4

2688 Words
Mis piernas están cansadas, mi respiración está pidiendo un respiro, pero no puedo dárselo. He estado saliendo a correr toda la semana, necesito una escapatoria de mí misma. Está entrando una llamada de Walter. —Buen día, hermanita. —Buen día. —¿Estás corriendo? Te escucho agitada. —Si, estoy trotando. ¿Sucede algo? —Kate y yo, queremos invitarte la semana que viene a una cena que daremos en casa, seguimos en California, pero estaremos allí el jueves. ¿Te gustaría ir? Es una buena oportunidad para que conozcas a tu sobrino. Tenía razón, solo conocía al pequeño Jacob por fotos. —Me parece genial. Estaré allí. Retomo mi carrera matutina. *** —¿Cómo va la fundación? —llevo mi copa de vino a mis labios. Los ojos de Kate se iluminan. —Todo marcha bien, hay mucha ayuda externa, nos envían despensas y cobijas, libros para los niños. Este año dimos cinco mil becas a los niños que son huérfanos —esa noticia me emociona. Miro a mi hermano. —Salud, por eso. No hay mejores administradores que ustedes —chocamos las copas. —Deberías darte una vuelta cuando puedas. Para que veas todo lo que hemos logrado, Kate, tú y yo. Juntos. Porque esto es de los tres. —No seas modesto Walter. Sabes que no he ido en mucho tiempo, todo ese esfuerzo es por ustedes. Yo no hice nada. Sacude la cabeza. —No estoy de acuerdo, ven algún día. Visítanos. Kate alcanza mis manos y les aprieta. —Tu hermano tiene razón. Tú has ayudado con este proyecto desde un inicio. —Sonrío. No puedo seguir discutiendo con ellos. —Iré a darme una vuelta. —¿Gabriel te ha contactado? —sacudo la cabeza. Gabriel era un socio de mi padre, trabajaba con él. Lo había dejado a cargo con la empresa de mi padre, mientras me fui hace dos años. Walter se la pasaba la mayor parte en la fundación, no sabía mucho de la empresa de papá, pero se daba sus vueltas para ver como iba todo e informarme. —Le dije que habías regresado y que estaría poniéndose al corriente contigo para cuando quieras tomar las riendas del negocio de papá. Dejo escapar un suspiro. No sé como pensaba hacerlo, sola. —Me dijo que te tomaras tu tiempo para aparecerte por allí. Que él lo tenía controlado, pero que aun así quería ponerse al corriente contigo. Tenia que enfrentar la realidad alguna vez. Aunque el negocio de licores de papá funcionaba por si mismo, él hubiera querido que yo estuviera mas involucrado en el negocio familiar. —¿Y las tiendas de mamá? —veo la incomodidad de Walter. —¿Sucede algo? —No quise decirte mientras estabas de viaje. —¿Qué sucedió? ¿está todo bien? —La tía Angie decidió venderlas. Quise llegar a un acuerdo con ella, pero no pude. No quería venderla a nosotros. —¿Por qué? —hacía tiempo que no sabía nada ella. Después de la muerte de su hija Sue, supe que se estaban mudando. Me culpaba por su muerte, porque había sido la última en verla y ese día ella había entrado en una crisis por mi culpa. Por eso mi tía Angie, no quería verme ni saber nada de mí. —Por ti —veo tristeza en sus ojos. —Ella sigue culpándote. Asiento con la cabeza. —Claro que lo hace, necesita culpar a alguien por la muerte de su hija. —Estoy con los abogados para comprarlas de nuevo al comprador de ella. Gabriel está ayudando con eso. Las vamos a conseguir de nuevo, no te preocupes. Sonrío forzosamente. —¿Sigue viviendo aquí? Sacude la cabeza. —Se mudaron al mismo tiempo que tú te fuiste de viaje. Por lo que sé, están en Kansas. No he podido contactar a nuestros primos. Pienso que la tía le dijo que cortaran lazos con nosotros. Eso duele. La única familia