CHARCOS

1405 Words
La noche se cernía oscura sobre mi cabeza. El cielo acabó nublándose por completo. Ya no quedaba rastro alguno de ese infinito manto color azul intenso, o de los diminutos puntitos centelleantes que lo adornaban. Esos, a los que solemos llamar estrellas. Hasta la Luna se había esfumado. Aquel enorme y hermoso faro, que nos sigue a cualquier lugar a donde vamos. Ahora, sólo se apreciaba un triste y opaco tono gris. Un cúmulo de nubes borrascosas, que desbordaban en una fría y delicada precipitación. En cuestión de minutos, numerosos charcos cubrieron la acera. Charcos como los que, tiempo atrás, se formaron en el patio de una pequeña pero bella casa, y que se transformaron en el juego, la afición, en la diversión, de dos jóvenes y risueños hermanos. Recuerdo muy bien esas épocas, cuando esperábamos que lloviera. Las botas al pie de la cama, los impermeables colgados en la puerta de la parva habitación. Listos para ser usados. No se me olvida la emoción que sentíamos al ver cómo la lluvia impactaba en el vidrio de nuestra ventana. Todavía percibo en mis oídos el sonido del aguacero, del chapoteo al saltar, las risas, la voz de papá al decirnos que no nos embarráramos mucho. Y de mi mente nunca se borrará esa imagen, esa cara. Un Isamu mojado, alegre, sonriente. Feliz. Me encontraba recorriendo lentamente el estrecho sendero que me conducía hasta nuestra humilde morada. Caminaba con mi ropa desaliñada y la cabeza gacha. Las calles se mostraban desoladas. Todos los que allí vivían desaparecieron, intentando hallar reparo contra la pesada tormenta que comenzaba a hacerse presente. Estaba empapado por el sudor, pero también por las finas gotas que caían copiosamente sobre mi cuerpo. Mis muñecas y tobillos seguían doliéndome, debido a las fuertes ataduras. En ellos, acentuadas marcas quedaron estampadas, las cuales iban tornándose de rojas a moradas. Indudablemente, demorarían en sanar. Las ocultaba lo mejor que podía dentro del sucio uniforme, subiéndome las medias y guardando a fondo las manos en los bolsillos. Mi teléfono hacía un buen rato que permanecía inerte en uno de ellos. Lo sostenía con fuerza. Probablemente, tenía cientos de llamadas y miles de mensajes de Isamu. Conociéndolo, debe andar como loco, rebuscando hasta debajo de las piedras. Siempre fue muy sobreprotector conmigo. Desde que tengo memoria, él estuvo a mi lado. Al morir nuestro padre, tomó la responsabilidad de encargarse de mí. Veló por mi bienestar, por que no me faltara nada. Me acompañó en cada paso que dí. Ayudándome a alcanzar mis metas, a lograr lo que me propusiera. Sacrificó prácticamente todo, con tal de que viviera una vida tranquila, sin preocupaciones. Cada día, se esmera en luchar por sus convicciones, ideales y anhelos. Se esfuerza al máximo, para que ambos cumplamos nuestros sueños. Para que, en un futuro, nos convirtamos en dos hombres fuertes, comprometidos, respetuosos y trabajadores. Tal y como ellos lo hubiesen querido. Definitivamente, es el alfa más apasionado y decidido que conozco. Qué paradójico, ¿no? Digo que quiero ser alguien decente, correcto, pero termino accediendo a algo tan despreciable como lo que me propuso este individuo. Sinceramente, ya no se cómo describirlo… ¿Cómo reaccionarían si lo supieran…? Isamu, ¿obtendría tu perdón…? Mamá, ¿aún conservarías ese brillo tan especial en tus ojos…? Papá, ¿merecería considerarme tu hijo después de defraudarte de esta manera…? Hmph… Supongo que no. Esto es imperdonable. Execrable. El apellido Rokujō no es digno de ningún desperdicio hipócrita como yo. A pesar de que no conocí a mi madre, he visto infinidad de fotos. Hasta me han mostrado algunos vídeos donde ella aparecía. Su voz era cantarina. Su sonrisa, resplandeciente. Papá dice que me parezco a ella. En eso, y en el pelo amarronado. Su cabellera caía larga hasta la cadera. Incluso en un sencillo retrato, se advertía que era sumamente suave. De sólo pensar en ese precioso rostro, surcado por la tristeza, el abatimiento y la decepción, me atormenta un sentimiento de desolación inexplicable. Ni hablar si reparo en la expresión que tendría mi padre. Él, que fue mi ejemplo, mi ídolo, mi modelo a seguir… Mi héroe. Tantos años de trabajo y dedicación, para descubrir que en realidad crió a un niño que se dedicaría a perpetrar un acto tan bajo y ruin. Me faltaba menos de una cuadra para llegar, cuando escucho a mis espaldas un grito. Un llamado. Una voz muy conocida. Me giro, y lo veo a él. Mi única familia. Mi apoyo incondicional. La persona que podía hacer que mis problemas desaparezcan. Mi hermano. Corría a toda velocidad, sin fijarse en evitar las múltiples formaciones de agua que yacían en la frígida vereda. Si importarle ensuaciarse o mojarse hasta las rodillas. Hasta estuvo a punto de tropezar y caerse por el apuro que traía. -¡¡Ichiro!!-, me llamó Isamu, claramente agitado. Cuando me alcanzó, inmediatamente me atrapó en un fuerte abrazo. Pensé que no me soltaría. Y, siendo honesto, tampoco quería que lo hiciera. Con él, me siento seguro. Cálido. En mi hogar. -¡¿Se puede saber en dónde carajo te metiste?! Mierda, Ichiro. Hace horas que te estoy buscando por todos lados… ¡¿Por qué apagaste tu celular, si te he dicho que JAMÁS lo apagues?! ¡¿Dónde estabas?!-. Isamu no paraba de interrogarme. Se notaba su molestia, pero ésta no superaba su intranquilidad. Me quedé en silencio, no sabía qué responder. ¿Cómo podría explicarle…? -Ichiro, ¿estás bien? ¿Por qué no me contestas?-, preguntó, tratando de calmarse un poco. No alcé mi vista del suelo. Escondería mis enrojecidos y llorosos ojos y los golpes hasta el final. Escondería la bofetada, por ejemplo, de la que quedó como indicio una mejilla totalmente roja e inflamada. O el puñetazo. Ese, que partió mi labio, dibujando un delgado corte que no cesó de sangrar. Malditos imbéciles… -…Con que… Lo que yo quiera, ¿eh?…-. Nunca me arrepentí tanto como en ese momento. No quise decir eso… No pretendo involucrarme con estos sujetos… No soportaría tener que verlos ni un segundo más… Pero era demasiado tarde. Acababa de cavar mi propia tumba. Una que, lamentablemente, era muy profunda. Los matones me sujetaban, inmovilizándome. El Cazador dió un par de vueltas por el recinto, como si estuviera analizando la situación. Enumerando los pros y contras de llevar su plan a cabo. Y, claramente, salía victorioso. -Suéltenlo-, ordenó con una sonrisa. Los tipos me dejan, pero con mis manos sin desatar. Gracias a Dios, liberaron mis pies. No eran necesarias tantas sogas. De todos modos, salirme de ahí no se perfilaba como una opción. Me mantuve arrodillado, expectante ante lo que pasaría a continuación. El Sr. Matsudaira tiró su cigarrillo al suelo, lo pisó, tomó una silla de metal, y la colocó en frente de mí. Se sentó, y me miró con soberbia: -Creo que tengo la tarea perfecta para tí…-, dijo, encendiendo otro cigarro. Le dió una calada y prosiguió: -Por tu actitud, me queda claro que no servirías ni siquiera para realizar los trabajos básicos dentro de este negocio. Eres sentimental, descuidado e impulsivo de sobra. Sin mencionar, que no puedo permitir que alguien relacionado con un policía en potencia se interne en este mundo. Al menos no completamente…-. Él hablaba y hablaba, mientras yo batallaba por comprender: -Sin embargo, hay una cosa que puedes hacer por mí. Algo, que no podría encomendarle a ninguno de mis subalternos…-. -…¿Tarea perfecta? ¿Algo que no podría hacer ningún subalterno? ¿Qué está diciendo este desgraciado?…-, me preguntaba. Mi confusión y angustia aumentaban con cada palabra que salía de su boca. -Verás, no me ando con rodeos. Cuando me fijo un objetivo, lo consigo. Si algo no me gusta, no me es útil o me estorba, lo desecho o elimino. En tu caso, podría aprovechar la oportunidad y liquidarte en este instante. Pero, afortunadamente para ti, puedes facilitarme el conseguir eso que tanto me complace…-. Lo observé atónito. No daba crédito a lo que escuchaba. ¿Lo que tanto lo complacía…? El jefe hizo una pequeña pausa, y exhalando el denso humo en mi cara, declaró: -Rokujō Ichiro. De ahora en adelante, cazarás para mí…-.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD