Sandra.
Me siento terriblemente incómoda. La saliva baja por mi garganta con dificultad, mientras algunas leves gotas de sudor se desplazan por mi frente, por mi extraño que parezca podría sentir una leve música de tensión cortando el ambiente que no tarda en escocer un poco a mi entrepierna.
El calor me gano más de lo que jamás pensé que me ganaría.
Nunca nadie logró dejarme completamente atónita; sin embargo, aquí estaba caminando de manera automática hacia una de mis posibles peores pesadillas del momento de la mano de mi jefe… ¡MI PUTO JEFE!
Deslizo las manos por mi cabello temblorosa, sintiendo que en cualquier momento perderé los estribos y acabare corriendo como toda una cobarde, interesándome menos de lo que alguien se imagina el criterio o las amenazas de Pantera que no tar
