Entrevista con Silvia

1588 Words
Gerard Punto de Vista Una vez que tomé la decisión de que no iba a entrevistar a Silvia, pensé que el asunto estaba resuelto. Sabía que probablemente tendría que darles una explicación a Katy y a Ronny, pero pensé que podría hacerlo alegando que había candidatos maravillosos. Pero cuando revisé todas las solicitudes, surgieron dos problemas: Uno era que los candidatos eran más o menos buenos. El segundo, que había una solicitud de Silvia. «Maldita sea». Pero no iba a darme por vencido tan rápido. Durante una de las reuniones que teníamos todos mis hermanos y yo para hablar de negocios, saqué a relucir el hecho de que sería inapropiado considerar a Silvia para el puesto. —Está perfectamente calificada para el puesto —dijo Ronny—. Ha hecho algunos trabajos de marketing por cuenta propia en el pasado, y es muy creativa artísticamente hablando. Creo que sería un gran activo. —Es una barista a tiempo parcial, una autónoma a tiempo parcial y una artista a tiempo parcial. Este trabajo requiere a alguien que busque tener una carrera, no a alguien que esté esperando el momento de dejar de ser un artista hambriento —argumenté. —Tiene razón —dijo mi hermano, Carter, que hasta ese momento se había mostrado indiferente. Sin embargo, estaba ansioso por el apoyo. Miré a Noé, mi hermano, que tenía los pies apoyados en la mesa y parecía aburrido. Se encogió de hombros con su habitual indiferencia. —No podemos perder tiempo con esto dijo Ronny, su voz se volvió cortante—. Estamos cerca del lanzamiento en el mercado europeo. Pensaba que después de una falsa boda toscana gratuita y una luna de miel de una semana en la que se enamoró de su asistente, estaría de mejor humor, especialmente en lo que respectaba a esta expansión europea. Al hombre que organizó la boda y la luna de miel, Christian La Mont, estaba claro que le gustaba Ronny, así que no podía entender por qué parecía que le iba a dar un ataque. —Hay mucha gente entre los candidatos a la que podemos entrevistar —le expliqué. —Esta expansión es demasiado importante para permitirnos cualquier tipo de retraso. Silvia es consciente. Al menos, podría trabajar en ello ahora, aunque no tenga la intención de hacer de esto su carrera —continuó Ronny. Miré al resto de mis hermanos con la esperanza de que me apoyasen, pero estaba claro que no les importaba ni lo uno ni lo otro. —La abuela nos puso al frente de cada uno de nuestros departamentos porque somos los mejores en lo que hacemos. Yo soy el jefe de marketing de esta empresa y espero que todos confiéis en mí en que Silvia no es la mejor opción para este trabajo. —Solo quieres tirártela, ¿no? —Noé finalmente habló desde su extremo de la mesa—. No es que te culpe, está buena. Le lancé una mirada mortal. Aunque no se equivocaba. —Por supuesto, la empresa tiene una regla sobre no intimar con el personal, así que si ese es el caso entonces no puede contratar a Silvia porque si lo hiciera, entonces no podría acostarse con ella. Aunque no me gustaba mucho esa lógica, no se equivocaba, y si me ayudaba a salirme con la mía, me dejaría llevar por ella. No lo admitiría en voz alta, pero sí que asentí de forma seca. —Por otra parte, eso no impidió que Ronny se cogiera a su ayudante, así que quizá las reglas sean más bien directrices —terminó de decir Noé. Lo fulminé con la mirada, odiando que siempre fuera tan listillo. —Ojalá madurases —le dije. Haciendo a un lado mis pensamientos, decidí seguir una nueva táctica antes de que mi otro hermano empezara a preguntarme si realmente quería coger con Silvia—. La cosa es que contratar a Silvia parecería que no somos justos en nuestras prácticas de contratación. Parecería nepotismo. Noé dejó escapar una sonora carcajada. —Mira a tu alrededor, hermano. Todos estamos aquí por el nepotismo. Maldita sea. Por supuesto, tenía razón. Todos estábamos en nuestros puestos en la empresa porque nuestra abuela nos había puesto en ellos. Como no soy de los que se rinden, continué. —Solo es familia por matrimonio. Es la cuñada de Ronny. Los ojos de Ronny se oscurecieron. —Eso la convierte en familia. La tensión entre Ronny y yo se hizo más patente, más espesa, pero al mirar a mis otros hermanos, estos permanecieron indiferentes. Ronny se enderezó y sus hombros se relajaron un poco mientras los hacía rodar. —Escucha, es tu departamento. Tienes que tomar tú la