¿Casualidad o destino?

4684 Words
" Existe una leyenda que dice que si dos personas estan destinadas el uno al otro, no importa cuan lejos esten o todos los obstáculos que atraviesen esas dos personas se volveran a ver, porque estan unidos por un hilo que conecta sus corazones" ****************************************** Seis años después - ¡Bip! ¡Bip! Apenas con la suficiente energía su brazo se estiro sobre el molesto despertador. Lo tomó entre sus manos y apartando las sabanas observo la hora. - Van a despedirme. Saltando de la cama y aventando el despertador, se metio a la ducha. - No debi haber aceptado esas copas a Raffaela. Decia mientras se cepillaba su larga melena castaña. - Miau. Su compañero felino se paseaba entre sus piernas intentando llamar su atención. - Oh Ruffo, lo siento ahora mismo te doy tu comida. Mientras abría la lata pensaba " Que suerte tenian los gatos, solo comen y duermen" vació el contenido en el platito y continuó preparandose. Minutos después ya traia puesto el uniforme . Se dio un último vistazo al espejo y salio a toda prisa al trabajo. Afortunadamente su lugar de trabajo no quedaba muy lejos. Hacia poco se habia mudado con el fin de llegar más temprano. Sin embargo el dia parecía mejorar. Un taxi se encontraba justo fuera del edificio donde vivia dejando un pasajero. - ¡Espere, no se vaya! Gritó corriendo con el fin de detener al conductor. - Lo siento señorita debo recoger a un cliente. - Se lo pido, solo seran unos minutos. El lugar no esta muy lejos. - Lo lamento. Contestó el chofer. - Por favor, no sea malo. La dulce mirada de la joven dejó sonrojado al taxista y finalmente asintió. - ¡De verdad! ¡Gracias! Ya en el auto saco su movil y marcó a su colega con el propósito de pedirle que la cubriera en lo que llegaba, solo rogaba que la jefa no estuviera presente. El sonido insistente de su celular lo obligó a contestar. A penas acababa de bajar del avión y ya empezaban a perturbar su tranquilidad. - Diga. ¡Oh, Papá! Si, acabo de llegar... No, no hace falta que mandes al chofer por mi, ya he pedido un taxi...De acuerdo nos vemos en casa... Por cierto no le digas nada a mamá, quiero soprenderla. Bien, Adiós. Estirando su brazo detrás de su cuello exclamó. - ¡ Nunca terminaré de acostumbrarme a los aviones! Empujó su equipaje saliendo del aeropuerto. Solo esperaba que el taxista no demorara mucho. - Eh... Señor ¿Usted es Sam Leone? - Asi es. - Que alivio, soy el taxi que usted reservó. - Que bueno, pensé que tendría que esperar. Dijo entregando su equipaje. - Me disculpo por la tardanza, pero una señorita me rogó para que la llevara al hospital. - Descuide, una emergencia es más importante. Ya en el auto el conductor continuó platicando. - De hecho no era una emergencia. La dama trabajaba ahí. - ¿En un hospital? Preguntó curioso. - Si, es una enfermera. Me suplicó y al final no pude negarme. - ¿Era linda? - Muy hermosa, su ojos color avellana eran tan dulces que terminó convenciendome. - Ja, ja, ja. Así que usted también cayó por una mirada. Los recuerdos empezaron a llegar a su mente. Aún recordaba que siempre terminaba disculpandose con ella por todas las veces que las demás chicas lo perseguían. Ay, Marina... Pronunció su nombre con nostalgia. - ¿Señor? - Oh, no es nada solo recordaba algo. Respondio, dandose cuenta que estaba sonriendo. Se había escabullido y agradecía en su mente no haberse encontrado con la jefa. - Hasta que al fin llegaste - ¡Ahh! - Shh, Marina estamos en un hospital no lo olvides. - Ay, me asustaste pensé que eras la jefa. - Si hubiera sido ella estarías en graves problemas. Respondió su colega. - Sí , lo siento es la primera vez, solo fue porque le acepté unas copas a una amiga. - Marina... ¿Por qué no tomas tus vacaciones? no se como es que trabajas sin descanzar. - Supongo que es la costumbre. - ¿Costumbre? Yo llevo trabajando más de 20 años y créeme que no podría seguir sin mis descansos. Tú aún eres joven y muy linda. Deberías aprovechar tus vacaciones. - No puedo dejar mi trabajo. - ¿Pero no encuentro el motivo? - ¡Señorita Marina! Gritó un niño que salía del consultorio de la pediatra. - Creo que no hace falta contestar esa pregunta. Respondió acercandose sonriente al niño. La residencia Leone estaba llena de júbilo pues el único hijo habia regresado tras seis largos años. - Hijo mío, al fin puedo abrazarte. Decía una mujer esbelta, de cabellera oscura y vestida muy elegante. - No puedo creer cuanto has crecido, apenas y puedo alcanzarte. - Basta Letticia, deja al muchacho. Dijo un hombre de marcado acento italiano, alto, elegante de bigote cuidado y cabellera patinada. - Alessandro ¿pero cómo puedes decirme eso? No he visto a mi niño en años. - Mamá. - Tomando las manos de su progenitora le sonrió. - Recuerda que ya no soy un niño, tengo 24. - Para mi siempre serás mi pequeño, pero tienes razón. Eres un hombre y debo tratarte como tal pues muy pronto volveran a arrancarte de mis brasos. La sonrisa de Sam desapareció entonces. - Querida mía , ya veras que muy pronto tendras tus brazos llenos de amor para nuestros nietos. - Papá... Sobre eso yo quería... - Por cierto hay alguien que también quiere verte. - Luigui dejala pasar, por favor. Sam tuvo que callar ya que su padre lo interrumpió entusiasmado. De hecho uno de los motivos por lo que habia regresado era sobre un asunto con su futuro, algo que él no quería, pero debia hacerlo por su padre. Una mujer alta y esbelta de cabellera rubia, ojos verdes, labios rojos producto del maquillaje entraba luciendo un vestido corto ceñido al cuerpo en color verde. - ¡Sam! Entro gritando con voz chillona. - Hola Francesca. Dijo con voz indiferente. - ¡Oh mi vida! Te extrañe tanto. Lo abrazo colgandose de sus hombros. - ¿Extrañarme? Pero si hace una semana estabas conmigo. Respondió tratando de apartarla. - Bueno es que no podia seguir separada de ti, amor. - Francesca, ibas casi cada mes. De hecho aparecias de la nada. - Ay ¿ me vas a regañar? Pensé que te alegraría verme y me darías un beso. -... De acuerdo. Dijo de mala gana. Sin esperar respuesta, la mujer se abalanzó sobre los labios de Sam. - Uhm, creo que será mejor dejar a solas a los futuros esposos, querida mia. Dijo el padre complice de la novia, y con guiño del ojo a su hijo se marchó. La vida de Sam iba normal como la de cualquier otro joven pero justo cuando llevaba un año en la universidad, su padre lo visito. Hasta ese momento su vida era tranquila, solo hasta ese momento... - ¿Comprometido? ¡¿Que?! Su reacción habia sido un impulso ante la tremenda noticia de su matrimonio arreglado. Él odiaba el hecho de saber que tendria que casarse. Eso no estaba en sus planes ¡JAMÁS! Habia respondido con determinación a su padre. Pero entonces su rotundo "No" se derribo. Su padre estaba más que ilusionado con ver a la hija de su mejor amigo y él unidos en matrimonio. Esto no solo beneficiaría a la amistad de años de los viejos amigos, tambien convertiria a la empresa familiar en la numero uno del continente y quizá hasta del mundo. - Para conseguir un sueño hay que hacer grandes sacrificios. Fueron las palabras de Alessandro a Sam. Y ahora estaba ahí, de pie con su futura esposa. La noche era brillante, a pesar de la oscuridad las estrellas lograban robar la atención por supuesto que sin opacar a la bella Luna, tan radiante y redonda. Cuando al fin llegó a su habitación, se