Salvando a LuƖu

2334 Words
Me acerqué al sonido, olfateando el aire ocasionalmente para saber contra qué me enfrentaba. El viento no me estaba ayudando. Estaba en contra del viento de lo que fuera y solo estaba oliendo los aromas que estaban en esta parte del bosque. De vez en cuando, habría un pequeño grito y me orientaría con él. Llegué a un lugar donde el suelo se hundía. Había algunos árboles en mi camino, pero podía distinguir un camino mayormente despejado debajo. Me acerqué lo más posible al borde sin revelarme. Un movimiento captó mi atención. Un hombre estaba luchando con una niña. Ella le estaba pateando mientras él la llevaba con su mano sobre su boca. Estaba gruñendo y resoplando. La niña retrocedió su rostro y luego pareció casi lanzarse hacia adelante. El hombre gritó y la soltó. Ella gritó. Era el grito que había escuchado antes. La niña giró para correr, pero el hombre agarró uno de sus coletas y la atrajo hacia atrás.  —Si me muerdes de nuevo, te arrancaré todos los dientes, perra —gruñó él. La niña cayó al suelo y se volvió lánguida. Pude ver un moretón en su mejilla y tuve que sofocar un gruñido que surgió de mi pecho. El viento cambió y capté el olor de las personas debajo mientras el hombre intentaba levantar a la niña.  Ella era una cachorra licántropa. Dado que parecía tener alrededor de seis o siete años para un humano, suponía que tenía alrededor de cuatro o cinco años. Las cachorras licántropas crecían más rápido que las cachorras humanas. También podía oler magia mezclada con algo podrido. Había olido brujas antes, pero siempre tenían un aroma brillante, como algo que se seca al sol. Él debe ser una bruja oscura. Eso lo explicaba todo. Tenía que haber una forma en que pudiera sorprenderlo sin que me viera. Las brujas tenían todo tipo de cosas mágicas extrañas que podían afectar a un lobo. Ni siquiera sabía qué tipo de bruja era, así que no podía planear en consecuencia. Un poco más abajo, pude ver un lugar donde el saliente estaba justo sobre el camino. Podría caer justo sobre él. Solo necesitaba asegurarme de no lastimar a la cachorra. En silencio, solté un ladrido suave. El tipo de sonido de —boof— tranquilo de un canino en guardia. Desde mi escondite, pude ver que la cachorra se animaba. No sabía si entendería lo que yo quería. —Levántate del maldito suelo o te mataré aquí mismo y volveré por tu hermano. Cualquiera de los dos servirá. Todos están buscándote a ti, así que hay menos gente para protegerlo —gruñó el hombre.  —No —ella jadeó—. No lastimes a mi hermano. La niña se levantó del suelo y el hombre la agarró de la muñeca y la acercó a él. Se agachó y se acercó mucho a su rostro. Empecé a acercarme sigilosamente a mi punto de emboscada.  —Si tengo que volver por él, mataré al resto de ellos también. Haz lo que te digo y serás la única que tenga que morir. ¿No es mejor que todos los niños de tu familia? —siseó él.  —Sí… sí. Iré —susurró la niña. Estaba oculta en mi punto de emboscada y lo vi caminar con ella siguiendo detrás, su pequeña muñeca agarrada con fuerza. La niña era bonita. Tenía un rostro pequeño como el de un duende con cabello n***o brillante atado en dos coletas. Podía decir que era amada y cuidada. Sus padres no la perderían si yo tenía algo que ver con eso.  Justo cuando estaban a punto de pasar por debajo de donde me ocultaba, dejé escapar un pequeño gemido y la niña retrocedió. El hombre había relajado su agarre lo suficiente como para que ella pudiera liberarse.  Al girarse para golpearla, salté sobre él y lo derribé poniéndolo boca abajo. No iba a esperar a que descubriera qué estaba pasando. Cerré mis mandíbulas alrededor de la nuca de su cuello, apoyé mis patas en su espalda y mordí con todas mis fuerzas, y comencé a sacudirlo. El hombre forcejeó un poco, luego hubo un sonido de estallido, crujido y se detuvo de moverse. Lo solté y lo rodé. Todavía estaba vivo. Lo había decapitado internamente. Gargajeó un poco y volví a atacar, mordiendo y arrancándole la garganta. La vida se desvaneció de sus ojos mientras su corazón luchaba por bombear sangre a través de las arterias que ahora estaban cortadas. Su sangre se filtraba en el suelo. Miré a la pequeña cachorra. Estaba mirando al hombre muerto.  