IV

2128 Words
Diana Tarareo mientras arreglo las hojas boca abajo en cada una de las mesitas de mis pequeños alumnos. Hoy tocará examen sorpresa y muero por ver sus reacciones. Son tan tiernos. - Didi, el recreo acaba en cinco ¿ya comiste? – niego ante las palabras de Amanda. Anoche estuve ocupada limpiando mi casa y olvidé que hoy tenía programado el examen, es por eso que comencé a redactarlo apenas mis niños salieron a su receso. Por un momento pensé que no acabaría a tiempo, pero por fortuna, conseguí el modelo que había hecho para esto hace unos días y solo tuve que arreglarlo un poco y sacar las copias. - Me comeré una barrita de granola mientras hacen su examen, no te preocupes – una vez termino de arreglar todo, asiento satisfecha. Será divertido verlos sorprenderse por esto y después quejarse como si fuesen adolescentes en la preparatoria con materias súper complicadas. Mis chiquitos ven muchas películas y me lo han demostrado más de una vez por sus reacciones. Son tan preciosos y graciosos. Muy ocurrentes. - No es suficiente, le diré a Victoria – abro los ojos sorprendida hacia ella y le pido que no lo haga. Vicky reaccionará igual a que si le dijesen que planeo hacer un ayuno eterno. - Entonces come algo – asiento. - Si mamá, ahora vete a tu salón – ella suelta una risita, pero al final me deja sola, lo que agradezco. Ya estando completamente sola y sin nada que hacer, me desparramo en mi silla. Estoy tan cansada, y es que a duras penas pude dormir un poco; el motivo, tiene nombre y apellido. Viktor Bogdanov. ¿Por qué no puedo dejar de pensar en ese hombre? Solo lo vi una vez y hablamos si acaso unos minutos ¿qué tan patética puedo ser por flecharme de esta manera? Y eso sin mencionar lo avergonzada que me siento por la manera en la que lo abordé. No solo debí verme estúpida al caer de esa forma en sus brazos, sino que después hablé y hablé sin parar, seguro le fastidié muchísimo. Pero igual me respondía todas las preguntas que le hacía. Él es una buena persona, no tenía siquiera porque soportarme y lo hizo. Suelto un suspiro pesado. Esta mal que siga pensando en él de esta manera, no tiene sentido, ser amable no es un motivo suficiente para fantasear, además, solo fue una pequeña charla, él fácilmente pudo haberla fingido. Yo sé de esto, he convivido con personas que solo fingen durante meses y meses, cualquiera podría hacerlo durante unos minutos. Sí, estoy siendo tonta y lo mejor será olvidarlo. - ¡Maestra! – me pongo de pie de un salto y me acerco a la puerta del aula, viendo como mis chicos corren hacia mí y se detienen en una fila una vez van llegando. - Creo haber visto a unos pequeños niños corriendo por los corredores – canturreo con una sonrisa. Los tres primeros cubren sus bocas y niegan, pero quien está de cuarto, una niña de cabello rojizo y grandes pecas, asiente. - Si profesora, ellos dijeron que el que llegaba primero ganaba y los otros tenían que hacer lo que él pidiera – los mencionados voltean ofendidos hacia ella y escucho como le susurran que es una chismosa, pero ella no se inmuta y se queda viéndome fijamente. - Ya, ya basta, ustedes harán líneas, está mal tratar mal a sus compañeros ¿bien? – los tres fruncen sus lindas cejas, pero asienten con la mirada baja – Miranda, gracias por decirme linda – ella asiente y me sonríe en grande. >> Bien – los cuento y una vez compruebo que no me falta ni uno, los dejo entrar al salón – Hoy tendremos examen sorpresa – todos sueltan un quejido, lo que me hace reír – Así que se sientan rápido, todos a sus puestos. Veo como todos se demoran lo más que pueden antes de tomar asiento, e incluso eso lo hacen lentísimo. Vuelvo a reír. - Volteen las hojas y comiencen, tendrán una hora – y me quedo viendo concentrada a mis pequeños alumnos responder las preguntas. Estarán bien, son muy