¡Vete a la mierda, Luana Bell!

1401 Words
Toque la puerta y espere que me autorizara a pasar. Estaba muy nerviosa, esperaba no haber hecho nada que estuviera mal o que me fueran a expulsar. Había encontrado en estas paredes un destino, una especie de futuro. Además, tendría todo lo que siempre quise, mucho dinero y una vida como la que recordaba. Llena de lujos, ropa y bastantes oportunidades. No me gustaba meterme en problemas por lo que esperaba que todo marchase bien, musito un “pasa” y abrí la puerta con cautela. —Buenas, Madame. ¿Mando a llamarme?—pregunté. —Sí, toma asiento—respondió. Asentí y me senté en frente suyo, ella sirvió café en una taza y me la tendió.—, ¿Cómo estas Luana, querida? —Muy bien, Madame—respondí—, ¿Y usted? —Bien también, un poco enojada—respondió y sentí como se erizaba mis vellos, había algo que no me estaba gustando en su tono.—, Sabes que una señorita no debe mentir, ¿no? —Sí lo tengo muy claro, Madame—respondí. —¿Entonces por qué encubres a alguien que lo hace?—preguntó y sentí una corriente subir por mi columna, había descubierto a Mirna, lo sabía. —¿Encubrir qué, Madame?—pregunté con fingido desconcierto. —No te hagas la que no sabes de que hablo, porque eso solo aumenta mi enojo—advirtió—, Mirna, ¿Te contó de Fred?  Quede atónita ante sus palabras, lo sabía ella descubrió todo y ahora debía debatirme entre decirle la verdad a Madame o cubrir a Mirna. ¿Qué debía hacer? ¡j***r, le había dicho a Mirna que esto pasaría! No podía darme el lujo de perderme de esta gran oportunidad de mejorar mi vida. De tener un futuro brillante y salir de las calles. No quería volver a ellas, no después de vivir tantas cosas. —Madame, si lo sabía. La regañe y advertí, le dije que estaba haciendo las cosas mal.—respondí—, Discúlpeme por mentirle, solo que no quería que la echase. —Mirna no es apta para mi instituto, Luana—respondió—, Sabía que serías sincera y me dirías la verdad, eres muy correcta y eso me gusta.   —Madame, no la eche. No permita que vuelva a la calle, déjela que ella le demuestre que puede ser todo lo que necesita el instituto.—respondí.—, Mirna es buena chica, le juro. —Eres muy noble, Luana—respondió—, Que intercedas por ella, da mucho que pensar de ti. Todo muy bueno obviamente, pero no puedo permitir estas cosas en mi instituto.—siguió—, Hiciste bien en contar la verdad, de igual manera si mentías también te ibas con ella. Las habitaciones tienen micro cámaras y micrófonos. —¿Nos vigila siempre?—pregunté sorprendida y sacada de onda. —Sí, tengo que tener todo bajo control.—respondió muy segura—, Mirna se irá está tarde, aprovecha a despedirte de ella y avisarle que esta fuera. —Entiendo gracias, Madame—respondí—, ¿Puedo retirarme?—pregunté. —Sí, tengo cosas que hacer.—respondió. —Hasta luego, Madame—despedí. Salí de su oficina y me percate que todas ya estaban yendo al comedor para el almuerzo. Me había perdido una clase y necesitaba ponerme al día. —¡Bu!—me asustó Mirna, llegándome por la espalda.—, ¿Tan fea soy que te asuste? —Mirna, que bueno que te veo.—respondí. —¿Qué sucede? Te ves pálida.—preguntó. —Uff, no sé cómo decirte esto.—suspire con frustración—, ¡Te odio! ¿Por qué no me hiciste caso?—inquirí con lágrimas, odiaba las despedidas. —¿Qué ocurre, Lu? Me estoy asustando mucho—preguntó desconcertada. —Mirna, Madame tiene cámaras y micrófonos en las habitaciones—respondí, su rostro se palideció. —¿Lo sabe todo?—preguntó asustada y solo asentí.—, ¡Mierda! —Te echarán hoy por la tarde, me llamó para avisármelo.—respondí con tristeza. —Pues no pienso esperar que me echen, me iré por mi cuenta.—respondió orgullosa como solía hacerlo.—, ¿Vienes no?