Salgo a caminar un poco, me siento sola sin importar todas las personas que me rodean, cubro mi cabeza ya que estamos empezando el invierno, la nieve cae poco a poco. Entró a una pequeña cafetería especialista en chocolate caliente, me siento y pido uno mientras que mis lágrimas caen una tras otra vez, cuanta falta me hace en estos momentos mi mamá, o al menos tener a un papá presente, tomo un sorbo y puedo sentir el sabor a hogar, una voz llama mi atención, es él, el profesor noah. intento observar y se ve comiendo algo junto a una mujer muy joven, están riendo, siento un poco de celos, claro por eso no me presta atención, tiene novia o esposa o quizá una amante. Me levanto y voy caminando con mi chocolate caliente, la curiosidad me gana y debo saber de quién se trata, caminó suavemente hasta que “accidentalmente” se me cae el vaso mojando el abrigo de ella, pero al verla bien casi se me cae la cara de la vergüenza, es una niña.
—Disculpame, se me deslizó — dije realmente apenada. —Ay profesor, no pensé verlo por acá, le ofrezco disculpas —. Tomé una servilleta y en estos momentos me siento realmente apenada.
—Señorita Paez, no se preocupe, se puede retirar yo termino de limpiarla —. Me hace señas con sus manos y se acerca a esta niña y la limpia con tanto amor.
—Lo siento mucho profesor, no quería mojar a su hermana —, hablo rápido.
—No soy su hermana, soy su hija —. Ella enarca una de sus cejas y me habla de forma golpeada. Acá es donde veo que él es un hombre que quizá esta plenamente casado, luego recuerdo como mi papá se puso por alguien que se metió al medio de su relación con mi mamá y no puedo sentirme bien por estar buscando a como dé lugar su atención. —Papá, tus estudiantes te siguen a todo lado, así son de acosadoras —, achico mis ojos y la miró con rabia, que tal esta niña tan atrevida.
—Profesor lo lamento no quise importunar a su familia, si quieren puedo invitarles la cuenta —, él me mira fijamente, claro debo tener los ojos hinchados por como he llorado, claro debo verme horrible.
—Amor esperame acá, te voy a traer un postre que la señorita Paez va a invitar, ¿Quieres un tiramisú? —, ella se le acerca y le da un fuerte abrazo, pero a mi me hace señas con sus manos como si me dijera “alejate de mi papá”
Seguí al profesor hasta la caja, él pidió el postre de la niña y otra porción para llevar, saque de mi bolso dinero pero él me detuvo la mano y sacó de su bolsillo una tarjeta y le pagó al cajero. Dió media vuelta para observar a la niña, luego me miró a mi.
—No debería llorar por él, acepte este postre en forma de disculpas de su parte. Yo me conformo con que se coma esto y vaya a su casa, mire y reciba el consejo, no vale la pena llorar por hombres —, lo miró extrañada, no tengo ni idea a que se refiere.
—Profesor no comprendo, podría ser más específico por favor.
—De su novio, mire cómo está sola, acá llorando en medio de la noche —. Quiero reirme, de verdad quiero hacerlo, se me hace tan lindo.
—Ahh no, si estoy llorando por un hombre pero no por él, no tengo novio, lloro por mi papá, por lo desinteresado que está de mí —, no se porque le dije eso, pero sentí que estaba en confianza con él.
—Lo lamento, no sabia. Igual el postre, puede tomarlo y comer. por mi no hay ningún problema.
Sin decir palabra alguna me deja allí y se va con su hija, me siento en la silla que está frente a ellos, quiiero ver cómo es su esposa, mientras que como siento como me mira, esta vez su mirada es diferente, método de una forma provocativa la pequeña cuchara en mi boca, lamiendo el exceso de crema de la cuchara. El no despega su mirada ni un segundo mí y eso me encanta, mi teléfono suena, lo levantó y miro y es mi papá honestamente no tengo muchas ganas de escucharlo, apago el teléfono con mi corazón destrozado.
—Señorita Páez, si quiere podemos acerla a su casa —, miró y está el profesor frente a mí y su hija aún lado, con cara de pocos amigos.
—No gracias, créame que al lugar que menos quiero ir es a mi casa, y agradezco que de pronto su esposa se enoja, voy a quedar un poco más de tiempo acá —, la niña abre sus ojos y me mira de otra forma.
—Mi mamá no se va a enojar, ella sabe lo buen hombre que es mi papá. Pero si quieres mientras te sientan más de ánimo y puedas ir a tu casa puedes venir con nosotros, iremos a caminar por la plaza central —, el profesor abre sus ojos sorprendido, creo que no esperaba la reacción de su hija, obvio menos yo. —Entonces que dices, yo quiero ir a ver la luces lo más pronto posible.
El profesor asintió con su cabeza y me hace una seña para que lo siga, me levanto y Vamos caminando ellos dos van abrazados y yo me siento como un hongo, pero cuando llegamos de la plazoleta central las luces se hacen presentes y la noche se hace mágica, mis planes nunca han sido así, soy más de fiestas y cosas por el estilo.
—¿Te estás divirtiendo?, Siempre venido con mi papá este lugar es algo mágico para nosotros dos —, ella se ubica a mi lado. —Mi nombre es Lina y el tuyo.
—Soy Adriana, sabes, te envidio. Me gustaría haber tenido una relación así con mi papá, como la que tienes con el profesor, es más me gustaría menos que abra demostrar a mi papá un poco de interes en mi —, limpio una de mis lágrimas, creo que todo este tema me pone muy sensible.
—Algo así sucede que mi mamá, pero tengo mi papá disculpa si soy grosera, créeme que me da miedo que hayan llegado a quitarme a mi papá, su amor y atención.
—Oye y tu mamá ¿por qué no estaba con ustedes? —, La niña iba a responder algo pero profesor se acerca con dos sándwich.
Sin decirles por primera vez en años, me siento como en casa. No puedo dejar de ver sus gestos, es tan varonil.