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─No puedo creer que no vinieras ayer. ¿Sabes la cantidad de excepciones que hago contigo, por amor a tu madre? ─pregunta mientras se levanta furioso su jefe, un hombre bajito, un poco obeso, lleno de cadenas y esclavas de oro, con anillos enormes dejando casi invisible su mano por el tamaño enorme de estos, con camisa hawaiana y pantalón n***o de cuero pegado a su minúsculo cuerpo. ─Lo sé... ¡sabes...! yo... pasaron muchas cosas, y te lo puedo explicar, lo juro. No fue mi intención, ayer quería venir, pero pasaron muchas cosas y... ─¡¡A callar!! ─levanta la voz tan fuerte, que incluso por encima de la música puede escucharse como una orden. Todas las chicas y los meseros que aún ordenan el lugar, se detienen por un par de segundos al ver la seriedad del asunto. ─No estás aquí para darme