inteligentes, y el viernes vimos esto mismo. Ah, el viernes, ese día pasaron tantas cosas. ---------------------------------------------------------- Me despido con una sonrisa de todos mis chicos y una vez se marcha el ultimo, de la mano de su madre, me adentro al aula para como siempre, revisar que nada se quedara. - Toc toc – volteo hacia la voz y sonrío al ver a Thomas parado ahí con su cara brillante de felicidad. Seguro pasó un buen fin de semana con su hijo. Eso es asombroso. - Hola Tomy ¿cómo vas? – lo saludo a la distancia porque sigo buscando algún objeto perdido. - Muy bien, Di ¿y tú? No te vi en el receso – niego y me adelanto hasta mi escritorio. - No, le pedí el favor a Amanda que estuviese pendiente de mis niños, olvidé que para hoy había programado un examen sorpresa – ni siquiera yo sé en donde tengo la cabeza - ¿Cómo te fue con tu hijo? No había tenido la oportunidad de preguntarte. Juntos, caminamos a la salida. Todavía hay padres con sus hijos, algunos hablando con profesores, otros yéndose a sus carros y otros simplemente hablando con los representantes de compañeros de sus hijos. - Fue asombroso, llevé a Zack al parque, al zoológico y después fuimos por helado – asiento sin dejar de sonreír. - Eso es maravilloso… - se me va la respiración cuando veo una gran espalda vestida con una chaqueta oscura y su cabello azabache peinado hacia atrás. Sin darme cuenta, incluso me detengo. Siento mi cara caliente y me invade nuevamente esa vergüenza debido a mi comportamiento aquella noche. Por dios, como se me ocurre emborracharme de esa manera, que bochorno. - ¿Diana? – ese hombre al que no he podido dejar de ver, se da la vuelta y apenas ahí respiro profundamente. No es él. - ¿Sí? – volteo hacia Thomas y sonrío como si nada hubiese pasado, pero la verdad es que mi corazón sigue latiendo un poco más rápido de lo normal. - Estás roja y te paralizaste ¿qué viste? ¿estás bien? – asiento repetidas veces sin poder evitar voltear nuevamente a aquel hombre que sonríe levantando en brazos a su hija. No puedo creer todo lo que sentí solo por pensar que ese señor era Viktor. Soy tan vergonzosa. - Creí que vi a un conocido y me puse un poquito nerviosa – suelto una pequeña risita, burlándome de ese pequeño momento patético que tuve – Lo siento, me impresionó bastante – él sigue viéndome con el ceño fruncido. - ¿Es alguien que te hizo daño o algo así? – niego volviendo a sentirme un poquito roja. No quiero decir que tengo un pequeño flechazo por un desconocido. - No, no, nada de eso – le doy una última ojeada al señor antes de seguir caminando - ¿Qué estabas diciéndome? - Solo te comentaba que Zack me preguntó por ti – ah, tan precioso. El año pasado fue uno de mis alumnos y lo único que tengo por decir es que es sumamente tierno e inteligente. - Aw, lo extraño ¿cómo le va con Erika? – ella es su nueva profesora por lo mismo que ella dicta un grado más que yo. - Bien, dice que es linda pero que tú siempre serás su favorita – suelto una risita. Me lo podría comer a besos. Es un niño adorable. - No lo digas frente a ella o le pondrá más tarea – me burlo en broma. Nosotras tenemos esta pequeña rivalidad en broma frente a los niños, ya que primero son mis alumnos y después cuando pasan de grado, llegan a su cuidado, entonces nos gusta bromear sobre quien es mejor profesora. Los chicos disfrutan vernos y decir a quien prefieren y luego cambiar de opinión cuando fingimos sentirnos ofendidas o algo así. - Sabes que es un caballero, él jamás diría algo como eso – sí, es como un pequeño príncipe – Hablando de eso, me dijo que quería invitarte a salir – vuelvo a reír. - Recuerdo cuando me hacía cartas – ¿Cómo no amarlo? Era una dulzura. - Sí, bueno, yo le dije que lo ayudaría con eso y te invitaría por él – me volteo a verlo y lo noto algo avergonzado – ¿Te gustaría salir en una cita con nosotros? – me sorprendo. No pensé que Thomas tenía esa clase de sentimientos hacia mí. - ¿Y su mamá lo permitirá? – ella es quien tiene la custodia del niño casi completamente, no digo que sea justo porque Thomas es un buen padre, pero así son las cosas, él no puede salir cuando quiera con su hijo. - Yo hablaré con ella, no te preocupes, entonces ¿qué dices? – dudo, claro que lo hago. No me siento de esa manera sobre él, es un buen amigo, pero eso es todo. Entonces, cuando voy a negarme porque en serio no quiero ilusionarlo y que luego no funcione. Algo capta mi atención. Un hombre con ropa oscura, espalda ancha y cabello azabache. Frunzo el ceño, y cuando se gira un poco, puedo saber por su perfil que no es quien creo que era. Me volveré loca. No es posible que confunda a todo el mundo con Viktor. - Está bien, podríamos salir, será lindo volver a ver a Zack – puede que me esté apresurando, pero lo que más necesito en este momento, es sacarme a ese hombre de la cabeza. - Perfecto – me sonríe en grande y yo no puedo evitar corresponderle el gesto. Thomas es lindo, un buen padre y una gran persona ¿por qué no le doy una oportunidad? Puede que finalmente consiga vivir mi historia de amor. Lo conozco hace años, vi cómo se comportó con su mujer cuando estaban juntos y puedo decir que él fue buena pareja, hasta que bueno, cometió un error, pero nos dijo que estaba muy arrepentido. Quizás ella solo no era la indicada y por eso él no pudo evitar caer en tentación, quien sabe. ----------------------------------------------------------------- Sus manos recorren lentamente mi cuerpo, son insistentes, como si no quisiera dejar un solo centímetro sin acariciar. Gimo. Siento como me voltea boca abajo con sorprendente maestría, y luego, frente a mí, consigo un trozo de seda. - ¿Qué es eso? – no obtengo respuesta. Él toma la tela y la amarra alrededor de mis ojos. Me tenso un poco, asustada al no poder ver - ¿Qué estás haciendo? – lo próximo, es un par de labios besar mi hombro e ir subiendo hasta mi cuello. Con eso, dejo atrás todo el temor de lo que podría pasar o lo que no. Vuelvo a gemir al sentir como raspa cuidadosamente mi piel con sus dientes. Sus manos viajan hasta mis piernas y las aprieta suavemente, todo mientras sigue repartiendo besos en mi espalda. Podría llorar ahora mismo. Está tratándome tan delicadamente que me siento amada, aun cuando sé que él no me corresponde. Hay un cumulo de sentimientos ahora mismo dentro de mí. Estoy excitada, emocionada y triste. Él está complaciéndome solo porque se lo pedí, pero no porque me amara realmente. - Quiero verte – le pido. Quiero tocarlo, besarlo y venerarlo tal y como él está haciendo conmigo. Pero la única respuesta que obtengo, es sentir como se separa de mi cuerpo. Quiero enderezarme y quitarme la venda, pero una mano entre mis omoplatos me detiene. No me permite moverme. - Déjame verte – me arqueo al sentir una mano acariciar entre mis muslos. Lo hace calmadamente, como si estuviese descubriendo que es lo que guardo ahí – Por favor – no sé qué estoy pidiéndole. Quizás que me deje verlo. Vuelve a alejarse de mí, pero ahora vuelve a voltearme y cuando menos me lo espero, me quita la venda. Lo primero que veo al abrir mis ojos, es un par de ojos bicolor. En el centro, son color miel, pero después, a los bordes del iris, son azules. Son los ojos más bonitos que he visto en mi vida. Estiro las manos para tomar su cara y hacer que me bese, pero me detiene. Toma mis manos y las pone sobre la cabeza. Veo como baja la mirada y hago lo mismo. Jadeo al ver lo cerca que está por entrar a mí. Siento que tiemblo por la excitación. - Vi… - no me deja terminar de hablar cuando se adentra en una embestida. Me despierto. Esto tiene que ser una broma.
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