Había llegado el momento de brindar por los novios y tanto Rogelio como Emperatriz estaban alzando sus copas de champagne, por supuesto ella obligada y tratando de fingir que todo estaba bien, porque era parte del trato y sentía cada vez más latente la presión por parte de Rogelio. Cuando todos los invitados comenzaron a decir a viva voz: — ¡Qué se besen! ¡Qué se besen! ¡Qué se besen! — a Rogelio no le quedó otra alternativa que tomar a Emperatriz por la cintura y acercarse a ella para estampar un beso en sus labios, ella estaba totalmente inmóvil dejando que éste hiciera lo que tuviera que hacer con tal de salir pronto de ese momento tan incómodo para ella, pero justo cuando Rogelio estaba acercando sus labios a los de Emperatriz, se escuchó un estallido estruendoso que provocó que