—preguntó segura, la miré con más tristeza en mis ojos aún. —No, Mir.—respondí con cautela—, Yo no fui expulsada, tú sí. Quiero seguir construyendo mi futuro. —¿Qué? ¿Me estás jodiendo, Lu? ¿Me dejas por esta gente refinada?—preguntó sintiéndose traicionada y muy furiosa. —¡No, no, Mirna!—respondí—, No puedo irme, no después de lo duro que estoy trabajando para lograr cumplir mi objetivo. —¿Y eso es lo que realmente quieres?—preguntó—, ¿Quieres casarte con alguien que no conoces por dinero?—preguntó con rabia, añadió—, ¿Sabes? Esta no es la Luana que conocí, te convertiste en una de ellas. —¡No seas injusta conmigo, Mirna!—respondí—, Cuando recién llegamos, te pareció una excelente idea. Te gustó todo esto, estabas ansiosa por subir de nivel. Ahora que fuiste expulsada si ves todo lo negativo, ¡Eres una egoísta! —¿Egoísta yo?—preguntó con ironía mientras me miraba fulminante—, Egoísta tú,  que te olvidas de todo lo que vivimos en la calle y te dejas deslumbrar por el lujo de este lugar. —¡Basta, Mirna!—reprimí—, Me refutas lo que tu hiciste primero, si tan solo te lo hubieses tomado en serio. No te habrían expulsado. No me culpes por tus errores, pero no pienso seguirte al fracaso. —Vete a la mierda, Luana Bell.—farfulló y se dio media vuelta con dirección a la puerta principal. Lágrimas saladas abandonaban mis ojos, mientras la veía alejarse de mí, cruzó la puerta y se había ido para siempre. Me dolía el corazón haber terminado nuestra larga amistad de esta manera, no era lo que quería. Los recuerdos de tantas vivencias juntas inundaron mi mente, haciéndome sentir mucho más miserable.  *Flashback* —A ver mis niñas, ¿Están listas?—preguntó Caroline. —¡Que no haremos semejante cosa!—defendió Mirna. —¡Mira niña estúpida, no le pague tanto dinero a Marco para esto!—respondió—, No me hagan enojar, porque a los clientes no les gusta que estén golpeadas. —¡No quiero! ¡No quiero!—grité como loca. —No es lo que tú quieras, es lo que ellos quieran. Vístete y ponte ese vestido corto.—ordenó saliendo del cuartucho donde nos tenía. —¿Qué haremos, Mir?—pregunté. —Nos escaparemos de aquí.—respondió. Asentí siguiéndola, estábamos en un tercer piso, sería muy difícil. Salimos por la ventana del baño, Mirna fue la primera en lanzarse a la pared de la casa de enfrente, me ayudo a pasarme y finalmente con sumo cuidado y mucha imprudencia que no se justificaba pero era eso o ser prostituidas, saltamos al segundo piso. Luego caminamos por el filo de la cornisa de la siguiente casa, bajamos por una escalera y corrimos como si no hubiera un mañana. *Fin del Flashback*    Odiaba haber acabado una gran amistad de años, por su falta de disciplina y sentido de responsabilidad. A ella también le había deslumbrado todo esto, no podía llamarme egoísta porque era lo que también quería. Solo que su capricho por ese chico la llevo a desacatar las reglas de madame, ¿Acaso fui egoísta por no querer seguirla? Seguiríamos en el fracaso, en las calles, sobreviviendo. Me gustaba formar parte de algo grande como sentía que era este lugar, pero lejos de los lujos, me gustaba tener una cama caliente y comida todos los días. Me gustaba tener una ducha privada con shampoo, jabón y muchas esencias. Quizá si me volví egoísta, pero debía pensar en lo que quería para mí y quien quería ser a futuro. Si me esforzaba por estudiar, estar arreglada y seguir las reglas de madame, ¿Por qué ella no podía hacer lo mismo? No era difícil, tomó su decisión y no debería sentirme mal por ella. Pero así era la amistad, aunque estuviésemos en caminos diferentes siempre la recordaría por lo bueno y bonito.  
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