— Doctora García, Doctora García — gritaba un interno— Hay una emergencia, la necesitan en emergencia —decía mientras corría hacia mí—.
Aquí estamos con otro día más de locos, en el que las emergencias son numerosas, sobre todo hoy que hubo un tiroteo en un concierto y hay muchos heridos que necesitan extracción de balas en lugares riesgosos.
Pero aquí vamos, con mis 23 horas seguidas de turno, en busca de más trabajos para prolongar la vida de mis pacientes.
Corro a la sala de emergencia revisando la gravedad del paciente e inmediatamente lo mando a preparar para quirófano, preparándome junto con mi equipo para la operación.
~Horas después~
Salgo del quirófano satisfecha porque la operación fuera un éxito pero cansada física y mentalmente por cuan duro ha sido este turno.
— Hola preciosa — dice mi compañero cirujano atractivo al salir del quirófano que estaba al lado del mío— Te ves muy cansada, preciosa, pero cansada.
— Si tú lo dices Jack, pero la verdad, jamás he visto a una persona con ojeras por la falta de dormir, siendo así preciosa.
— En mis ojos te ves hermosa como sea que luzcas.
Rodé los ojos, no puedo negar que está buenísimo Jack, pero en mi mente siempre ha estado claro que un romance en el trabajo es lo peor.
O sea wey, todo es perfecto mientras están bien, pero si están de pelea, por cosas del destino o tu mala suerte te lo encontrarás en todas partes aumentando la incomodidad, sin contar que si lo vez coqueteando con alguien —siendo yo tan celosa— capaz y no funcionó bien durante el resto del turno.
Así que no, mejor que estemos en trabajos distintos así tendremos nuestro propio espacio. Pero ¿Que creen? Ya con 23 años y nada de una relación sería. No, por lo que veo me quedaré sola y vieja con una docena de gatos aullando al unísono.
— Tierra llamando a Paulina, Paulina responda
— ¿Eh? —Jack rueda los ojos— ¿Me decías?
— Te decía que si estás libre para salir mañana. Y sé que estarás de día libre mañana así que saca otra excusa.
No jodas, estas son las desventajas de trabajar en el mismo lugar y en el mismo departamento.
—Claro ¿Por qué no? —me levanté para salir del quirófano —.
— ¡¿En serio?! —dijo Jack emocionado—.
— ¡Claro! ¿Qué te parece en la próxima vida? —dijo burlándose—.
— ¡Oye!
— Lo siento —dijo sin parar de caminar — Soy alérgica a los perros de dos patas.
— Ouch eso dolió— Se queja Jack
Salí de la sala de operaciones riéndome, sabía lo mala que fui pero, hey vamos, es el buenísimo Jack, el niño lindo del departamento, que digo del departamento de cirujanos, más bien del hospital y así de buena es su fama, en síntesis es el mu-je-ri-ego. Así que descartado.
~~~~Minutos después ~~~~~~
Estoy terminando de cambiarme para por fin ir a descansar a mi departamento (casa) cuando me vibra el teléfono, al principio no quería contestar pero soy doctora y aunque mi turno haya terminado hace más de 5 horas, si había una emergencia tenía que atenderla.
Inició de llamada.
Aló—contesté sin mirar quien llamaba—.
¿Aló, Paulina? ¿Estás todavía en el hospital? —pregunta el director del hospital —.
¿En dónde más? — pensé — Si no he podido irme a descansar a mi casa con tanta emergencia.
— Sí director, todavía estoy en el hospital, ya a punto de irme a descansar.
— Los siento Paulina pero tu descanso va a tener que tardar un poco más, te necesito en la entrada principal del hospital. Ya que viene un cliente VIP que necesita de tus servicios.
Hay Dios, detesto atender VIP, se creen lo mejor del mundo, como la prenda de alta calidad e imposible de copiar, mirando a los demás por encima del hombro y tratándonos como si fuéramos sus sirvientes y no como sus médicos. Pero bueno, no me podía negar, era el director del hospital quién me llamaba, casi nadie —cof sarcasmo—.
—Sí, señor. Bajaré a la entrada.
Bastaron 5 minutos para que estuviera en la entrada esperando a que la ambulancia llegará.
— Paciente de 25 años — informa el paramédico— Con traumatismo craneoencefálico, estado inconsciente, sin ningún tipo de herida abierta, signos vitales estables.
Escuche atentamente al paramédico mientras revisaba al paciente.
Me dirigí a las enfermeras
— Es un traumatismo craneoencefálico moderado sin heridas abiertas, necesito que le realicen los estudios rápidos para saber que parte tiene afectada y cuánto.
Ellas asintieron y se dirigieron a realizar lo que les mande.
Al poco tiempo
— Sí —dije observando los resultados de los exámenes realizados — Tiene una herida en pericráneo así que preparen el quirófano y avise a mi equipo —Le dije a la enfermera—.
Después de unas horas
Ya había terminado mi cirugía y dejado al paciente en la zona VIP en el que yacían unos 10 guardaespaldas en su puerta que daban miedo.
Dios ¿Quién diablos es? — pensé — Debe ser muy rico para tener tanta gente aquí.
En fin, por fin podría ir a descansar después de haber dejado al paciente VIP en su habitación sin problemas.
Baje al parqueadero subterráneo por mi convertible rojo, rumbo a casa, lo que tanto necesitaba
Narradora
Pero lo que Paulina no sabía era que a quien había operado no era nada más y nada menos que Pablo Evans, el magnate que en su juventud era un chico dulce, atento y detallista con ella pero que ahora todo era distinto.
Ahora del chico que recordaba no quedaba nada o tal vez sí.