que nos quedaba de mi mamá, ahora ya no nos querían cerca. Recuerdo cuando nos juntábamos en el jardín cada domingo. Parece tan lejano. Entonces había risas y bromas. Era feliz y no lo sabía. Echo mucho de menos eso. —¿Y la tía Emma? —a veces me arrepiento por haber cortado comunicación con todos durante mi viaje. Me perdí de mucho. Los ojos de Walter se agrandan. —La tía Emma, es otro show. Está de vacaciones en Italia. Te manda saludos, le dije que habías vuelto. Sonrío. Siento como mi corazón se emociona. —¿En Italia? Eso es genial. ¿Cómo están las niñas? —Muy grandes, parece que están teniendo una segunda luna de miel. —El tío Freddy debe estar muy emocionado con ello. —Si, le diré que te hagan una videollamada para que los veas. —Envíame su número me pondré en contacto con ellos. —levanto mi copa de vino y bebo todo su contenido. Es refrescante, esta noche ha sido realmente bien para mi persona. Regreso a casa con unas copas de más. Walter me pidió quedarme, pero lo desestimé. Quería estar en mi casa, paso por el guardia de la residencia, pero detengo mi camioneta. —Disculpe, soy la dueña de la casa que está al final del valle. —asiente. —La semana pasada hubo un apagón. ¿Lo recuerda? Veo en sus ojos que está procesando todos sus recuerdos. Entonces su mirada se ilumina. —Si, lo recuerdo. Estaba lloviendo mucho. Cayó un rayo cerca e hizo que se fuera la luz por una hora mas o menos. —Si. Exacto. —¿Sucedió algo? —Si, de hecho. Vi luz en la casa de a lado ese día. ¿Ya está habitada? Tengo entendido que estaba vacía. Sus cejas se fruncen. —¿Luz? No puede ser posible. La casa sigue vacía. No hay inquilinos allí. Una espinita entra en mí. Me muerdo el labio inferior. —Debió ser que la luz de la casa se reactivó cuando regresó la luz. Por eso vio luz esa noche. Asiento la cabeza. Tuvo que ser eso. Me despido del guardia. ¿Qué rayos estaba pensando? Mi paranoia iba más allá de mí. Esto era absurdo. *** —Hola, tía ¿cómo van las vacaciones en Italia? —atrás de ella aparece el tío Fred tomándole fotos a las niñas. —De maravilla, me da gusto saber de ti querida. Tu hermano me dijo que estabas devuelta, ¿dónde estas quedándote? —En casa —sonrío. —¿Cómo te fue en el viaje? —está tratando de desviar el tema, se que no quiero que haga preguntas a cerca de la casa o mi padre. —Conocí a grandes personas, y visité muchas librerías. Te compré algunos libros que te gustarán —Sus ojos se iluminan, se que es una gran amante de los libros como yo. Adopté ese gusto de mamá, desde pequeña siempre le veía un libro en su regazo. —Eres una gran sobrina, te quiero. —¿Cuánto tiempo estarán allí? —Por unas semanas, estamos quedándonos con mi papá. No sabía que tenía un padre vivo. Nunca nos habló de su familia. Sabe que estoy preguntándome a cerca de ello, —Te contaré de ello cuando vuelva. Se que tus manecillas en tu cabeza están trabajando. Me echo a reír. —Salúdame a las niñas y al tío Fred. Muero por verlos. —Yo lo haré, cuídate nena. Estamos en contacto. Termino la llamada. Dejo escapar un suspiro. Los extraño. Preparo unos sándwiches para mirar la tv. El teléfono de la residencia suena, algo querrá el guardia. —¿Hola? —Srita. Kinney, tiene visita. —¿Visita? —Hay un hombre que quiere que lo deje entrar. El Sr. Dice llamarse Henry. ¿Henry? ¿Qué estará haciendo aquí? —Déjalo pasar. Abro la puerta cuando está tocando el timbre. Su mera presencia hace que mi cuerpo se estremezca. Todavía tiene esa reacción en mí y lo odio por ello, me hace sentir débil. —Hola. —Hola —me sorprende reconocer