apresuró en despojarse de su uniforme metiendose en un relajante baño de tina. Eso era vida, poco a poco sentía sus musculos descongestionarse, la espuma en su cuerpo y el aroma del ambientador eran la combinación perfecta. - ¡Brrr! - ¡Ah! Despertó asustada. Se habia quedado dormida en la tina debido al cansancio, pero el ruido de su celular la termino despertando. Se limpio las manos y estiro su brazo hasta alcanzar su celular. Miro el número y contestó. - Raffaela ¿No iras a pedirme que vuelva a beber, verdad?... La respuesta de su amiga la dejo pensativa.- ¿De que hablas? - Te lo digo en serio, La loca esa ha enviado invitaciones a los correos de cada uno de los ex estudiantes. ¿Recibiste el tuyo? Se escucho al otro lado de la linea. - No, bueno no lo sé. No he revisado mi correo aun así no pienso ir. Los recuerdos de Margaret cortando su cabello le atormentaron durante noches en el pasado. - ¿De verdad? Laura y yo queriamos ir solo por curiosidad, pero si tu no vas nosotras tampoco iremos. - No, chicas no quiero malograrles el plan. Diviértanse. - ¿Divertirnos? No querida, no creas que hemos olvidado lo que te hizo. En aquel entonces. Laura y yo nos aguantamos en darle su merecido solo porque tu lo pediste, ahora es diferente. ¿Verdad Laura? - ¡Si le haremos pagar a esa golfa! Se escucho otra voz cerca a Raffaela. - ¿Estas con Laura? Dijo Marina conteniendo la risa. - Si, la pobre termino con su enamorado virtual. Respondio estallando en risa. - No, te burles de mis desgracias. Reclamó la melliza mayor quién evidentemente estaba pasada de copas al igual que su hermana. - Ay, chicas si ustedes beben en esa reunión probablemente se meteran en problemas. Marina analizó la situación pues conocia de lo que eran capaces sus amigas. ¿Que debia hacer? - Bueno de todos modos iremos solo para arruinarle la fiesta a esos patanes y luego nos iremos. Dijo Raffaela. - ¡No! Cerrando los ojos Marina meditó y tomo la decisión mas concreta. - De acuerdo, ire. Dijo rendida. - ¡Eso! Gritó Laura al otro lado de la linea. ¡Salud por eso! - Ja, ja, ja procuren descanzar chicas. Hasta entonces. Salió de la bañera y al abrir su correo encontro la famosa invitación. - ¡¿QUÉ?! Será en 3 días, pero... No puedo dejar mis obligaciones en el hospital. Tendre que disculparme con las chicas. Se encontraba sosteniendo una conversación con su padre. La empresa tendría a un nuevo gerente a partir del dia siguiente. En un principio Sam no pretendía aceptar, de hecho él pensaba en la idea de crear su propia marca, le gustaban los desafios pero su padre ya no era tan joven y los enemigos eran muchos. La decisión de tomar la empresa fue la única solución. A diferencia del día anterior, esta vez había llegado más temprano de lo habitual. - Buenos dias. Le saludaban sus colegas según llegaban. - Veo que esta vez llegaste temprano, Marina. - Shhh. No lo diga tan alto, la jefa podría enterarse. - Insisto en que deberías tomarte un descanso. - Ya hablamos de eso, no está en mis planes por ahora. Decía mientras preparaba su carrito con lo necesario para tomar las funciones vitales. - Debo revisar a los pacientes. Se marchó. - Dándose por vencida la mujer de aproximadamente 57 años tomo las historias clinicas restantes. - Brrr Brrr. - La dama alzó la vista encontrándose con el celular de Marina. - Esta muchacha olvido su movil. Parece que le llegó un mensaje. Intentando ignorar el brillo de la notificación volvió a las hojas pero su curiosidad pudo más. - Si no lo toco, significa que no soy chismosa. Solo vere un poco... Posando sus ojos sobre la brillante pantalla leyó el mensaje. - "Amiga no olvides agendar el dia de la reunión para que no nos salgas con que