KEMEROVO, RUSIA Alessandra tocaba una melodía. Estaba parada en la nieve, observando el bosque, mientras tocaba la canción que más le recordaba a su marido y su voluble carácter. Estaba metida en un abrigado vestido, con bufanda y también guantes para mantener bajo resguardo sus manos. Los árboles abundantes estaban cubiertos de una capa de nieve delgada y el contraste con el ambiente la hacía ver mucho más pálida. Inverno sonaba en su máxima expresión a las afueras de la mansión, mientras desde el ventanal un hombre la observaba a detalle, sin perder un solo movimiento de ese cuerpo que le enloquecía. La vio sentarse en la nieve sin dejar de tocar y eso elevó mucho la imponencia del momento. Debía estar increíblemente frío, pero sus ojos no se abrieron, ni sus manos dejaron de movers