KEMEROVO, RUSIA Alessandra cerró sus ojos para no sollozar. Mierda. Eso se sintió terriblemente mal cuando se dió cuenta de que aunque le repetía que no lo iba a traicionar, lo estaba traicionando engañándolo. Tal vez las pastillas no habían surtido efecto pero si no estaba embarazada, debía pensarse bien la próxima vez que era lo que debía responder, porque justo en ese momento, donde lo tenía en sus brazos, analizó que no estaba siendo nada sincera. Para ser sincera debía de confiar plenamente en alguien y ella no iba a mentir, desde el inicio nunca había confiado en él, hasta ese punto. La siciliana acarició cerca de la oreja de su marido y cuando levantó su cabello rubio, observó un diminuto tatuaje allí. El sol n***o fue pintado en su piel como cada m*****o de la Sem’ya, inclus