tienes mucho trabajo" - Asi que va a salir, bueno me alegro mucho al fin me hará caso. A los pocos minutos, ella regresaba con el carrito y notaba la sonrisa de su compañera. -¿ Le pasa algo? - Ay, jovencita al fin me hiciste caso. - No entiendo. Dijo confundida. - No te hagas. Mientras estabas con los niños tu celular recibió una notificación y por casualidad lo leí. - ¿Casualidad? Ella conocia a la señora y sabia que esa "casualidad" no existía. - Te doy mi palabra, no soy una entrometida. - Muy bien, y que decia el mensaje. - Tu amiga Raffaela dice que no olvides agendar el dia de la reunión. - Oh, cierto. Olvide avisarle que no ire. - Claro debes prepa... ¿Qué? No puedes estar hablando enserio. - La reunión será en menos de 3 dias y usted sabe que aqui hay mucho trabajo. - Marina. La señora la tomo de los hombros. - Te quiero como a una hija y te lo digo porque me importas. Disfruta de tu juventud o pronto estarás lamentandote no haber conocido al que pudo haber sido tu esposo o tener una familia. Mírame yo dedique mi vida al trabajo y ahora me doy cuenta que aunque tenga dinero no tengo con quien disfrutarlo. - Pero... - Nada de peros, iras a esa reunión y te pondras hermosa. Yo me tomare tu turno, ya luego me devllveras el favor. - Conmovida Marina miró a la señora de notables canas. - ¿Haria eso por mi? - Claro que si, asi que responde a tu amiga y dile que tienes separada la fecha. - Ella asintió contenta. Se habia convocado a una reunión de socios donde se presentó al que sería el nuevo gerente. Tras unas breves palabras de Alesaandro Leone, el invitó a su hijo a tomar su lugar. No faltaron las miradas de sorpresa ¿Un muchacho como gerente? ¡Esto era una locura! ¿Que podria lograr? Sin embargo tan pronto como habló demostró más que conocimientos sobre los negocios. Tenía un don especial para captar la atención, no se podia quitar el merito el joven era muy bueno en eso, pero no podia aún cantar victoria pues como reto ese dia tendria que reunirse con unos inversionistas franceses. Solo lo aceptarían como gerente si lograba cerrar el negocio de lo contrario el muchacho solo significaria perdidas para las empresas " Passione Notturna" y sus muchas filiales. Aquel día Sam, demostró que no solo era el heredero de los Leone, demostró que tenia la talla para serlo. La reunión habia sido un exito logrando cerrar el contrato. La seriedad y firmeza con la que hablaba como gran conocedor dejó maravillados a los franceses quiénes no tituberón al firmar. - Felicidades, señor. Dijo un hombre de casi la misma edad que él estirandole la mano. - No me felicite por hacer mi trabajo. Respondió dejandolo con la mano estirada. - Oh, lo siento. Rspondio el joven apenado. - Sam se detuvo durante unos segundos. Aquel chico le recordaba a ella. Siempre esa mania por disculparse por todo. - ¡Oye! - Si, señor. - Supongo que no estaria mal brindar por haber cerrado un trato el primer dia ¿Quieres venir? - Oh...¿Me esta invitando, señor? - ¿A quien mas? O no quieres ir. - Si, por supuesto que iré . - Bueno apresurate. Sam lo invito a subir a su auto, donde el joven se quedo asombrado de semejante aparato de ruedas. Tras una larga noche donde prácticamente el muchacho solo le habia contado los cambios en los últimos años que habia ocurrido en el país, se bebió una última copa dandose cuenta que ni siquiera sabia el nombre de su acompañante. William, asi que le dijo que era su nombre. Era un chico muy nerviso wue no paraba de hablar ¡Dios si parecía una máquina! Finalmente se levanto de asiento tras dejar unos billetes sobre la mesa. - Supongo que debemos irnos, es muy tarde. - Si, señor. - Dime donde vives, te llevare. - Oh, no señor no se