Narra Paulina
Estoy relajada en mi tina disfrutando de mi día libre de trabajo.
Hoy definitivamente me quedaré en este baño de burbujas hasta que mis dedos parezcan pasas —pensé—.
Todo estaba pasando según lo planeado, hasta que comienza a sonar la alarma que me informa que alguien me está llamando.
— Maldición —digo molesta— ¿No puedo disfrutar de un día libre sin llamadas?
Pero tengo que contestar, si es una emergencia y la ignoró tendré problemas.
Inició de llamada
— ¿Aló? —respondí irritada al que me llama.
— Do-c-to-ra —dice tartamudeando uno de mis internos— Te-tenemos una emergencia y es indispensable que este aquí para que se resuelva.
— Por favor, no soy la única neuróloga de nuestro departamento, llama a Jack, él seguro podrá con la emergencia así que…
— No, no, no —dijo interrumpiéndome— exigen su presencia.
Respire profundo y me resigne a ir.
Una hora después.
Ya en el hospital.
— Espero que sea realmente una emergencia porque si no —digo acercándome al interno que se atrevió a interrumpir mi "día de descanso”.
Vi cómo comenzó a palidecer, sin duda esa no es una buena señal.
— Ha-habitación 510 VIP — dijo sin mirarme a la cara.
— ¿No es el VIP que opere ayer?
Él sólo asintió
— ¿Tuvo algún efecto secundario o algo durante mi ausencia?
Negó
— ¡¿Entonces porque demonios me llamas en mi día libre?! — grité.
Él sólo se cubrió la cabeza anticipando un golpe, que sin duda le daré.
— Doctora García — dice Jack.
Mi mano queda en el aire, sabía que lo que hizo merecía una golpiza sólo que lo salvo la campana.
— Dime, doctor Padinson — respondí mirando a Jack.
Jack hizo mueca de dolor, sabía que sólo le decía su apellido si estaba furiosa y la verdad lo estaba y en estos momentos ¿Quién no estaría enojado si lo llaman el día de su descanso por una quien sabe que pendejada?
— La esperan en la habitación 510.
Respire hondo y me dirigí a mi dichosa habitación.
Tocó la puerta y entró después de un pase.
—Definitivamente no puedo creer en el servicio de este inmundo hospital — dice mi paciente un poco alterado.
— ¿Sucede algo? ¿Se siente mal en alguna parte? — Me preocupo pensando que de verdad sea una emergencia.
—Claro que me sucede algo, sino fuera así no te llamará, ¡¿Cómo puede ser posible que en esta pocilga llamada hospital el internet sea tan lento?! — grito—.
Esto no puede ser, cerré los ojos en busca de algún gramo de paciencia dentro de mí y no estrangularlo ahora mismo. Me llamo a mí, a una neuróloga para decirme que el Internet no le funciona, se pasa de desgraciado.
Respire profundo y articule
— Disculpe por las molestias ocasionadas por el internet, pero para esos inconvenientes no es necesario llamarme a mí, sino a la enfermera u otro personal del hospital.
—Pues ¿Qué crees? A mí me dio la gana de llamarte a ti, ¿Por qué? ¿Tienes algo mejor que hacer, que no puedes arreglar mi conexión a internet?
Si, descansar, pero gracias a su maldita actitud caprichosa no lo pude hacer — pensé— Lástima que no te lo puedo decir en tu cara por la posición que sin duda tienes.
Respire profundo y dije
—Señor — mire su tablilla — Pablo.
— Señor Evans.
— De acuerdo señor Evans, en mis funciones no están las de arreglar el internet, si tiene algún dolor de cabeza o molestia por la operación recibida allí si me puede llamar, por lo pronto presentaré su queja al servicio técnico del hospital, si no es más, me retiro.
—Doctora Paulina — dice Jack al entrar a la habitación de la que me disponía a salir.
— Doctora García — Le corregí.
Jack sabía que le pedía que me llamara por mi apellido cuando estaba furiosa con él. Y no es para menos, su cara de burla mostró que él sabía para que me llamaba este paciente.
—Un momento — dijo el paciente— ¿Tú te llamas Paulina García León?
Asentí
— ¿Cuántos años tienes y de dónde eres?
— ¿Por qué me pregunta eso?
No me diga que es un paciente acosador — Me horrorice.
— Tú tienes 23 años y eres mexicana ¿No es así?
No respondí
— ¿Tu mamá se llama María León y tu papá se llama Flavio García?
Palidecí.
Definitivamente es un acosador
¿No me digan que su accidente y llamarme el día de mi descanso fue todo planeado? Si es así, vaya que su nivel de acosador no tiene límites — pensé—
Jack sólo se limitaba a aguantar la risa, es que antes de Pablo, llegaron pacientes que eran súper intensos, sabían mis datos personales por la información dada en las entrevistas a las que estaba invitada como neuróloga del año, y para ellos era una celebridad a la que tenían que acosar cuando estaba en el hospital, eso era literalmente un martirio, martirio que Jack disfrutaba.
— Sí, así se llaman mis padres.
— Paulina, soy Pablo Evans — dijo alegre— Tu potato.
Lo observe confundida.
Sólo había una persona a la que le decía mi potato y esa persona tenía 15 años sin verlo. Mi dulce y lindo Potato.
— ¡Soy yo! ¡Tu Potato y tú, mi Medicina! ¿Recuerdas?
Claro, ¿Cómo no recordarlo? Sólo había una persona que me decía mi medicina cuando era pequeña.
Me sonroje instantáneamente, el chico por el que me volví médica estaba en frente de mí, feliz de verme después de 15 años separados.
Al parecer, el destino tienda a separar y reunir a las personas cuando le place.