Miré fijamente al chico alto, de rostro simple y con sonrisa fácil, hablando animadamente con mi pelirroja. Ésta parecía sumamente extasiada por lo que el insignificante ése le decía, pero ni siquiera alcanzaba a escuchar lo que hablaban esos dos. No sabía cómo hacer para escuchar su conversación, pero tenía mi mirada fija en donde estaban y no me importaba si los demás lo notaban o el pasillo se llenaba de chismes, estaba decidido a saber qué rayos pasaba entre ellos. Si es que en verdad tenían algo que ver. —Alanys, te necesito aquí —llamé con voz firme a la pelirroja, una que me miró enfurruñada y se cruzó de brazos de manera desafiante. ¿Acaso iba a salir con una frase grosera delante del mensajerito ése? No pensaba permitirlo, aunque acabara con su club del chisme, debía tener