moleste además vivo cerca. - Bueno si vives cerca no será ninguna molestia. - Si usted insite. Tras unos minutos Sam dejaba al muchacho frente a su casa. Poniendo en marcha el auto se marchó. Tuvo que detenerse metros mas adelante pues el semaforo habia cambiado de señal. Se notaba que la ciudad jamás descanzaba pues ya era muy tarde y aún había muchas personas. Solo deseaba una cosa en ese instante llegar a casa y dormir ya que el dia siguiente sería muy agotador pues tendría que terminar de comprar las cosas que le faltaban a su departamento nuevo. Esa seria su última noche en la residencia de sus padres. - ¡Al fin! Exclamó cuando la luz del semaforo cambio. Mientras avanzaba algo llamó su atención ¿Acaso estaba teniendo visiones? La persona que acababa de salir de ese hotel era... Acercandose cada vez más confirmado sus sospechas. - Francesca ¿Que hacia saliendo de un hotel a tan altas horas de la noche? Era evidente que no estaba viviendo ahí pues al parecer caminaba como si no quisiera ser descubierta. Le debia una explicación. Fue entonces que detras de ella salio del mismo hotel un hombre que la jaló a un callejón. - ¿Será posible? Se dijo a si mismo mientras bajaba del auto. - ¿Acaso la muy canalla le habia estado siendo infiel? Caminando lentamente pero con pasos firmes se fue acercando al dicho lugar, pero algo lo detuvo. Busco su celular, necesitaba pruebas si queria romper ese compromiso. - Hola Francesca. Dijo muy calmado al encontrar a su prometida besandose con aquel tipo mientras este la manoseada. - ¡Sam! Exclamó asustada apartando al sujeto. - Tranquila, no te exaltes. - Vida mia, permiteme explicarte. - ¿Asi que me vas a decir? - Él... Él me estaba robando. ¡Oh Sam, llegaste a tiempo! - Francesca, por favor ¿Me quieres ver la cara? - Eh... Yo creo que ustedes tienen que hablar. Yo... Los dejó. Dijo el hombre avergonzado. - Yo creo que deberias subirte eso. A no ser que quieras que te detengan por exhibicionista. Dijo Sam señalando la bragueta. El hombre totalmente avergonzado se arreglo el pantalón y salio disparado como un rayo. Girando en sus talones Sam procedió a caminar a su auto. - ¡Vida mia! Espera, por favor... - ¿Sabes? Se detuvo antes de encender el auto. - Siempre crei que te parecias a los gatos porque eres estirada y despota pero hoy descubri que también te les pareces por todas las vidas que tienes. Sabe Dios a cuantos mas les diras "vida mia" - Te juro que eres el único que amo. Ese hombre no sugnifica nada. Yo quiero casarme contigo. -¿Casarnos? Francesca nosotros no vamos a casarnos. ¿Acaso crees que aceptaré a alguien infiel como esposa? - ¡No, tu se lo prometiste a mi padre! ¡Debes cumplir tu palabra! - Y lo recuerdo bien, pero esa promesa la rompiste tú. Olvida la boda. Dijo con seriedad. - Adiós Francesca. Cerrando la puerta puso en marcha el auto dejando a la mujer llena de rabia en la acera. Cuando amanecio, se sintio diferente. Era como si un gran peso se le hubiera quitado de encima. Aprovecho que tenía nia el día libre saliendo muy temprano a terminar de hacer las compras para su departamento. - Supongo que con esto termine. Decía al tiempo que dejaba las ultimas cosas en el auto. Mirando su reloj notó que aún era temprano, recordó que cerca a ese lugar habia un Café muy bueno. ¿Aún seguiria funcionando después de tantos años? Se preguntó. Nada perdía investigando y para su fortuna el lugar estaba ahí abierto. Ese sitio le traía recuerdos. Sus dulces ojos, más dulces que los postres servidos en café. Habia intentado comunicarse con ella sin embargo lo último que supo fue que se habia mudado. - ¿Que sería de ella? Se preguntó al tiempo que entraba al local. Después de pedir su orden, sacó su celular revisando los mensajes en el. - 20 llamadas perdidas de Francesca. Ignorando siguió revisando. ¿Qué es esto? Dijo confundido. - Una reunión. ¡Vaya! Esto si que es una sorpresa. ¿Ella irá ? Se preguntó. Negando con la cabeza se respondió el mismo.