Seguramente podía oír a los ángeles cantar en el cielo, me había quedado paralizado, completamente aturdido de que Alanys haya dado el primer paso para besarme.
Sin embargo, salí de mi letargo y comencé a corresponderle, sintiendo que su cuerpo se relajaba por completo, entregándose a lo que ambos deseábamos desde hacía rato.
¿Y si esto nuevamente se trataba de un sueño?
Estuve a punto de soltarme de su agarre, pero su manera convincente de besarme y la manera en cómo se colgó de mi cuello, fue suficiente incentivo para dejarme hacer y atacar su boca con pasión.
—Alan… —susurró ella con voz queda, cuando comencé a colar mi manos por entre su blusa, sintiendo que se estremecía de la cabeza a los pies.
—No sabes cuánto te deseo —murmuré contra sus labios y la sentí tensarse, tratando
