos, es un buen hombre.
Paso a ducharme y dejo que el agua fría disipe la tensión del entrenamiento. Alisto una tula con un conjunto deportivo adicional y paso a asaltar la cocina de mi madre, quien suempre deja porciones generosas de tocineta y fruta para mis hermanos y para mi.
El menor de mis hermanos es Duin, quien tiene apenas 12 años, está en la primera fase de entrenamiento con mi madre, luego está Doco, quien tiene 30, el está en la segunda fase, entrena solo para batallas cuerpo a cuerpo pues aunque ya se puede transformar aún debe aprender a controlar a su lobo y no sucumbir ante sus instintos, sigue en entrenamiento con mi madre. Yo soy el mayor, tengo 45, a esta edad ya soy considerado un lobo adulto, pero joven, entreno para batallas mixtas, en forma humana y en forma de lobo, ya no soy instruido por mamá, esa parte de mi educación debe ser terminada en palacio, junto a los futuros alfas.
El día es soleado, un día típico en esta zona, pero algo se ve diferente, se siente diferente, mi lobo está agitado. Me reuno con Gamma Tristán para recibir las indicaciones del patrullaje que debo liderar y organizo el grupo para dar inicio al operativo.
Todo transcurre normal, me transformo para tener mis sentidos más agudos y mayor velocidad de reacción en caso de ser necesario, aunque no solemos tener ataques de otras manadas, no estamos en guerra, pero esporádicamente tenemos problemas con exiliados y con algún que otro ser que quiere algo de nuestro territorio.
Me enlazo mentalmente con mis compañeros, constato la distancia entre cada uno, la comunicación es constante y ninguno reporta problemas u olores extraños, así que tras tres horas de recorrer las fronteras doy la instrucción para replegarnos y dar por terminado el patrullaje.
Una vez que rindo informe a Gamma Tristán, decido no volver aún a casa.
Hoy no me siento del todo yo, quizás correr un rato pueda ayudar a despejarme, así que dirijo mis pasos a un pequeño manantial que solía visitar esporádicamente con mis hermanos, cuando de pronto un delicioso aroma a vainilla y menta inunda mis fosas, mi lobo se sacude bruscamente en mi interior y agudiza sus sentidos.
—Corre muchacho —me grita con la urgencia marcada en su voz —encuéntrala.
—¿encontrarla? ¿a quien? — pregunto rápidamente resultándome difícil de creer lo que grita mi instinto.
—Mate —no necesito más palabras, mí corazón se salta tres latidos para luego acelerarse como nunca.
Es cierto, esa extraña sensación que me invadió todo el día, fue la formación del vínculo de pareja.
Corro lo más rápido que puedo a donde el olfato de mi lobo me guia, nunca había estado tan motivado, es como si mi mente se hubiera centrado solo en ella y no tuviera cabida para nada más. Gracias a esa descarga de adrenalina, mis patas solo necesitan medio rozar el suelo para obtener el impulso necesario y en poco tiempo he llegado a las ruinas de un templo que alguna vez utilizó mi r**a.
Puedo divisarla en el suelo en medio de cuatro grandes piedras. Siento que mí corazón saldrá de mi pecho, no entiendo porqué está en el suelo.
Me acerco y su olor me golpea como nunca imaginé que fuera posible; había escuchado innumerables veces del poder que tienen las mates en nosotros, pero siempre pensé que eso era una exageración, una especie de historia romántica para adolescentes, pero aquí estoy siendo golpeado bruscamente, por alguien que aparentemente aún no sabe de mi existencia, por alguien cuyos ojos aún no conozco, pero ya amo.
No está herida, su respiración es constante, solo está dormida, plácidamente dormida.
Tiene la tez blanca, el cabello castaño a mitad de la espalda, pestañas largas y curvas, es alta, su cuerpo está perfectamente balanceado, un abdomen plano y sus curvas... en ese momento aparto la vista y obligo a cambiar de rumbo mis pensamientos. Ese no es el momento para que el calor de mi cuerpo suba y la voz de mi lobo no me ayuda, mi lobo está embelesado.
Me agacho tratando de despertarla, pero no lo consigo, así que decido volver a mi forma humana y me pongo el conjunto deportivo de la tula.
Al tocar su rostro siento como una pequeña corriente recorre la zona de mi piel que tiene contacto con la de ella, ella esboza una pequeña sonrisa que segundos después desaparece, eso me gusta, aunque ella no está consciente, responde a mi tacto y eso hace aullar a mi lobo quien tiene la imaginación alborotada.
De la mejor forma que puedo, acomodo la ropa de mi mate y la cargo tan delicadamente como puedo. Estoy acostumbrado a entrenar, la delicadeza no es precisamente mi fuerte y aunque si he salido con lobas, nunca he sentido por ellas nada remotamente parecido a lo que me está haciendo sentir la mujer que llevo en mis brazos.
Me desplazo lo más rápido que puedo y al acercarme a la manada lo suficiente para establecer contacto, me enlazo mentalmente con mis padres, para ponerlos al tanto de la situación.
Mi madre nos está esperando en la puerta de la casa, pero solo paso por su lado rumbo a mi habitación y dejo suavemente a la chica sobre mi cama. Mi madre llega detrás y sin preguntar toca el rostro de mi mate y me mira en espera de una explicación.
—La encontré así en medio de las ruinas del viejo templo que está en los límites de la manada —digo de manera atropellada mientras miro a la chica —no se su nombre, no sé nada de ella madre —la angustia empieza a apoderarse de mi.
Mi madre me abraza para segundos después, alejarse y mirarme a los ojos.
—Mírala — dice con mirada firme — su respiración es estable, no está herida y sientes tu lazo de pareja estable, ¿Verdad? —mi madre tiene razón, aunque no había sentido un lazo de pareja antes, sé que está bien, su vida no corre peligro, pero es inquietante no saber porqué no despierta, ella es mi otra mitad y siento que no la estoy ayudando.
—La sensación es abrumadora madre —digo tratando de explicar como me siento —no creí que tendría una pareja destinada y si soy realista, nunca me gustó la idea de no elegir, pensar que una deidad decidiera mi destino siempre me pareció absurdo, pero hoy...mi mundo se puso de cabeza —luego rio sin gana —y ella aún no a hecho nada, ni sabe que existo... ¿estoy frito verdad?
—Así es — sonríe mi madre mientras peina mi cabello con sus dedos —pero la gran Diosa siempre tiene un plan hijo, sabes que soy fiel creyente, así que pienso que si se encontraron es porque tienen una misión que cumplir —luego relaja su rostro y me regala una cálida sonrisa —además ella nunca se equivoca, mi nuera debe ser genial para ti.
—Eso espero, sino estaré en serios problemas —vuelvo a sonreír sin gracia—¿Cuál fue la misión que les dio la diosa a papá y a ti? — pregunto sin mucha gana.
— obviamente tu y tus hermanos —contesta sin duda en su voz.
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No es normal que un lobo se enferme, así que contacto un sanador que vendrá desde un pueblo vecino. Mi padre llega temprano en la tarde y hablamos por largo rato, agradezco enormemente que me hubiera excusado de todas mis obligaciones, hasta que el asunto con mi mate esté resuelto, no había pensado aún en mis obligaciones, pero innegablemente ese es un tema que en mi mente está en segundo plano.
Por experiencia propia, mi padre sabe donde está focalizada mi atención, la atención de cualquier macho que acaba de encontrar a su pareja. Necesito saber que está bien, necesito marcarla... siento como todo me está empujando a ella, el vínculo es absurdamente fuerte.
Toda la tarde estoy en mi habitación al pendiente de mi Mate, se recuesto a su lado y dejo que su calor me invada, que su olor inunde a mis fosas nasales y me relajare. Mientras tanto, suelto un poco mis feromonas para que mi olor se impregnara ligeramente en ella, eso es casi una necesidad.
El hecho solo de verla en mi cuarto, en mi cama, hace que mi pecho se hinche de orgullo, ella es mía, la diosa Luna me ha bendecido con mi otra mitad y no hay forma racional en que pueda luchar contra el sentimiento cálido que se ha alojado en mi pecho.
La noche está muy avanzada cuando abro nuevamente los ojos y me encuentro con una imagen que me quita el aliento. Ella tiene su brazo sobre mi pecho, el calor que emite su cuerpo es reconfortante, sus labios están entreabiertos y no puedo evitar desear saborearlos.
Está noche soñé con ella, se veía triste, muy triste, sentí que mi corazón se parte sin poder ayudarla, quiero abrazarla, protegerla, pero no debo tocarla, no sin su permiso, eso lo se, además no debía preocuparme fue solo un sueño ¿verdad?
No me canso de verla, a mis ojos es la criatura más hermosa, más perfecta que existe y esos labios me están tentando, me invitan a besarla. Me acerco un poco más a ella y alcanzo a sentir el roce de su aliento, eso solo hace que todo mi cuerpo se tense y suba mi temperatura, así que me alejo sin realmente desearlo y me doy una ducha fría para bajar los ánimos.
A la mañana siguiente estamos desayunando cuando llega el sanador. Es un hombre de edad avanzada, no es muy conversador, pero tiene fama de ser muy acertado.
Inmediatamente lo llevo ante mi Mate e inicia con su examen ante mí mirada atenta y la de mis padres. Debo confesar que ver que la toca es algo que no me gusta, en más de una ocasión dejo escapar un gruñido bajo, pues la posesividad de mi lobo esta a flor de piel, sé que para examinarla debe tocarla, pero verlo es un asunto totalmente diferente.
El hombre suelta el aire de manera sonora y luego cierra los ojos por una eternidad, bueno al menos así lo siento.
— Ella está bien —afirma el sanador —su cuerpo está agotado por el viaje que acaba de hacer, tiene rastros de magia, hasta que su base energética no se restablezca, tendrá que dormir.
—¿viaje?, ¿hay algo más que pueda decirme? —pregunto con esperanza.
—No sé de dónde viene, pero sé que llegó por un portal mágico y al ser su naturaleza de loba y no de mago, eso digamos que...descargó su batería por así decirlo, pero creo que despertará entre hoy y mañana, es una chica muy fuerte, aún sin haber despertado su loba aún — dice como si fuera lo más obvio del mundo.
Yo sabía que ella aún no tiene lobo, por lo que debo estar muy pendiente de ella, pues en cualquier momento tendrá su primera transformación. Mi lobo puede sentir a su loba acercarse, eso quiere decir que ella está por cumplir los 21 años.
Tras despedir al sanador decido darme una ducha y al salir, unos hermosos ojos verdes se encuentran con los míos.
Mi mate, está despierta.