Una bocina de coche sonó en el exterior y su sonrisa se extendió al escuchar también la voz de Sasha llamándola a gritos. —Dios… no pueden no llamar menos la atención— mencionó al tomar la manija de la puerta y apresurarse a salir. —¡Ey! ¿quieres darte prisa? — gritó la castaña. —Ya voy, ya voy— mencionó y casi corrió hasta subir al deportivo auto que conducía la pelicorta. —Pero si luces hermosa— mencionó la pelicorta al verla subir al asiento trasero. —¿Supongo que debo alegrarme? – cuestiono. —Por supuesto que sí… ¿dónde demonios quedó la puritana Aura que parecía salida de un convento? — preguntó la chica al voltear atrás y ver la piel de las piernas de la chica asomarse entre la falda y las largas calcetas. —¡Oye!— se quejó la pelinegra… “supongo que en alg