- Es imposible, aunque... Supongo que tengo derecho a divertirme un poco. La noche del ansiado reencuentro llegó. La dirección era un hotel con un gran salón de fiesta. Los invitados iban llegando disfrutando de la noche joven. Marina se encontraba lista para salir cuando al abrir la puerta se encontro con las hermanas Raffaela y Laura. - Te dije, paga. Dijo Raffaela a su hermana. Laura busco en su cartera entregandole un billeteba su hermana. - ¿Que es todo esto? Preguntó Marina confundida señalando las bolsas en las manos de sus amigas. - Son compras amiga, eso son. Respondio Raffaela. - Laura solo asintió. - Pero... ¿Para que? - Amiga de alguna forma nostras presentiamos que te pondrias cualquier arapo, no te ofendas pero eso es muy anticuado hasta para mi abuela. - Raffaela tiene razón, Marina. - Pero ¿Que tiene de malo mi ropa? - Amiga ven, Raffaela la llevo frente al espejo. - Mirate. Blusa amarilla con moñitos, pantalones de oficina ¡Por Dios amiga! Enseña ese cuerpo con el que Dios te bendijo. - Ustedes me conocen, saben que no me gusta usar algo... Tan revelador. Además no tengo otro atuendo asi que... - Asi que por eso te compramos esto. En ese intante Laura saco un vestido rojo que seguramente llamaría la atención a mas de uno. Marina se cubrio los labios de sorpresa. - No pretenderán que yo... Use eso. - No amiga, no lo pretendemos. LO VAS A USAR. -¡¿Que?! Pero... Pero... - Sin peros... Vamos pontelo o te lo pongo yo. -... Esta bien. Dijo de mala gana. Algunos minutos después las hermanas ya estaban desesperadas por ver a su amiga con el vestido. - ¡Amiga, la reunión es hoy! - Ya voy... Caminando con las manos intentando bajar la tela del vestido que se subia al caminar salió de su habitación. - ¡OH-POR-DIOS! Exclamarón las mellizas. - Me veo terrible ¿verdad? Dijo Marina con inseguridad. Raffaela a penas y podia hablar así que la llevo hasta el espejo. - Esa... Esa ¿Soy yo? - Las dos hermanas asintieron conteniendo las ganas de gritar de emoción. - Amiga... Eres preciosa. Habló Raffaela luego de recuperarse. - Em, creo que le falta algo. Laura se acerco y le quito la liga que sujetaba su cabello. El cabello castaño cayó en forma de cascadas. -¡ Wow amiga! Esta noche tu serás el centro de atención. - Yo no me siento segura. - ¿Estas bromeando? Mirate ahí, estas hermosa. Siempre has sido bella pero jamás te ha gustado usar otro tipo de ropa. Solo usando ese vestido y el cabello suelto pareces una supermodelo. - ¿De verdad? - Por supuesto que si. Marina se volvio a mirar al espejo. Era verdad, habia cambiado mucho. Atras habia quedado la chiquilla delgada sin curvas de cabello mal cortado. En su lugar ahora estaba una mujer de 23 años muy hermosa, tenía el cabello lacio largo y castaño, ojos color avellana, labios rosas como dos petalos de flores, sus pechos aunque no eran tan grandes era perfectos para ella, estos sobresalian del vestido dandole un toque de sensualidad, su abdomen plano y caderas con curvas deseables conducian a sus suaves y firmes piernas. El vestido llegaba a medio muslo pero se veia encantadora con un toque sexy y angelical. Le dieron los últimos toques con un maquillaje natural solo para resaltar su belleza. Tomaron cada una su abrigo y salieron. Al llegar al hotel, no pensaban que habría tanta afluencia. Cada vez iban llegando más y más invitados que a penas y reconocían. Entonces entraron topandose con la persona