que mi voz es ronca. —¿Puedo pasar? —abro la puerta un poco más para dejarle entrar. —Gracias por recibirme. —¿Necesitas algo? —estoy desconcertada por verle aquí en mi casa. Creía que no iba a regresar. —Si, necesito algo. —Me mira directamente a los ojos con esa intensidad que solo él puede hacer que mis piernas flaqueen —A ti. Te necesito a ti. —Ya hemos hablado de esto, Henry. —No. No lo hemos hecho, solo he estado escuchando como dices que no puedes estar conmigo. Porque estas jodida, pero ¿quién no lo está, Aileen? —No es lo mismo. Tú no sabes lo que he hecho —no sabía el tipo de persona que era realmente. El monstruo en el que me convertí. Cojo un vaso y vierto whisky. —¿Y por qué no me lo dices? ¿Por qué no eres sincera conmigo? —No quieres esto ahora. —bebo mi whisky. Da un paso hacia donde me encuentro. Lo encuentro malditamente amenazante cuando está tan cerca de mí, sus ojos me miran suplicante. —Por favor. Déjame ayudarte. Sacudo la cabeza. Me giro y sirvo otro whisky. Siento la cercanía, su aliento detrás de mi nuca, sus manos viajan a mis caderas, mastico mi labio no pudiendo contenerme por más tiempo. Él me afecta de esta manera. Cierro los ojos y trato de respirar. Me bebo de un trago el whisky, y tomo la valentía para girarme. Fue un error, sus pupilas están tan dilatadas, pasa su lengua por sus labios para remojarlos, trago duro. Mi pecho está en una subida y bajada rápidamente, escucho los latidos de mi corazón contra mis oídos. Su mano sube a mi cabello y lo acaricia. —¿Por qué te reprimes tanto a ti misma? ¿Qué castigo debes de pagar para estar así? —su voz es gruesa y una melodía para mí, cierro los ojos para grabar su toque en mi mente. Su pulgar viaja de mi mentón hasta mis labios y se detienen allí. Puedo sentir su respiración alterada, no soy la única que esta sufriendo por esto. —Estoy desarmada, el rompecabezas está hecho trizas. —No importa. Encontraré las piezas para unirte de nuevo. —¿Cómo harás eso? Llevo buscando las piezas por años ¿cómo me armaras? —No lo sé, pero buscaré por todos los lugares. No importa que tenga que ir hasta el fin del mundo, pero las encontraré. Sé que están allí afuera en algún lugar. Abro los ojos, la intensidad de su mirada me marea. ¿Qué está haciendo este hombre conmigo? —¿Henry? —murmuro. Él solo gime. —¿Cuándo vas a besarme? —pido. —¿Quieres que te bese? —asiento con la cabeza. Porque no creo tener palabras para responder eso. Sus labios tocan los míos en un beso suave y dulce al inicio, su lengua se abre paso dentro de mi boca, mis manos se posicionan a cada lado de sus caderas, él tiene el control del beso, acuna mi rostro en sus grandes manos. Puedo sentir una descarga de adrenalina por todo mi cuerpo. Sus labios pasan de los míos hacia mi cuello, inclino un poco más para mejor acceso. Siento como sus manos viajan por mi trasero y los aprieta, eso me hace dejar escapar un suspiro. —¿Quieres esto? —no puedo querer nada más ahora mismo que a él dentro de mí. —Llévame a la cama, Henry. Sus manos me sujetan de las piernas para que yo lo monte, estamos subiendo las escaleras, sin dejar de besarnos y acariciarnos. Puedo sentir su dureza contra mi centro. Siento cuando mi espalda toca mi cama, sus labios no dejan de besar mi piel por todos lados, pasa de mi cuello hacia mis pechos, hace a un lado los tirantes y saca mis pechos, su boca succiona cada uno enviando escalofríos por todo mi cuerpo. Hacia tiempo que no sentía este tipo de sensaciones. Su mano viaja a mi falda, e hizo a un lado mis bragas, haciendo