Llega Ángel de improvisto a la casa de Inmaculada, está decidido hacer lo que sea, para tenerla a su lado a como dé lugar. Así sea bajo amenazas, se presenta y ella se intimida al abrir, no obstante, su espíritu valeroso queda al descubierto: —Te vas o grito—le advierte Inmaculada en la puerta, Ángel sin importarle su advertencia ingresa a la casa. Inmaculada lo mira con aprensión y le dice nuevamente: —Sino sale por las buenas, grito. Tengo vigilancia afuera. —Hablas del policía, que custodiaba tu puerta, seguramente está de paseo por la ciudad. Le di mucho dinero, para que se diera una vueltecita por ahí—afirma Ángel con mucha serenidad. —Eres un cínico. Estás enfermo—señala Inmaculada. Ángel con la entereza y arrojo que lo caracteriza, la toma con mucha fuerza por los hombros y la