—No quiero un matrimonio infeliz. —Yo tampoco —respondió con un poco de burla, ocultando la diversión que le causaba verla tan ilusa.—Tendrás una Amex negra, y tanto sexo como quieras. Una vida divertida. Kadyrov era superficial, atado a los placeres de la vida. —¿Eso será este matrimonio? ¿Sexo y dinero? —Así es más sencillo. Discutiremos los términos cuando llegue el día. Ahora, si no tienes nada más que decir, es momento de que regreses a casa. Ni siquiera se tomó la amabilidad de hacer parecer su falta de respeto como un acto sutil. La envió a casa sin miramientos. Era un ogro disfrazado en un cuerpo de… No lo dijo. No lo iba a comparar en buena manera. No se daría por vencida. —No he terminado—la italiana decidió defender su derecho de conversación. Valery bebía Vodka c