Intenté hacerme lo más pequeña posible mientras me arrastraba hacia ella. No quería que tuviera miedo, pero necesitaba ver que no era alguien conocido. Husmeé su mano y ella dio un pequeño salto, luego me abrazó. La niña comenzó a llorar mientras se aferraba a mi cuello. Sabía que le estaba manchando de sangre del brujo, pero ella necesitaba consuelo. Pobrecita, estaba intentando ser valiente todo el tiempo que él la tuvo.  —¡Quiero a mi mamá y a mi papá! —sollozó ella. Usando mi pata, intenté palmearle la espalda. Era incómodo, pero parecía calmarla. Decidí llevarla lo más cerca posible de su hogar. Olía a manada, así que no quería acercarme demasiado a sus fronteras. La dejaría lo más cerca posible de ellos, facilitaría que los guerreros o quien estuviera buscándola la encontrara.  - Cuando soltó, me acosté y le resoplé. En mi manada, esto era algo que los lobos adultos hacían para dejarle saber a los niños que podían trepar sobre ellos. Parecía ser lo mismo en su manada. Se subió a mi espalda y agarró puñados de mi pelaje, bajando su cuerpo para estar más cerca del mío, como montar una moto de carreras. No quería correr y arriesgarme a perderla. Seguí el olor de ella y del hombre de regreso por donde habían venido. Él la llevó a través de un pequeño arroyo. Debería haberme dado cuenta. Los bajos de sus pantalones y sus zapatos estaban mojados. Crucé el arroyo y olfateé el suelo, caminando junto a él hasta que volví a oler su aroma.  Ella sollozaba pero se aferraba mientras yo buscaba su hogar. Era bastante reconfortante para mí. No me había dado cuenta de cuánto necesitaba contacto. Mi nariz estaba en el suelo mientras seguía su olor. Por eso me sorprendió cuando un lobo de color bronce y canela saltó frente a mí. Ella también era bastante grande. Al menos del tamaño de un Alfa. Gruñó hacia mí.  La primera reacción que tuve fue proteger a la cachorra. Estaba lista para huir. No podía luchar con ella en mi espalda, pero no dejaría que esta loba le hiciera daño. Empecé a retroceder lentamente, lista para girar y correr. Esta loba olía diferente, casi como una manada pero también como una renegada. No como una ex renegada de una manada, como yo, pero una renegada que de alguna manera también era una manada. Dudaba que la mayoría de los lobos pudieran distinguir la diferencia, pero mi sentido del olfato siempre había sido un poco más agudo, incluso antes de que yo manifestara el sentido del olfato de Heather, era más fuerte. Ella olía las cosas mejor que los demás. Rápidamente me di cuenta de una cosa, la niña olía de manera similar a esta loba. Estaba segura de que era su madre y detuve mi retirada lenta. Necesitaba devolverle a su hija y alejarme. La loba se acercó sigilosamente con los dientes al descubierto. Probablemente olía a su cachorra, pero no podía verla. Me agaché en el suelo. Esto fue en parte para permitirle ver a su cachorra y en parte como un signo de sumisión. El poder que emanaba de la loba me decía que no era alguien con quien meterse. —Mamá —chilló la niña. Rápidamente, la loba se convirtió en una mujer pequeña que corrió hacia mí y tomó a su cachorra de mi espalda. Envolvió a la niña en sus brazos y la meció contra su cuerpo.  —Oh, Lulu, cariño. Me alegra tanto que estés a salvo. Mi pequeño ángel. Oh, Diosa, estaba tan asustada —dijo la mujer dulcemente.  —El lobo mató al hombre —le dijo Lulu a su mamá. La mujer me miró con lágrimas en los ojos. Podía decir que realmente tenía miedo de haber perdido a su cachorra. Esperaba que estuviera lo suficientemente agradecida como para dejarme ir. Ella era una Alfa. Podía sentir ese poder, pero no de una Alfa de manada, y me di cuenta de que Lulu era una cachorra Alfa de manada. —Gracias por salvar a mi cachorra. Lamento haber gruñido hacia ti. Mi loba y yo podíamos olerla en ti y había toda esa sangre, pero no la podíamos ver. Actuaste rápido. Yo estaba lista para matarte —había olvidado la sangre. Debería haberme limpiado en el arroyo, pero realmente no pensé que me encontraría con otro lobo. Fui muy cuidadosa, pero parecía que ella apareció de la nada—. ¡Oh, Diosa! Sé quién eres. Te llaman el lobo fantasma. Tuve suerte de que estuvieras cerca cuando mi Lulu desapareció. Todos hemos leído cómo salvaste a niños humanos. Me alegra que también salves a cachorros de lobo —dijo la mujer.  