ASHER.
Clavé el tenedor en el trozo de carne.
—Ay, el niño trae su almuerzo —se burló Liam llegando a la mesa—. ¿De qué es tu lonchera? ¿De superhéroes?
Le saqué el dedo medio.
—Apenas tengo dinero para otros gastos, mi mamá me ha dejado en cero y claramente aún no tengo mi primer salario porque sólo he trabajado unos días —volví a tomar un trozo de carne del tupper—. Soy pobre.
—No puedes decir que eres pobre si tu ama de llaves te preparó la comida —se burló, y también tomó un poco de mi almuerzo—. Uy, dame más, esto está muy bueno.
Le pasé el tupper completo.
En un mundo donde crecí sin tener que medir el dinero, sin temer gastar más de la cuenta porque las tarjetas de crédito siempre estarían conmigo, yo era pobre; en el mundo de otros, se me seguía considerando rico.
Mi her
