Durante las horas de la mañana he atendido muchas personas… personas humildes, ignorantes, buenas, regulares, entre mucha clasificación más, pero con lo que no contaba era que Catalina llegaría tomada de la mano de su prometido.
—Buenos días primita, necesito que por favor me atiendas— Dijo Catalina mientras se acercaba a mi, tenía una sonrisa fingida, su sarcasmo no lo podía ver solo su prometido porque estaba muy ciego.
—Buenos días para ambos, ¿En que puedo ayudarte Catalina?— Pregunté con la cabeza en alto, sabía que su único objetivo era humillarme.
—Déjame primero mirar estos vestidos… Cariño me gusta venir aquí para apoyar a mi prima, si no tiene clientes ella simplemente no cobra y la pobre está muy necesitada, he intentado ayudarla pero no se deja— Dijo Catalina a Diego, quería hacerle creer que tenía un corazón grande al igual que su bolsillo.
—¡Es bueno saber que tengo a una buena mujer a mi lado, que se preocupe por los demás— Fueron las primeras palabras pronunciadas por Diego, mientras daba un tierno beso en su mejilla.
—¿Ya elegiste algún atuendo Catalina?—Pregunté mientras tragaba hondo.
—Tengo varios, voy al vestidor, cariño espérame aquí, regreso en breve— Respondió ella mientras se iba al vestidor.
Diego Stone se veía muy serio y rudo, habla muy poco o al menos no deja escuchar su voz, mientras esperábamos a mi prima, caminé unos pocos metros hacia Paola para entregarle un diseño que estaba en el tramo equivocado, de regreso hacia Diego se me dobló él pies izquierdo, perdí el control, estuve a punto de caer en el piso pero él no lo permitió, me sostuvo entre sus brazos, por primera vez pude ver de cerca esos lindos ojos y esos labios carnosos con su toque natural de rosado.
—Tiene unos hermosos ojos— Le dije al mirarlo tan de cerca, no pude contenerme, había estando enamorada de ese hombre desde la primera vez que lo vi.
Si Diego iba a responder algo no llegó a hacerlo porque en ese momento la histérica de Catalina había regresado.
—¿Que está pasando aquí?— Preguntó Catalina mientras tiraba los vestidos al piso.
—¡No pasa nada! Me torcí el tobillo y tu prometido no dejó que cayera al piso— Le respondí mientras me alejaba de Diego.
—¡Así es! ¿Estás bien?— Preguntó Diego mientras me ayudaba a tomar asiento en un sofá que teníamos cerca.
—Me duele un poco el Pies, pero seguro que no es nada— Le respondí apenada, como estudiante de medicina sabía que iba a tener un esguince.
—Déjame revisar, el pie se te está inflamando, es bueno que vayas al doctor— Respondió Diego mientras se tomaba la molestia de sostener mi pie.
—Cariño yo veo su pie normal, no es nada, ademas mi prima es muy dramática y con el simple echo de estar al lado tuyo se va a inventar lo que sea— Respondió Catalina muy seria.
—Señor agradezco que se preocupe pero estaré bien, no ha pasado nada, me pongo un poco de hielo y se bajará— Le respondí con calma, no quería volver a alterarme y parecer la mala de esta historia.
—¡De acuerdo!— Fueron las palabras de Diego.
La ropa que tenía Catalina estaban tiradas al piso, en ese momento mi supervisora vio esto y se molestó mucho.
—¿Que ha pasado aquí? ¿Quieres levantar tu trasero del sofá? Eso es para los clientes no para empleados— Dejó bien claro mi supervisora.
—Disculpe jefa, tuve un pequeño accidente con mi pies— Le respondí mientras me ponía de pies.
—¿Que hace esta ropa aquí tirada? Esto es de muy alta calidad— Dijo la supervisora.
Antes de que pudiera responder sonó el celular de Diego, así que sin decir nada salió de la tienda a contestar su llamada.
—Señora debería de despedir a esta niña tonta, estos vestidos están tirados por su culpa, hizo creer que se torció el pies para provocar a mi prometido, no sé cómo permite que personas así trabajen aquí— Catalina estaba muy feliz por haber pronunciado aquellas palabras.
—En este momento no puedo despedir a nadie pero le aseguro que será sancionada con una de la quincena de este mes, así que puede estar tranquila, este tipo de cosas no pueden pasar aquí sin que tengan un castigo, Isabella recoge eso y ponlos en su lugar, con su permiso señorita y disculpe este desastre que no volverá a ocurrir— culminó en decir mi jefa, después de eso solo se fue a su oficina.
—¿Por qué hiciste eso? ¿Que daño te he hecho para que me trates así?— Pregunté mientras trataba de contener las lágrimas.
—No estás a mi nivel, y aunque llevemos la misma sangre, estás lejos de ser como yo— Respondió con altanería.
—Jamás quisiera ser como tú, tienes un corazón n***o y sobre todo podrido— Le respondí enojada pero en voz baja.
—Jajaja, no me importa lo que digas de mi, la que tiene todo en la vida soy yo, tú no podrás tener nada, serás una pobretona como lo fue mi tía.
—Con mi madre no te metas, ella fue el ser más íntegro de toda esta tierra.
—¡Fue tan integra que jamás encontraron su cuerpo, ni siquiera tuviste a quien velar, jaja.
—¿Como puedes burlarte de eso? Mi madre era tu tía… por cierto a quien tú madre quería con todo su corazón, no te pareces ni la mitad a ella, si estuviera viva renegaría de ti— Le devolví palabra por palabra.
De repente Catalina me dio una cachetada, mis palabras la habían enojado y no pudo soportar esa última parte, sin embargo no me quedaría de brazos cruzados, también le devolví la cachetada.
Catalina salió de la tienda llorando y con su mano sobre su cachete, Le dijo a Diego todo lo que quiso de mi y supongo que también le habrá creído.