Joon Ho no se movió cuando escuchó la puerta de su alcoba abrirse. Parecía que hasta su privacidad había perdido después del castigo de su madre, o eso pensó cuando no hubo ningún golpe o voz pidiendo autorización para entrar antes de que la persona lo hiciera. Los pasos fueron suaves y gráciles, dejándole claro de quien se trataba, así no la estuviera viendo, y debió de darse cuenta de eso antes, después de todo, era la única persona con el poder suficiente para ir por toda la casa y entrar en donde quisiera sin pedir permiso para hacerlo, y que no sería castigada por ello. —Joon Ho... —¿Vienes a castigarme otra vez? Seguía enojado, no por el dolor y las cicatrices que su castigo dejaría, sino por la humillación. Era un soldado, “su honor” era importante, claro, cuando no todos se com