MOSCÚ, RUSIA. PRESENTE El bullicio que salía desde el salón era enorme. Alessandra casi podía jurar que un par de hombres estaban entrometidos en alguna vulgar pelea. La mujer era seguida de cerca por Jasha y dos guardaespaldas más, quienes le abrieron la puerta para que pasara. Como si fuera un enorme saco de papas, un hombre cayó a su lado, casi manchando sus pies de sangre. Los tacones de la mujer se movieron elegantemente hacia un lado mientras lanzaba una mirada reprobatoria a todos los demás. —¿Desde cuándo los hombres de la Bratva se desgastan peleando entre sus mismos hermanos?—cuestionó buscando a Boris con la mirada, quien intentó mediar la situación sin éxito alguno. Una simple provocación bastó para que un golpe saliera disparado en dirección de uno de los hombres, quien