decisión. Lo único que te pido es que la entrevistes. —¿Por qué? ¿Tu mujer te va a tener a dos velas si no lo hago? —Sabía que era una gilipollez decirlo, pero me sentía en desventaja. Sentía que lo merecía. —No, porque Katy es una buena persona, a diferencia de algunas personas de esta mesa. Pero es cierto que Silvia es de la familia y lo único que siempre ha sido importante en esta empresa es la familia. Así que, dale una puta oportunidad y, si no funciona, bien. Pero dale la oportunidad. —Ronny se puso de pie—. Ahora tengo otro trabajo que hacer. —Se dirigió hacia la puerta. Mis otros hermanos se encogieron de hombros y se pusieron de pie para seguirlo. Cuando Ronny llegó a la puerta se volvió y dijo—: Y si eso de que te la quieres tirar es verdad, no lo hagas. Así fue como un par de días después estaba esperando en mi escritorio a que Silvia se presentara para una entrevista. Cuando mi secretaria me llamó para decirme que Silvia estaba aquí, me puse de pie enderezando mi corbata y mi chaqueta mientras me recordaba que, en realidad, no tenía que contratarla. Solo tenía que entrevistarla. Di la vuelta al escritorio para poder saludarla cuando entrara. La puerta se abrió y ella entró, e inmediatamente, deseé haberme quedado detrás de mi escritorio mientras toda la sangre de mi cuerpo corría directamente hacia mi ingle. Había sido muy atractiva en Tailandia, pero ahora, de pie, sola en mi despacho, era aún más impresionante de lo que recordaba. Su vestido era de corte clásico, pero seguía teniendo los colores salvajes por los que era conocida. Sus suaves rizos estaban peinados de una forma que me hacía pensar en las chicas pin-up de los años cincuenta. Como Marilyn Monroe, pero con el pelo lavanda en lugar de rubio platino. Sonrió y me tendió la mano. —Hola Gerard, no sé si me recuerdas. Soy Silvia Nichols. —Sí, me acuerdo de ti. Tuve un momento para preocuparme de que mi tono sonara más lascivo que amistoso. Extendí la mano para estrechar la suya. Esta era pequeña comparada con la mía, y cálida y suave, y de nuevo tuve sensaciones en lugares que no debería tener. Retiré la mano y le indiqué que se sentara mientras yo me ponía rápidamente detrás de mi escritorio y me sentaba en mi silla. —¿Por qué no me cuentas un poco lo que te interesa de este trabajo? —No era mi pregunta inicial habitual, pero supuse que, si tenía razón, y esto no era en realidad interesante para ella, me daría la oportunidad de eliminarla. Ella lució una pequeña sonrisa en su rostro, pero luego respondió: —Me gusta contar historias con arte. Me sentí intrigado por esa idea. Efectivamente, el marketing era en parte una forma de contar historias, así como una manipulación persuasiva y psicológica. Pero qué mejor manera de tocar la fibra sensible o de acceder a los deseos y necesidades más íntimos de la gente que a través de una historia. Charlamos un poco más y luego decidí que debíamos ir al grano. ¿Qué haría ella con esta campaña que Ronny insistía en que debía ser la mejor de todos los tiempos? Saqué las maquetas que Liz y su equipo habían preparado para la expansión europea y se las entregué a Silvia. Ella miró el trabajo y, al principio, su cara no reveló ninguna respuesta. Luego, me miró con una ceja arqueada y dijo: —No vas a usarlas, ¿verdad? —¿Por qué no iba a hacerlo? Por un momento me miró con incredulidad, y no me gustó la sensación que evocó en mí. Yo era bueno en mi trabajo, así que ¿por qué me miraba como si fuera un maldito idiota? Sintiendo la necesidad de defenderme, dije: —Esta campaña va a atraer al mercado europeo. Es clásica y tradicional. Es un retroceso a los días de Audrey Hepburn y Cary Grant. Piensa en Vacaciones en Roma. —En primer lugar, Vacaciones en Roma no estaba protagonizada por Cary Grant. Segundo, el romanticismo de Vacaciones en Roma atrae a la gente de Estados Unidos, no de Europa. La gente de Roma no está interesada en unas vacaciones romanas. Viven allí. Es solo otro lugar para ellos. —Vale, inteligente, ¿qué harías tú? La palabra «inteligente» se reflejó en sus ojos. Está claro que no le ha gustado, pero al final, la broma se volvió en mi contra, porque ver ese fuego en sus ojos me hizo desear poder tumbarla sobre mi escritorio y mostrarle todo tipo de cosas clásicas y tradicionales que se pueden hacer entre un hombre y una mujer.
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