KEMEROVO, RUSIA
—¡Yeva! ¿Dónde has estado?
—Estaba… Ocupada.
Alessandra salió corriendo en su dirección cuando vio que la puerta se la sala se abría y que la amable Yeva entraba casi corriendo, como si sintiera culpa por haber llegado tarde. Siempre estaba allí para ella, así que estaba que pudiera disculparla por haber aparecido tan tarde, aun cuando se suponía que debía estar disponible las veinticuatro horas para la Kadyrova.
—¿Ocupada?
—Volví tarde y me quedé dormida—mintió porque no quería hablar de nada de lo que ocurrió esa noche. Dejó a Jasha solo en la habitación lanzando miles de maldiciones, pero a ella ya no le quedaba lágrima alguna para llorar. Estaba cansada y dejaría que el karma se encargara de lo demás. Se sentía culpable, porque hubo mucha satisfacción en su ser
