Había pasado dos semanas desde que deje entrar a Alexander a mi apartamento. Desde entonces está allí todas las noches marchándose en la madrugada y yendo los fines semana que puede.
Observó una silueta frente a mi escritorio, al levantar la mirada me encuentro con Eva, la cual me sonríe.
—¿Qué haces aquí flaca?
— El señor Adams quiere que bajes, deben asistir a un almuerzo con los Ferreti.
—¿Ya llegaron a la ciudad?
—Si y cómo Lisa aún no ha regresado, debes tomar su lugar.
—Andando.
Apagó el computador y tomo mi bolso, caminamos al elevador y sonríe.
—Parece que el señor Adams no puede vivir separado de ti —Musita dentro del elevador —. Aunque la excusa sea trabajo, es evidente que ese hombre babea por ti.
—Estás loca.
Reímos al bajar del elevador, veo a Alexander parado
