El fin de semana había pasado y por ende debíamos regresar a la oficina. Adams me acompañó a casa a ducharme y cambiarme para luego ir a la empresa. Al llegar Ivan se estaciona en la entrada de la empresa y siento como los nervios empiezan a llegar. —¿Estás seguro de hacer esto?—Musito ansiosa. —Si, no quiero seguir escondiendo esto —Besa mi mano —. Si no se enteran aquí,se enterarán por las revistas de chisme cuando empecemos a dejarnos ver en público. Tiene razón, de alguna manera se enterarán y es mejor que sea así a que sea por una revista de chisme. Asiento, me da un casto beso y toma mi mano ayudándome a bajar de la camioneta. Suspiro y caminamos entrando a la empresa. Muchas son las miradas que nos miran con curiosidad y otras con asombro. Adams mantiene la serenidad en