Después de ese desayuno extraño, en el cual no podían faltar las indirectas vergonzosas, preguntas que hacían que te atragantaras con la comida al igual que la bebida, miradas retadoras entre Liam y yo y despedidas demasiadas cursis para mi gusto, cada quien se fue en su respectivo auto. Al fin… Caigo rendida en mi cama, con mis brazos al igual que mis piernas extendidas en esta, como si hubiera corrido en un maratón o escalado una montaña. Estoy cansada de tener que fingir que me agrada la idea de tener a Liam cerca. —Ese tipo algún día terminará matándome de un disgusto — digo, mientras cierro mis ojos para poder despejar mi mente, por lo menos algunos minutos. Pero mis minutos de paz se ven interrumpidos, a lo lejos alcanzo a escuchar “Roar” de Katy Perry, así que de mala gana me