organizadora de ese evento. - Margaret... Dijeron las tres jovenes. - Muchachas, me alegro que hayan venido. Dijo con sinceridad acercandose especialmente a Marina. - Yo realmente ansiaba que aceptaras venir, queria disculparme por lo que te hice aquella vez. Raffaela estaba a punto de sacar algo de su cartera pero Laura la detuvo. - Fui alguien cruel, no sabia que se sentia hasta que llegué a la universidad y pase por el mismo maltrato. Realmente espero algún dia puedas perdonarme. - Marina solto una pequeña sonrisa. - Descuida no te guardo rencor. Si tuve muchas pesadillas pero ya quedaron atras. - ¿De verdad? ¡Gracias! Dijo con alegría.- Por favor pasen y disfruten de la noche. Justo cuando iban ingresando un hombre les pidió sus abrigos. Las hermanas sin ninguna molestia se lo entregaron. Marina aún con timidez se desliso el abrigo por los brazos. El empleado quedo de piedra al verla. - Aqui tiene. - Aja... Q-que tenga una buena noche. Habló el pobre hombre evidentemente nervioso. Las damas al ingresar dejaron a más de uno boquiabierto. - ¿Has visto como no despegan los ojos de ti amiga? - No lo digas Raffaela, que siento que quiero esconderme. De pronto la musica se apodero del ambiente. - ¡Wuu a bailar! - Raffaela controlarte. Le dijo su hermana al tiempo que le daba un codazo. - ¡Auch! Oye... - Me permite... Dijo un hombre frente a Raffaela. - Claro... Contestó casi al instante. Todos empezaban a bailar antes la música. - Creo que solo estamos tu y yo. ¿Me permite su majestad? -Ja, ja, ja Laura, encantada. Dijo aguantando las carcajadas. Así las dos amigas empezaron a bailar diviritendose solas. - Parece que aqui es. Dijo al tiempo que bajaba de su auto. Entregó las llaves a uno de los empleados e ingresó a la "Reunión" Era más que evidente que eso era una fiesta. - ¡Oh, Sam! Grito de emoción Margaret al reconocerlo al instante. - Espero que no moleste mi presencia. - Para nada, eres bienvenido pero pensé que estabas en Madrid. - Acabo de regresar hace poco y recibí la invitación así que aqui me tienes. - Entiendo, pero pasa por favor y disfruta de la noche. Él asintio y siguio el camino. Casi de inmediato muchos lo reconocieron por las fotos en las revistas donde salia la empresa de su familia. Muchas chicas empezaron a acercarsele pero por esa noche solo queria pasarla bien y olvidarse un momento de las mujeres. Sintiendose ahogado se dirigió a la barra con intención de beber algo. De pronto la musica cambio a una mas lenta. Un muchacho se acerco a Marina con intención de bailar pero al ser rechazado este invito a Laura que mas que gustosa acepto. Marina sonrió, su boca se sentia reseca necesitaba un poco agua. Solo esperaba hubiera algo más que solo bebidas con alcohol. Una mano se poso frente a ella. Otro hombre la invitaba a bailar pero ella gentilmente lo rechazó retrocediendo sin saber que detras suyo habia alguien. De pronto su espalda sintió algo duro, unas manos la sostuvieron de la cintura al casi perder el equilibrio. - ¡Oh, L-lo siento tanto! Dijo al tiempo que giraba disculpándose. La vista del hombre quedo maravillada frente a la belleza que estaba delante de él. Ella al alzar la vista sintio su corazón salir de su pecho. Sus ojos color azul profundo eran únicos. Entonces una sensación la recorrió. ¿Estaba soñando? Seguro en cualquier momento el molesto despertador sonaría. Sus sospechas se confirmaron cuando el habló. - Marina... Susurró. - Sam. Respondió. La música era lenta pero el latir de los corazones de esa pareja no lo eran. Sus miradas transmitían más que cualquier palabra pues no se necesitaba más, la vida al fin los habia vuelto a juntar.
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