Un hombre en pantalones cortos llegó corriendo por el sendero detrás de ella. Tenía un paño en la mano y se lo pasó a la mujer cuando le entregó a la niña. Comenzó a besar y restregarse contra Lulu. Ese debía ser su padre. Era alto, como la mayoría de los licántropos. Sus hombros eran anchos y pude ver que sus músculos estaban muy bien definidos. Tenía el mismo cabello n***o brillante que su hija, pero tenía algunas canas ligeramente grises en sus sienes. Lo más destacado era que era realmente hermoso. No guapo, hermoso. Especialmente para un hombre mayor. Más importante aún, tenía razón. Lulu olía a una mezcla de él y su madre. El poder que emanaba este tipo era el poder de un Alfa. Renegados que esto fuera suficiente como para salvarme de ser asesinada. Su compañera se puso el vestido que le había traído y se volvió hacia mí. Tenía el mismo rostro pequeño como de hada que su hija, con cabello bronce y ojos color caramelo. Lo más notable de ella era lo pequeña que era. Parecía tener la altura de Heather.  —Ven con nosotros. Te limpiaremos y te daremos un lugar seguro para dormir esta noche. He querido conocerte desde hace unos años. Soy la Reina Bellamy Deveraux. Él es mi esposo, el Alfa Lucien Deveraux. Y nuestra hija mayor y futura Alfa, Lunette Deveraux. Estamos aproximadamente a media kilómetro de la frontera de Lune Rouge, ¿sabes dónde estás? —preguntó.  Sabía que estaba en Oregón, en el territorio del Colectivo del Corazón Comido, así que asentí. Sabía que no moriría hoy. Era un m*****o honorario. Ella sonrió ampliamente.  —Levántate y ven con nosotros —dijo la reina Bellamy. Realmente no había nada más que hacer. Si no me levantaba y la seguía, podría enojarse. Tal vez ella podría ayudarme a despertar a Heather. Tal vez me concedería un favor por salvar a su hija. Sin embargo, no sabía cómo comunicarle mi problema—. No tenemos más ropa para mantenernos abrigados, así que necesito que permanezcas en forma de loba hasta que lleguemos a las tierras de la manada. Estás completamente segura. Ya he vinculado a los guardias y a todos los que estaban buscando a Lulu. Nadie te atacará —prometió.  Inclinando mi cabeza, asentí y los seguí mientras ella y su esposo caminaban, él llevando a su hija y ella vigilándome. Era para asegurarse de que no atacara por detrás o de que no escapara. Las dos cosas tenían sentido. El sol se puso muy bajo mientras caminábamos. Era la época del año en que el sol comenzaba a ponerse más temprano. Eso significaba que dormía mucho más porque rara vez deambulaba de noche. No era realmente el mejor momento para cazar. La mayoría de las cosas ya estaban preparadas para la noche. Pude oler la frontera de la manada mientras nos acercábamos. Me detuve en el borde de ella. Habían pasado años desde que estuve en las tierras de una manada. Traía recuerdos de cuando abandonamos nuestra manada y rechazamos todo lo que habíamos conocido. No pude evitar emitir un gemido.  —Te aseguro que mi manada está a salvo y eres considerada una heroína para nosotros. Salvaste a nuestra futura Alfa y la trajiste de vuelta a casa. Eres una huésped de honor, señorita Loba —me dijo el Alfa Lucien.  —Si estás asustada porque no has estado en las tierras de una manada desde que te fuiste o fuiste desterrada, no lo estés. Sé que te dijeron que te habían convertido en m*****o honorario de mi colectivo. Soy tu reina. No permitiré que nadie en mi territorio te haga daño. Lo prometo —sonaba sincera. Lulu me miraba esperanzada, aunque sus padres parecían muy tranquilos y firmes. Hicieron parecer como si quisieran que fuera con ellos pero preferirían que fuera mi elección en lugar de su orden. Me gustó eso.  En nuestra antigua manada, los miembros de rango solo ordenarían a las personas que hicieran cosas. Este lugar era mejor. Di un paso adelante y crucé la frontera de la manada. No pasó nada. No fui golpeada inmediatamente por la Diosa. No sentí automáticamente presión para doblegarme a la voluntad de los demás. Me sentí segura. —Vamos a casa. Tengo a los Omegas preparando una bañera de agua para quitar esa sangre de tu pelaje antes de entrar en la casa. No quiero que los pequeños se asusten —dijo la Reina Bellamy mientras seguíamos caminando.  Esto era todo. Este debía ser el lugar donde finalmente despertaría a Heather. Esperaba que no se enojara porque no pasaríamos nuestro cumpleaños en la playa. 
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