Diana
– Ehmm ¿estás casado? – no puedo evitar preguntarle e inmediatamente siento que muero de la vergüenza. Aun así, hago un intento por disimular mi sentir y trato de mostrarme segura de mí misma.
Por dios, hace un momento un hombre estuvo a punto de golpearme y le pregunto eso a mi salvador, ¿qué está mal conmigo? ¿Qué va a pensar de mí? Aun así, no me retracto y noto como me lanzó una miradita al escuchar mi pregunta.
– No – solo dos letras y yo quiero sonreír en grande, aun así, me obligo a mantenerme serena lo mejor que puedo, no quiero parecer desesperada.
– Oh… ¿y novia? – no me doy cuenta cuando entramos al ascensor, tampoco cuando llegamos a mi piso. El tiempo con él siempre se me pasa volando. Es que es tan maravilloso…
– Tampoco – me mira fijamente y entiendo la pregunta q
