Mis latidos se encienden cuando él, posa sus labios en los míos, besándome con su intensidad. Siento el descontrol de mis emociones, con sus besos placenteros, quemarme con su lujuria, y es que, él es salvaje, vehemente y descontrolado, capaz de confundirme…hacerme caer en su juego. La adrenalina se instala en mí, con el miedo de que nos descubran profanando el lugar sagrado con nuestros pecados. Pero mis labios, siguen danzando con erotismo en los suyos, mientras que, sus manos viajan por mi cuerpo, acariciando todo a su paso, hasta que siento sus dedos juguetear con el bordillo del vestido, Ezra, lo levanta sin miramientos, y súbitamente, me gira, provocando que choque mis palmas contra la puerta envejecida de la capilla, levanto la vista observando los cristales de colores del vitral