4.

2067 Words
En cuanto vió a Lorraine, Atlas fue a su encuentro, la tomó entre sus brazos y la besó apasionadamente. Asi pues se dispuso a entrar a su casa con su prometida tomada de la mano; Horace se acercó a él y le saludó efusivamente. - Te ves cansado, tal vez quieras descansar. Le dijo la chica. Atlas negó rotundamente. - Quiero estar contigo... Y Obviamente con usted profesor. Le dijo Atlas a Horace. El hombre inmediatamente sonrió. - Para mí sería un placer. Repuso este. - ¿Lorraine ya le ha mostrado el pueblo?. Le preguntó el joven. - No, nos la hemos pasado de lo lindo en este sitio, lo que si me ha mostrado son los alrededores. Este lugar es hermoso Atlas. Le aseguró Horace. Atlas sonrió agradecido. - No es New York, pero tiene su encanto. Mencionó este. - ¡Pero de que hablas! Este lugar es por mucho, mejor que la ruidosa New York, aquí no hay contaminación, no hay tráfico, ni ladrones, ni bullicio y tampoco he visto ratas. Le aseguró el hombre riendo. Atlas echó a reír con él al igual que Lorraine. - Bueno... En eso tienes razón, pero si hay ratas... Aquí no, pero en el campo si. Repuso Atlas de buen humor. - Si pero no vas a comparar ratas de alcantarilla con las de campo. Por qué las que he visto correr en los prados son hasta bonitas. Dijo Lorraine. - Las ratas son ratas, independientemente de dónde vengan. Objetó el joven. - Eso aplica con las personas, los criminales son criminales independientemente de sus motivos y raíces. Señaló ella, haciendo que Atlas se pusiera muy serio ante aquella afirmación. - ¿A qué viene ese comentario?. Le preguntó él. Lorraine reparó en la postura de su prometido. - ¿A qué viene que cosa? Solo fue un ejemplo, ¿Que es lo que te molesta?. Le preguntó ella. Atlas entonces negó en silencio. - Bueno... ¿Que les parece si los llevo a recorrer el pueblo?. Les dijo el muchacho para cambiar de tema. Lorraine inmediatamente se puso de pie al igual que Horace. - ¡Solo deja que vaya por mi suéter!. Dijo ella para luego echar a correr al piso superior. - ¡No te tardes Woods! ¡Que tengo cosas que hacer más tarde!. Gritó Atlas para que la otra le contestara con un "Ok". - ¿Woods?... ¿Porqué le llamas por su apellido?. Preguntó Horace. Atlas se volvió hacía su suegro y le sonrió. - Por costumbre creo yo. Desde que la conozco me refería asi con ella por educación, y luego se hizo mi novia y así se le quedó. Contestó Atlas. - Creo que eres el único que le llama de esa manera. Le informó Horace. Atlas asintió. - Si creo que si, entonces... ¿Listo profesor?. Le preguntó el joven mientras tomaba las llaves en una camioneta Mercedes Benz. Horace asintió. Al cabo de un rato, los tres caminaban por las adoquinadas calles repletas de turistas, como hacía calor, Atlas les compró gelatos y se fueron metiendo a las diversas tiendas para ir comprando chucherías, fue entonces que Atlas reparó en una tienda de vestidos de novia y convenció a Lorraine de entrar en ella. Apenas entraron, todas las dependientas del lugar se quedaron asombradas al ver a Atlas, Lorraine reparó en aquello y no pudo evitar ponerse un poco de mal humor. Atlas se acercó a la que era la encargada, le preguntó si hablaba inglés y le pidió personalmente que fuera ella quien atendiera a Lorraine, explicándole que estaban por casarse y le era imperativo encontrar el vestido adecuado. La joven asentía a cada palabra que salía de la boca del joven, totalmente absorta ante aquel espécimen masculino. - Será mejor que salgas y me dejes aquí con mi papá, se supone que no debes ver el vestido y mucho menos verme a mi con el puesto. Da mala suerte. Le recordó ella, mientras Horace asentía. - Que tontería. Expresó el joven poniéndose de pie y dándole la tarjeta bancaria a Lorraine - Como sea, iré entonces a casa de Víctor. Le dijo para luego salir con gracia y garbo de la tienda. Las jóvenes miraron a Lorraine con envidia y más de una le lanzó miradas de crítica, sin embargo ella decidió ponerse la capa de "Me importa un carajo" y se dispuso a buscar entre el montón de vestidos blancos. Horace estaba muy emocionado y se puso a ayudarla junto con la encargada, que, si bien también se mostró impactada con semejante semental italiano, en realidad ella estaba genuinamente contenta por Lorraine. Luego de mucho rato de estarse poniendo y quitando vestidos a lo loco, Lorraine dio con un vestido Dior muy bello en corte sirena, incrustaciones de diminutas piedras y pronunciado escote en "V" tanto al frente como en la espalda. Al ponerselo todos a su alrededor contuvieron el aliento. Era perfecto, la manera en que el vestido se ceñia en su figura como si fuera una segunda piel hacia parecer que dicho vestido había sido diseñado exclusivamente para ella, excepto tal vez por el largo puesto que le quedaba ligeramente más largo de la cola por su estatura. - Se te ve precioso, si quieres podemos mandarlo a ajustar del largo para que te puedas mover más cómoda. Comentó la joven. Lorraine asintió emocionada y al voltear a ver a Horace reparó en que su padre estaba hecho un mar de lágrimas. - Papi no llores... Le dijo Lorraine con ternura. - Es que estoy muy feliz por ti Lorrie, te ves preciosa. Cómo desearía que estuviese tu mamá para verte... Dijo el muy melancólico. Lorraine esbozo una sonrisa triste al recordar a su madre. - Pero estás tú y eso es lo que importa. Se que a mi mami le hubiese gustado mucho este vestido. Aseguró Lorraine muy confiada y Horace asintió dándole la razón. - Entonces... ¿Lo quiere?. Le preguntó la encargada. Lorraine asintió y luego vió como las chicas a su alrededor la miraban con envidia. -¿Quiere saber el costo? Podemos ponerlo a mensualidades. Le comentó la joven mujer. Lorraine entonces, harta de las inoportunas miradas de las chicas a su alrededor decidió hacer algo que jamás hubiese hecho antes. - Para nada, voy a pagarlo de contado. Mi prometido es un hombre millonario, así que puedo darme el lujo de comprar lo que yo quiera. También quiero esos zapatillas Jimmy Choo Saeda, vi que son de mi talla y combinan a la perfección con el vestido. Dijo ella, haciendo que Horace frunciera el ceño totalmente desconcertado. La encargada sonrió con satisfacción al ver las reacciones de sus compañeras. - ¿A qué nombre pongo la compra?. Preguntó ella al cabo de unos segundos. - Giulio Riviello. Respondió Lorraine. Todas mostraron su asombro al escuchar ese nombre. La dependienta palidecio al instante y luego carraspeó. - Ese joven... Su prometido es ¿Giulio Riviello?. Preguntó con un hilo de voz. - Si. ¿Sucede algo?. Respondió Lorraine ahora preocupada. - No para nada, es que... Bueno, es que todos aquí conocemos ese apellido. También lo que sucedió con la familia de su futuro esposo y que estuvo muchos años desaparecido. Luego se supo el escándalo y luego que regresó y tomó el control del negocio de su familia... Y bueno... La mujer le hizo señas para que se acercara y le susurró al oído - Que ahora es él quien dirige la mafia en este parte del país. Lorraine sintió como la ira crecía en su pecho. - Solo son rumores de gente que no tiene nada que hacer. Aseguró ella. La mujer asintió dándole la razón. Entonces Lorraine se dio cuenta de que necesitaba a alguien con quién hablar que no fuera su padre, Atlas, Víctor y Ekrem. - ¿Cómo te llamas?. Preguntó Lorraine. - Maria. Respondió ella. - Maria... ¿Quieres ir a mi casa mañana cuando salgas de trabajar para tomar un café y cenar conmigo?. En realidad... No tengo amigas. Le pidió Lorraine con humildad. María asintió rápidamente muy halagada. - Por supuesto señorita... Respondió ella. - Nada de señorita, me llamo Lorraine. Contestó la otra. - Claro Lorraine. Muchas gracias. Le dijo María. - Ten... Este es mi domicilio y este es mi número de teléfono. Informó Lorraine anotando todo en una hojita Post-It. - Claro... Aunque todos sabemos dónde está la finca Riviello. Señaló la joven. Lorraine sonrió algo incómoda y asintió. - Bueno... Hasta mañana María. Dijo Lorraine tomando la bolsa con la caja de zapatos y la enorme caja con el vestido, aunque Horace quiso ayudarle Lorraine le indicó que no hacía falta, y para su sorpresa poco antes de salir del local, dos hombres que trabajaban para Atlas la interceptaron y le quitaron las compras con mucha educación y cuidado para cargarla ellos. Lorraine miró la camioneta BMW negra y entonces miró a los dos hombres que empezaban a acomodar las cosas en la cajuela del vehículo. - ¿Dónde está Atlas?. Les preguntó ella, mientras Horace miraba todo bastante preocupado. - El señor Riviello tuvo que atender unos asuntos que salieron de imprevisto, nos pidió que la lleváramos de vuelta a casa si es que ya ha terminado por hoy, de lo contrario que la acompañaramos. Le respondió uno de ellos con marcado acento italiano. Lorraine asintió y luego se giró con su padre. - ¿Quieres hacer otra cosa papá?. Le preguntó ella. Horace negó. - Creo que deberíamos volver Lorrie, empieza a anochecer y creo yo que sería mejor ya irnos. Respondió este. Lorraine asintió incómoda y accedió a subirse al interior del vehículo. Durante todo el trayecto ella permaneció en silencio, pensando en lo que Maria le había contado. ****************************** - Entonces... Lo que dijo el francés era cierto. Dijo Atlas. Ekrem y Víctor asintieron. - Logramos dar con el lugar, también una fuente cercana a Ekrem que vive en Rabat confirmó que el tal Santiago se encuentra ahí. Le tomó éstas fotos. Le informó Víctor. Atlas miró a un hombre calvo, delgado y mal encarado en la pantalla del celular. Inmediatamente le reconoció, él era uno de los que lo tenían cautivo. - Excelente, bueno... ¿Que era lo otro?. Quiso saber él. - La familia Tofani desean venir a jurarte lealtad, o lo que sea que ustedes las familias italianas hagan. Le explicó Víctor. Atlas sonrió divertido ante aquel comentario de su amigo. - Bien... Diles que si. Ekrem, ¿Tienes el informe de la producción del mes pasado?. Preguntó al joven. - Si... Y también ya tenemos la carga que enviaron los colombianos. Logró llegar sin contratiempos... Y afortunadamente la aduana y la policía no pudieron rastrearla. Es muy pura, solo que viene sin cortar. Ya puse a Antonio y a Lorenzo a ponerse con ese asunto, después la moveremos a Nápoles tal cual lo teníamos contemplado... Y con el aceite que tenemos, no levantaremos sospechas. Por si acaso ya le entregamos el dinero que dijiste al almirante y nos dejarán desembarcar toda la carga en Molo Beverello. Informó Ekrem. - Debemos mover la dr*ga cuanto antes. En fin... Debo volver con Lorraine, probablemente este molesta por no haberla ido a por ella. Les dijo poniendose en pie. - Atlas... Oye, ¿Qué crees que diga cuando se entere? Ya sabes cómo es ella y... Bueno, teniendo en cuenta todo lo que has pasado y también tú adicción... Y ahora nos dedicamos a todo esto... ¿No crees que nos compare con los Mason?. Le preguntó Víctor. Atlas le miró muy serio. - No somos como los Mason, además... Bueno, esto es a lo que se dedica mi familia desde antes que yo naciera. De una manera u otra estaba destinado a esto. Y respecto a las dr*gas... En realidad no es nuestro negocio, es el de mi abuelo y nosotros solo estamos haciéndole de puente. Lo que nosotros hacemos es solamente dirigir los comercios de entretenimiento en Sicilia. Pero no somos pedo*filos, y las prostitutas que trabajan con nosotros no están siendo obligadas a nada, ellas son libres de irse cuando quieran... Estando con nosotros tienen protección. Nada más. Espero que Lorraine pueda lograr comprender de dónde viene todo el dinero... Y nuestra seguridad. Le diré pronto, antes de la boda. Espero que ella no decida terminar conmigo.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD