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Sentada junto a la cama de su madre con los ojos enrojecidos, espera la que den las seis de la mañana, aún intenta poder negociar el p**o en el hospital, para que no saquen a su madre del hospital. Al ver en su pequeño y algo destartalado teléfono la hora, besa la mano de su madre don tristeza, da un largo suspiro para no volver a romper en llanto, y deja con sumo cuidado su mano bajo la manta. Con miles de pensamientos intrusivos sobre sí misma, caminó hasta la puerta, pero antes de que siquiera tocara la perilla de la puerta la puerta se abrió. ─Buen día. ─se detiene la doctora por la sorpresa de encontrarla frente a ella. ─Buen día, sé lo que dirá, y... lo intenté, hice de todo por conseguir el dinero. ─Puedo imaginarlo. ─toca su hombro con sutileza. ─por eso quise ser yo quien vi