—La próxima vez que me arregles una cita te la voy a partir cabrón.— el chico tenía los ojos rojos de la rabia.— ¡Esa puta me ensució todo, j***r!— él estaba en el baño secando o tratando de limpiar la porquería que era su ropa en estos momentos.
—¿Eh? Pero Jisoo es un pan de Dios.— mencionó el chico.— Espera Irene, estoy hablando por teléfono.— se escuchó unos sonidos antes de que Se Hun retomara la llamada otra vez.
—¿Estás con Irene?— Lujan se rió de lado.—¿Pan de Dios? Sí claro y yo soy el puto presidente de los cabrones.
—En realidad, sí lo eres.— Y así, luego de unos segundos en silencio ambos se rieron.
—Bueno, Bueno, la cosa es que la muy hija de su Santa madre ya no volverá a joderme.
—¡Lujannnn!— Se Hun gritó casi, casi dejando sordo al ciervo.—¡Qué rayos le hiciste en la
