—¿Por qué? Solo estoy tocando lo que me pertenece. Sí quiero tocarte, lo haré, y nadie se atreverá a detenerme, Everly. Recuerda eso —gruñe antes de jalarme hacia su pecho. Empujo su pecho con mi mano, tratando de escapar de él. —Valen, déjame ir. —¿Y si no quiero? —Te obligaré —le gruño de vuelta. Aunque dudaba de eso. Sin embargo, usualmente una rodilla en los testículos era suficiente para hacer caer a cualquier hombre. Incluso un Alfa. Valen se ríe suavemente, su mano moviéndose hacia abajo antes de agarrar mi trasero. Lo miro furiosamente antes de golpear su duro pecho con mi puño que sostiene los posavasos. Él se ríe, quitándolos de mis dedos y frunciendo el ceño. A regañadientes me suelta. Me muevo hacia el otro lado, fuera de su alcance. Hace clic con la lengua sosteniendo un