Narra Fabiola
Bastardo arrogante.
Mi boca estaba abierta. No podía creer lo grosero que acababa de ser.
—¿Qué pasa?—preguntó Andrea.
—Simplemente me ignoró.
–Creo que él asintió—apaciguó.
—¿Es eso lo suficientemente bueno? ¿Simplemente asientes con la cabeza ante un saludo completamente redactado?
Ella se rio y yo también intenté divertirme, pero no pude. De hecho, estaba herida. Nunca había dejado de pensar en él y todo el tiempo a él no le importaba una mierda. Demonios, ni siquiera podía saludar.
—No te preocupes demasiado— dijo Andrea—. Así es él. Apenas dice nada.
—Oh, no, él habla—corregí con amargura—.Simplemente no con las personas que él siente que están por debajo de él. ¿No es eso simplemente arrogancia?
—Mmm—frunció el ceño y me di cuenta de que estaba despotricando
