KEMEROVO, RUSIA Los lustrosos y costosos zapatos de Valery se detuvieron en la entrada de la mansión, donde observó los trozos de tela que no se habían terminado de quemar y luego el montón de cenizas que volaron un poco por el suelo de mármol, cuando la puerta fue abierta. La astuta Kadyrova encendió las exclusivas prendas delante de los guardaespaldas cuando le dijeron que sacarían las pertenecías de su marido, tres días después de la fecha que ella lo pidió. Las cosas no eran cuando él quisiera y menos cuando se fue por gusto propio sin que ella lo corriera. Una mujer debía imponer respeto dentro de su propia casa. Recordaba perfectamente las reglas de las Reginas quienes, a sus hijos, inculcaban un importante respeto por el hogar. Inclusive Gianni tenía hora de entrada y salida, así