Alejandro era una persona introvertida con la cual era difícil relacionarse, siempre haciendo lo que su voluntad le disponía, con un solo objetivo, no ser como los demás.
Él era de piel clara, con unos ojos castaños que resaltaban en su rostro suave y tierno, su cabello lo tenía igual de castaño rizado, con una gran dificultad para peinarse, eran tan rebeldes esos rizados como él mismo.
Era de complexión robusta, lo cual lo acomplejaba, más hacía que se perdiera ese peso en su gran altura, media aproximadamente 1.70, se miraba apuesto cuando lucia el uniforme de la preparatoria, como lo estaba haciendo justo ahora.
Cursaba su ultimo año en la preparatoria, estaba apunto de graduarse y al fin cumplir 17 años un paso más hacia la libertad y la vida adulta.
Mientras Alejandro caminaba por los pasillos para dirigirse a casa, sintió que su cuerpo se estremeció al mirar a lo lejos una hermosa mujer que lucia su cabellera rojiza sonriendo de oreja a oreja formándose unos pequeños hoyuelos en sus mejillas, sin lograr poder apartar la mirada Alejandro suspiro y susurró para si.
-¿Cómo te llamas? - la siguió con la mirada mientras caminaba del hombro con sus amigas, hasta que desapareció del pasillo, cuando logró percatarse de que se había ido y no sabía cómo se llamaba, se apresuró para lograr alcanzarla, pero para su mala suerte, cuando la volvió a encontrar tocó una campana y ella ingresó a un aula a unos cuantos pasos de él.
Se sentía frustrado, por no lograr poder preguntarle su nombre, fue entonces cuando comenzó a hablar para si mismo.
-No seas tonto, ella jamás podría fijarse en ti, es tan hermosa y delgada.
Alejandro se había percatado de la belleza de esa mujer, que le nubló el pensamiento, a pesar de que la había visto en los puros huesos a la jovencita, él no podía olvidar esa sonrisa, esos labios rojos que destacaban entre las demás y resaltaban con su cabello rojizo, estaba tan inquieto que espero para ver si reconocía a alguno de los que entraban a la clase de esa pelirroja, pero fue inútil la espera, no lograba reconocer a nadie por lo cual afirmó sus sospechas, esa chica era menor que él e iba en las clases de la tarde, por lo cual sería imposible localizarla.
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Pasaban los días y él la observaba, sin animarse a acercarse, hasta que un Gabriel un compañero se percató de que la observaba con gran emoción y le dijo.
-Si observas un segundo más a Nataly así, yo creo que se va a desaparecer, déjala que termine de ayudar a ese chico a estudiar.
-¿Nataly? - Alejandro sonrió de la emoción al escuchar su nombre, el saber que esa pelirroja ya tenía nombre, ya tenía identidad.
-¡Claro!, ¿No me digas que no sabías ni su nombre?, ella es mi amiga, Nataly es demasiado simpática para ti, no podrías con tanto entusiasmo y saldrías corriendo.
-¿Corriendo?, ¿tu amiga?.
Esas palabras le retumbaban en la cabeza de solo pensar que un amigo de ella sabía el interés que él tenía, dado que Alejandro era muy expresivo, no hubiera podido ocultarlo por mucho tiempo, su gran admiración y emoción al verla, ya que con el pasar de los días; él veía que ayudaba a todos los que solicitaran de sus habilidades u conocimientos, sin negarse ni una sola vez.
-Si, eres muy conservador con tu vida privada y pocas veces te ha gustado que se entrometan en tus cosas, ella es así, un lectora curiosa que le gusta leer todo tipo de cosas, los libros; los gestos, los comportamientos, gustos y de más, es demasiado curiosa y amable, cosa que tu no posees mucho.
- Eso no es cierto, yo también soy amable- cuando termino de decir esa frase dudo si había dicho lo correcto y se preguntaba cuando había sido la última vez que practicaba la amabilidad.
-Tranquilo, yo solo opino lo que veo y logras demostrar, me marchó, espero que te animes a buscarla.- Gabriel saco una libreta y lápiz, escribió una nota corta, arranco la hoja y se la entregó a Alejandro, después de eso, camino sin decir algo más y se esfumó.
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Alejandro no se había atrevido a abrir la nota, asi que espero a llegar a casa, mientras dejaba sus cosas en la cama de su cuarto, cerro la puerta y se sentó con el papel en mano,para su gran suerte, esa nota, era su siguiente paso.