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A toda velocidad, casi perdiendo de vista la carretera, Jetro se vió obligado a detenerse a un costado, algo que Enzo no tardó en notar, ya que no iba demasiado adelantado, por lo que se regresó. ─¿qué sucede?, ¿te sientes bien?, ¿olvidaste algo? ─preguntó en cuanto bajó, siempre mirando hacia todos lados por si acaso. Estaban solos a mitad de la carretera, oscura y desolada carretera, corrían más peligro allí que en la fiesta. ─Solo quiero respirar. ─dijo recostandose sobre su auto. ─Vamos amigo, ¿qué está pasando? ─preguntó al verlo. Enzo suele ser gracioso y carismático, pero al ver a Jetro así, no halló de donde tomar el humor. En silencio, mirando al cielo con las manos en sus bolsillos, sintiendo entre sus dedos la delgada pulsera de plata, se perdió en sus pensamientos. ─