introducir sus dedos. Jadeo. —Te extrañé mucho, Aileen. No sabes el tormento que pasé sin ti. Sintiendo curiosidad, mis manos viajan a su pantalón encontrando la dureza y decido liberarla, es tan sebera la calidez de su hombría en mis dedos, escucho como jadea. Y eso me pone más excitada. Mi hombre está hambriento. El pensamiento me hace sonreír. Es mío. —Yo igual te extrañé. Su boca va a la mía y me besa furtivamente, más duro, y sus manos están haciendo maravillas allí abajo, siento como mi cuerpo se estremece y tiembla. Estoy jadeando por aire. Ha sido una locura. Apresuradamente quita mi ropa, dejándome desnuda y él haciendo lo mismo, me humedezco los labios cuando veo su cuerpo, ha trabajado duro en ello, y su dureza está allí esperando que yo lo humedezca. Siento como una vieja Aileen está aquí ahora mismo. Le miro con inocencia, y una de las comisuras de mis labios alzándose. Estoy sobre mis codos y con las rodillas inclinadas, su mirada es hambrienta. Lentamente separo mis piernas hasta que las dejo en su total esplendor para que mire dentro de mí, alzo una ceja retándole. Estoy jugando con su paciencia. Su cuerpo se mueve con petulancia, y se arrodilla ante mí. Su boca saborea cada pliegue, mi cabeza se va hacia atrás con cada lamida y chupada. No tardo mucho en venirme después de ello. Su dureza se introduce duro y fuerte sin esperar una palabra de mí, sabe que lo anhelo hasta el fondo. Sus embestidas son salvajes, y no puedo evitar sentirme orgullosa de poner esa mirada satisfactoria en él. Su cuerpo se estremece cuando siento el liquido entre mis piernas. Jadeo por aire, saca su m*****o y se acuesta a mi lado. —Esto fue alucinante. —Lo es. —concuerdo. Me giro y me siento a horcajadas sobre él, puedo ver en su mirada que lo he sorprendido. Pero no estoy saciada aún. Ha pasado algo de tiempo desde que estuve con él. No mentiré que estuve con algunos en mi viaje, pero nada se comparaba con Henry. Siempre terminaba comparándoles con él. Y era verdad, nadie llegaba a su talla. Muevo mi trasero sobre su m*****o, y siento como los movimientos le hacen estremecerse, sus manos van a mis pechos y los masajea, tiro mi cabeza hacia atrás con el delicioso sentimiento. Tomo en mis manos su m*****o para introducirlo en mi interior, siento cada centímetro de él, rico. Jadeamos cuando llego al punto, hago movimientos circulares y después estoy teniendo el control de las sacudidas, no pasa mucho después que él se venga. Y así nos pasamos toda la noche. Reencontrándonos piel a piel. *** Preparo unos panes tostados y mermelada con jugo de naranja. Le llevo a la cama, y sorprendo cuando se está levantando. —Buenos días, cariño. —no puedo evitar una sonrisa en mi rostro a la pronunciación. —Buenos días. —beso sus labios, mientras dejo en la encimera el desayuno. —He traído el desayuno. —Gracias. ¿Cómo has dormido? —De maravilla. Me subo a horcajadas cuando está sentado. Sonríe. —Andas traviesa. —hago un puchero. —No. Hago mi cabello a un lado mientras dejo que vea mi cuello, y una parte de la bata que se ha abierto para que espíe mi pezón. Sus ojos brillan como sabía que lo haría. —¿Pero que tenemos aquí? —retira un poco la bata para mirar más de cerca y saca un pezón, hace lo mismo con el otro. —Joder, tengo dos lindos pezones ahora mismo en mis manos. Humedezco mis labios. —¿Y qué vas hacer con ellos? —le miro inocentemente. —Comerlos. —lleva uno de mis pezones a su boca, y siento como la electricidad corre por mi cuerpo.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD