CAPÍTULO CUATRO

374 Words
CAPÍTULO CUATRO Rómulo estaba en la proa de su barco, el primero de la flota, miles de barcos del Imperio a su espalda y miraba hacia el horizonte con gran satisfacción. Por encima volaba su manada de dragones, llenando el aire con sus chillidos, luchando contra Ralibar. Rómulo se agarraba a la barandilla mientras miraba, clavando sus largas uñas en ella, cogiéndo la madera con fuerza mientras observaba como sus bestias atacaban a Ralibar y lo hundían en el océano, una y otra vez, inmovilizándolo bajo el agua. Rómulo gritó de alegría y apretó tan fuerte la barandilla que se hizo pedazos mientras observaba como sus dragones salían disparados del mar, victoriosos, sin rastro de Ralibar. Rómulo levantó las manos por encima de su cabeza y se inclinó hacia adelante, sintiendo un ardiente poder en sus palmas. «Adelante, mis dragones», susurró, con los ojos brillantes. «Adelante». Tan pronto pronunció las palabras los dragones se giraron y fijaron su mirada en las Islas Superiores; se apresuraron, chillando, levantando sus alas. Rómulo sintió que los controlaba, se sentía invencible, capaz de controlar cualquier cosa en el universo. Después de todo, todavía era su luna. Pronto se agotaría su tiempo de poder, pero por el momento nada podía detenerlo. Los ojos de Rómulo se iluminaron al ver a sus dragones dirigirse a las Islas Superiores, veía en la distancia a hombres, mujeres y niños corriendo y gritando desde su camino. Miraba con placer como las llamas arrasaban con todo, mientras la gente se quemaba viva y como la isla entera se levantaba en una enorme bola de llamas y destrucción. Él saboreaba el observar como era destruida, de la misma manera que había visto como el Anillo se destruía. Gwendolyn había conseguido escapar de él, pero esta vez no había a dónde ir. Por fin, el último de los MacGils sería aniquilado bajo su mano para siempre. Por fin, no quedaría un solo rincón en el universo que no estuviera subyugado a él. Rómulo se giró y miró por encima de su hombro a sus miles de barcos, su inmensa flota que llenaba el horizonte. Respiró profundamente y se inclinó hacia atrás, levantando su rostro hacia los cielos, levantando las manos a los lados y lanzó un grito de victoria.
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