CAPÍTULO DIEZ Sage jaló la enorme puerta de hierro, cerrándola tras él, la puerta repiqueteó con el golpe; luego él siguió su andar por el interminable camino hacia su mansión familiar; estaba molesto consigo mismo. Por el bien de todo su clan, le habían pedido que cumpliera una misión sencilla,. Y, sinceramente, había tenido toda la intención. Pero una vez que la había visto -a Scarlet- todo había cambiado. No había podido hacer lo que le habían pedido. Caminaba lentamente, pateando la tierra, con los ojos en los dedos de sus pies, pensando. El camino se extendía hasta donde alcanzaba la vista, estaba rodeado de enormes robles viejos; sus ramas se arqueaban sobre el camino, casi tocándolo, sus hojas creaban un popurrí de colores. Sage sentía como si estuviera caminando en una postal en