Otro día más en el invernadero con Jacob. Intercambiamos pocas palabras durante las dos horas de trabajo, pero no era una situación incómoda, sino más bien un “mejor no abramos la boca que el guardia nos está mirando”. No queríamos atraer sospechas sobre nosotros, aunque Jacob estaba muy tranquilo después de lo del almacén. Había pasado una semana desde aquello y ya quedaban solo dos semanas más para librarme del castigo, pero no sabía si quería irme tan pronto de ahí sin antes no sacarle algo más de conversación a Jacob, algo además que un “buenos días” y “cómo estás”. Después del invernadero, volví a ir a la biblioteca. El libro que cogí el otro día tenía dentro un papelito con un código de barras perteneciente a otro. Cuando lo busqué en internet no encontré ninguna búsqueda y ningún