CAPÍTULO VEINTIUNO En lo que falló el café en cuanto a animar a Kate, lo logró el cargar a su nieta por primera vez. Aparte de su propia hija —Melissa, ahora de veintiséis y ya toda una mujer— Kate nunca había sido alguien a quien le encantaran los bebés. De hecho, la idea de estar cerca de ellos la asustaba un poco. Pero cargar a Michelle había parecido abrir algo dentro de ella, mientras cerraba un hermoso círculo, abierto al dar a luz a Melissa hacia veintiséis años. Era como ver un fantasma y abrir los brazos para darle la bienvenida. Sabía que no tenía en sus brazos a Melissa pero la sensación era la misma. No había esperado tal reacción emocional al cargar a su primera nieta, pero en ese momento, todo lo que estaba en el interior de Kate se ablandó y se ofreció a la niña. Abandonó
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