SEMPITERNO| CAPITULO 54| LAS DOS ESPOSAS

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MOSCÚ, RUSIA. Alessandra se quejó. —Lo siento, mi señora. —No te preocupes. Estoy bien. La herida sí fue muy prominente. Tuvo que permanecer con la palma cerrada durante lo que quedó de la ceremonia, para que el suelo no se tiñera de sangre. Valery le tomó la mano para amarrarla con una venda de Yeva, muy amablemente les había tendido luego de unos minutos. Cuando terminó de rodear la palma de su esposa, Valery le dio una nueva venda con el objetivo de que fuera ella quien lo ayudara a cubrir su mano. La italiana le observó como si le hubiera salido una segunda cabeza. Que se lo pidiera a Yeva. Con su majestuoso vestido, se apartó de su marido para subir las escaleras, donde la sirvienta le alcanzó para preguntarle si necesitaba ayuda. Sintió los ojos del ruso hasta que desapar

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