Varias mujeres entran al mismo lugar lleno de espejos, luces y disfraces eróticos. Todas hablan y disfrutan de lo que ha sido su noche, mientras ella camina hasta su silla y se queda ahí en silencio por un par de minutos.
─¿todo está bien? ─pregunta una hermosa morena de un metro ochenta con peluca lisa color turquesa.
─Estoy cansada, es todo. ─se quita el antifaz y los zapatos, reemplazándolo por unos tenis desgastados.
─Mía, deberías quedarte esta noche a dormir, ya es tarde. ─dice aquella mujer sentándose a su lado.
─Sí. –miente con una gran sonrisa. –pero ya sabes, me gusta dormir acompañada. ─suspira. ─nos vemos después. ─dice tomando un abrigo que tiene colgado en la silla y se va, guardando en su bolso el dinero.
Camina hasta un compartimento que la lleva a una puerta, y esta a la salida, saca las llaves de su bolso y sube a su auto, uno un poco viejo y destartalado, pero funcional y se dirige al hospital después de golpear aparatosamente la puerta para cerrarla.
Mientras conduce se quita el maquillaje, las lentillas de color marrón y la peluca, revelando el rostro angelical que tiene, es solo una niña rubia de ojos verdes que con ayuda del maquillaje se ve mayor.
Al llegar, una mujer sin cabello, con una mascara de oxigeno y un semblante deprimente la espera.
─¿cómo está? ─pregunta desde fuera, viendo a su madre dormir.
─No mejora. ─suspira preocupada la enfermera. ─el cáncer está ganando terreno y es muy poco lo que podemos hacer, además de esperar. ─intenta darle ánimos al ver a la muchacha cansada y ojerosa por las malas noches.
─Pero he hecho todo lo que me han dicho, lo que han pedido les he dado, ¿cómo es que no pueden salvar a mi madre?
─Señorita...
─No. ─dice cortante. ─Ella no puede morir, ya hemos pasado por esto antes y ha salido victoriosa, y esta vez no será diferente, lo sé. ─sonríe disimulando sus ganas de llorar.
─Seguramente sí. ─le sigue la enfermera su auto engaño, ella sabe la realidad, lo ha sabido por meses y si aún así decide negarse. ─Por cierto, el doctor dijo que quería hablar contigo por la mañana, y según escuché, tiene que ver con las medicinas que le están dando.
Camina hasta la cama donde aquella mujer yace respirando con dificultad, pero al escuchar a la joven ha despertado.
─Mi hermosa hija... ─levanta la mirada algo atontada a la joven. ─te ves cansada... ve a dormir... ─balbuceó intentando tomar su mano, pese a que tiembla mucho se esfuerza por tomarla, por lo que la joven la toma y besa con delicadeza.
─Estoy bien, no estoy cansada, hoy fue fácil. ─sonrie haciendo todo esfuerzo posible por disimular su cansancio, ya que ha pasado toda la tarde y noche en tacones de quince centímetros bailando y su cuerpo ya no da más.
─Eres tan joven y linda... ─suspiró terminando en una tos aparatosa.
─Descansa, la enfermera me dijo que hoy ha sido un poco complicado para ti... ─musitó acomodando su almohada tan sutil como puede. Desgarra su corazón ver a su madre así de mal.
─me gusta verte... ─sonríe acariciando su cabello. ─eres tan perfecta... tu padre no te merece... ─carraspeo.
─Duerme, por favor, solo duerme, no pienses en esa basura. ─masculló acariciando el cabello de su madre.
─Isabella... ─murmuró antes de que el silencio reinara en la habitación, siendo el oxigeno y el monitor de signos vitales o único que se escuchaba. ─no olvides jamás, que nadie más que yo te ama, mi amor. ─suspiró con dificultad.
Isabella era una buena chica, con un corazón contaminado por el odio y la sed de venganza, ama a su madre y lo único que quiere es que sobreviva.
Sé lo que quiere el doctor, dinero, siempre es dinero, pero entre el húmedo y horrible lugar en el que vivo con Lucia, la universidad, la estadía en el hospital, y ahora las medicinas, ¿que voy a hacer?, definitivamente debo apurarme en conseguir alguien con mucho dinero o subastar mi virginidad como dijo Lexi. Pero la sola idea de acostarme con alguien por dinero es repugnante, y empeora cuando sé que podría ser cualquiera, tanto un mafioso, como un viejo decrépito y pervertido, es repugnante y asqueroso, pero de ser necesario lo haré, no dejaré que mi madre se rinda, aunque aún hay la opción de Tara, pero eso de robar en una fiesta de ricos me podría meter en problemas, no puedo cuidar de mi madre si voy a prisión.
Antes de que se diera cuenta amaneció, y el solo pensar en todo lo que debía hacerlo tenía que hacer la distrajo más de lo que esperaba, ya que apenas pudo dormir treinta minutos antes de que abriera la puerta el doctor.
─Buenos días... ¿cómo estamos hoy? ─preguntó tan pronto como se iluminó la habitación.
─viva... ─sonríe con dificultad.
─Eso es bueno, ese es mi trabajo. ─sonríe amable, revisando todo lo que le han suministrado en la noche.
─La enfermera me dijo que...
─Al parecer no ha presentado más allá de lo ya esperado, y eso es bueno, volveré en un par de horas a ver como sigue. ─dice guiando a Isabella con la mirada hacia la entrada.
─Gracias... ─susurró acomodándose mejor en la cama.
─Voy a buscar algo de café, y otra botella de agua, necesito despertar. ─dice Isabella mientras acomoda lo mejor que puede a su madre y sale tras el doctor.
Al salir tras el doctor, cierra la puerta tras ella no sin antes dejarle una gran sonrisa a su madre.
─Gracias por no decir nada frente a ella, no quiero preocuparle más. ─dice cruzándose de brazo frente al médico, se ve incomoda.
─Entiendo bien que no ha sido nada fácil para usted y su madre, pero señorita, su madre empieza a decaer nuevamente y necesita la medicina experimental, necesito una respuesta inmediata, no podemos esperar más tiempo, si esperamos más, su madre no podrá entrar en la lista. ─dice el doctor preocupado. ─Sé que me pidió tiempo, pero se acaba y el estado de su madre se deteriora con rapidez, no hay mucho que se pueda hacer. Por otro lado, se requiere de este par de ampolletas para amortiguar el dolor, pero...
─Lo sé, pero... la prórroga, me dijeron que debo esperar, y no se...
─La fundación que le mencioné podría ayudar... muchas personas se han visto beneficiadas, y...
─La de la familia Jerome. ─bufó indignada.
─Para ser honesto. ─se cruza de brazos un poco curioso. ─no entiendo por que no deja que la fundación la ayude, su madre podría tener muchos beneficios, eso además de que no tendría que seguir pagando el tratamiento de su madre...
─¡Lo sé! ─levanta las cejas fingiendo entusiasmo, pero no gracias, ya veré cómo soluciono todo. ─musitó limitando su enojo. ─Ponga a mi madre en la lista, esta noche conseguiré el dinero para pagar el hospital, ya hablé con alguien que podrá ayudarme con el dinero, solo quería saber mis opciones. ─dice y regresa a la habitación.
Mi madre se levantaría de su cama, me golpearía y me arrastraría por todo el lugar de saber que el doctor la quiere meter en la fundación Jerome, ella me mataría con sus propias manos.
Ver a su madre en esa cama, tan débil y demacrada le duele demasiado, pero su madre le ha clavado en lo más profundo el odio por toda la familia Jerome, y sus conocidos, ella ha evitado a toda costa cruzarse con cualquiera de las personas que ellos frecuenten, aunque no conoce a todos.